EDITORIAL
Día histórico en Ceuta
Se suponía que el Plan Integral para el desarrollo socioeconómico de Ceuta iba a ser un punto de inflexión. Sin embargo, uno de sus pilares más importantes, la mejora del transporte y la conectividad, sigue siendo una promesa sin cumplir. No solo no ha habido avances, sino que la parálisis presupuestaria del Gobierno central amenaza con hacer retroceder lo poco conseguido. En vez de garantizar el derecho básico de movilidad, nos encontramos con un Ejecutivo que se excusa en tecnicismos para no licitar a tiempo el contrato de la línea marítima Algeciras-Ceuta, fundamental para la ciudad.
El Gobierno ha reconocido que la renovación de dicho contrato está pendiente de un acuerdo para elevar el techo de gasto. Dicho de otro modo: no hay dinero asignado ni certezas. Mientras tanto, el contrato vigente expira el 1 de julio, y nadie garantiza que los precios no se disparen o que incluso el servicio quede en el aire. Lo preocupante es que, a pesar de que el Congreso aprobó hace casi un año una PNL exigiendo mejoras, el Ejecutivo ha hecho oídos sordos, dejando en el limbo tanto a residentes como a visitantes.
La falta de acción también se traslada al transporte ferroviario. La bonificación para residentes de Ceuta y Melilla sigue sin aplicarse, y la respuesta del Gobierno roza el sarcasmo: nos ofrecen bicicletas públicas o abonos de Cercanías cuando ni siquiera hay trenes en nuestra ciudad. Y en el transporte aéreo, la infradotación presupuestaria amenaza con dejar sin servicio a miles de ceutíes que dependen de los vuelos de Hélity. Todo ello, mientras se sigue tirando del Fondo de Contingencia como si fuera una hucha sin fondo.
Estamos ante un Gobierno que, atrapado por sus propios equilibrios políticos, ha perdido la capacidad de gobernar. No hay Presupuestos Generales del Estado para 2025, y sin ellos no hay margen para invertir ni para garantizar los derechos de los ciudadanos extrapeninsulares. Como dijo el propio Pedro Sánchez en 2018: un gobierno sin presupuestos es un gobierno que no puede hacer nada. Pues eso.
Ceuta no pide privilegios. Pide lo que le corresponde: poder moverse en igualdad de condiciones, sin que su futuro dependa de la inercia de un Ejecutivo paralizado. Si no hay voluntad política, que haya responsabilidad institucional: o presupuestos o elecciones. Pero no más excusas.
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