Robot Da Vinci sí, apagones informáticos no
Hay que reconocerlo: ver al Hospital Universitario de Ceuta dar el paso hacia la cirugía robótica con el sistema Da Vinci es una noticia que da gusto contar. Es tecnología puntera, un salto de calidad que acerca a nuestra ciudad a los grandes hospitales nacionales. Y es justo felicitar al equipo que ha hecho posible estas primeras intervenciones, que además han salido bien. Este tipo de avances nos recuerdan que también desde la sanidad pública se pueden hacer cosas extraordinarias.
Ahora bien, no todo puede ser aplauso. Porque mientras el quirófano del futuro funcionaba como un reloj suizo, el resto del hospital y los centros de salud se quedaban, literalmente, sin sistema informático. Otra vez. Y no estamos hablando de un error menor, sino de una caída total que obligó a volver al papel y a la incertidumbre. En plena era digital, eso no es una anécdota, es un problema grave.
Lo preocupante no es solo el apagón en sí, sino que no es la primera vez. Y eso ya no es una avería, es una rutina. No se puede consentir que se normalicen estos fallos en un sistema sanitario que atiende cada día a cientos de personas. Porque cuando un médico no puede ver un historial, cuando no se puede emitir una receta o cuando los pacientes tienen que esperar sin saber si podrán hacerse una prueba, no hablamos de tecnología: hablamos de salud y de dignidad.
Está muy bien invertir en robots quirúrgicos, pero igual de importante es tener una red informática estable que no colapse cada dos por tres. La innovación no puede ser solo para la foto. Si queremos un hospital del siglo XXI, necesitamos que funcione como tal de lunes a domingo, no solo cuando se corta la cinta.
Ceuta merece lo mejor en sanidad. Y eso pasa por sumar avances como el Da Vinci, sí, pero también por garantizar que lo básico, lo de cada día, no se venga abajo. Porque un robot que opera mientras el hospital se apaga no es una buena metáfora. Es una advertencia.