UNA SEMANA DE RADIO LOCAL
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En diversas ocasiones hemos escrito sobre Fernando de Leyba en este diario, donde le dimos a conocer por primera vez en Ceuta el 9 de diciembre del 2016. Anteriormente, se le creía nacido en Barcelona, probablemente por haber sido su padre destinado de Ceuta a la Seo de Urgell, Lérida. Ahora recopilamos parte de los escritos y los ampliamos con nuevos documentos.
Días más tarde de nuestro primer escrito recibimos un correo de la investigadora, la señora doña Kristine Sjostrom, norteamericana nacida en Connecticut y afincada en la provincia de Sevilla, en la que nos comunicaba que había visto nuestro escrito y se alegraba de que alguien de Ceuta se interesara y diera a conocer por primera vez en su ciudad a Fernando de Leyba. También nos indicaba que tenía preparada una biografía en inglés aún no publicada.
A partir de aquí tuvimos unos intercambios de correspondencia, siempre con la gentileza y amabilidad que le caracteriza y su gran conocimiento sobre la vida de Fernando de Leyba; gracias a esto hemos podido ampliar nuestro saber sobre él.
Fernando de Leyba nació en Ceuta el 24 de julio de 1734, siendo bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios el día 27 del mismo mes y año. Fueron sus padres don Jerónimo de Leyba y Córdoba, natural de Antequera (Málaga), y doña Josefa Vizcaigaña, natural de Ceuta.
En 1767 contrajo matrimonio con María de la Concepción César; de este matrimonio nacieron dos hijas. Josefa (Pepita) en 1769 en La Habana, Cuba, y Rita en 1771 en el puesto de Arkansas.
En 1768 fue promovido al empleo de capitán, siendo destinado al mando de una compañía del Regimiento Fijo de Luisiana, con base en Nueva Orleans. Al hacerse cargo en 1769 como gobernador de la colonia de Luisiana, Alejandro O´Reilly lo puso al mando de una compañía de fusileros.
Tras ser nombrado nuevo gobernador de Luisiana, Luis de Unzaga y Amázaga (gobernador 1770-1777) a principios de 1771 nombró a Fernando de Leyba comandante del puesto de Arkansas. Llegando a su destino en mayo de este año, sustituyendo en el cargo a José Orieta. A su llegada, el puesto tenía una población de 78 personas: 32 hombres blancos, 30 mujeres y 16 esclavos.
Anteriormente, a la llegada de Leyba al puesto de Arkansas, durante el dominio francés (1686-1766), 15 franceses ocuparon el cargo de comandantes del puesto. Durante el tiempo que Luisiana fue española (1766-1804), el cargo de comandante del puesto de Arkansas fue ocupado por 9 franceses al servicio de España y 4 españoles: el teniente José Orieta (1770-1771), Fernando de Leyba (1771-1774) y nuevamente José Orieta (1774-1776), sargento García finales de (1776) y Francisco Caso y Luengo (1802-1804).
El último comandante francés del puesto de Arkansas fue Ensign Le Gros de Grandcour (1764-1766); tras su lealtad a España, fue el primer comandante francés al servicio de España del puesto (1766-1768). En 1768, un oficial francés como el anterior al servicio de España: Alexander D Clouet. Sucedió a Grandcour. De Clouet formalizó un censo en el que contabilizó 138 personas en el puesto: 85 civiles blancos, 35 esclavos negros, mulatos e indios, y 18 militares. Todos con lealtad a España.
Fernando de Leyba fue el primer comandante español permanente del puesto de Arkansas. El mando de Leyba estaba sobre el puesto de Arkansas, Santa Genoveva y un pequeño fuerte en el río Misuri.
Post Arkansae
Breves datos de los inicios de Arkansas y el puesto de Arkansas:
El explorador español Hernando de Soto, en su expedición al sur de los Estados Unidos en 1541, fue el primero en llegar a lo que hoy es Arkansas. Desde un siglo antes, la nación india Quapaw vivía entre los ríos Misisipi y Arkansas. Los franceses llegaron a este lugar en 1673, donde se ubicaron montando un asentamiento.
La nación india Quapaw era una etnia de la familia (*Siux), también conocida como Arkansas, Akansas, Akensas o ugakxpa; el significado Quapaw viene de ugakxpa. “La gente de río abajo”.
*La palabra Siux, más que una nación, es una familia de lenguas indígenas norteamericanas y la segunda más hablada después de la algonquina.
Los Siux son también conocidos como Sioux, Dakotas, Nakotas o Lakotas.
En 1682, el señor de La Salle, Robert Cavelier, llegó a Arkansas reclamando dicho territorio para Francia. Mientras visitaba el río Arkansas, su lugarteniente Henri de Tonti obtuvo una especie de señorío sobre sus tierras. Tres años más tarde, Tonti montó un puesto comercial junto al pueblo de la nación Quapaw, Osotouy, donde fabricaron una cabaña a la que pusieron una gran cruz, dándole el nombre de “Post Arkansae”. A de Tonti se le da como el primer comandante francés del puesto de Arkansas.
Al establecerse el puesto, fue el primer paso para una larga lucha entre Francia, España e Inglaterra con el fin de dominar el valle del río Misisipi.
El puesto fue cambiado de lugar en diferentes ocasiones debido a los desbordamientos del río Arkansas, pero siempre en lugar estratégico.
El 13 de noviembre de 1762, por el Tratado (secreto) de Fontainebleau, Francia cedió Luisiana a España; esto se mantuvo en secreto incluso después del Tratado de París firmado el 10 de febrero de 1763, que puso fin a la guerra franco-india (Guerra de los Siete Años). Todas las posesiones que poseía Francia al este del río Misisipi fueron entregadas a Inglaterra; el territorio de Luisiana y Nueva Orleans fue cedido a España. Una gran parte de los franceses pasaron al lado español, jurando su lealtad a España.
El mando de Fernando de Leyba en el Puesto de Arkansas
Como señalamos arriba, el puesto de Arkansas fue cedido oficialmente a España en 1763, pero España no asumió su administración hasta 1771, año en que tomó el mando Fernando de Leyba.
Desde la llegada al puesto de Arkansas de Fernando de Leyba, empezó a tener graves problemas con los nativos; por eso Leyba en sus cartas les llama salvajes o bárbaros.
Nada más tomar posesión del mando, escribió al gobernador Unzaga el 10 de mayo, documento que pasamos íntegro.
Luego que entregué la carta de orden a don Urieta (Orieta) di cumplimento a ella dándome a reconocer por comandante a la tropa y habitantes, los indios ya sabían la novedad de mi venida, y así desde el siguiente día empezaron a venir partidas, y al tercero de mi llegada se me presento el Gran Jefe con los demás superiores de las otras dos villas; a todos mostré mi agradecimiento, y al Gran Jefe di noticias de que le traía la Gran Medalla, pero informándome luego del intérprete y habitantes me han dicho que puede ser que reúse el recibirla, por no ser tan grande como la que lleva; de lo que resultare avisaré a V.S., los tengo citados para mañana 11 del corriente, al recibir el regalo, que ha faltado y que no incluyó Mr. Ranzón, los plumajes para los sombreros de los tres jefes, pero le diré que se les remitirán.
En referencia a la carta arriba señalada, el motivo de la protesta del gran jefe era que la medalla que le habían entregado los franceses era de mayor tamaño que la que le llevaba Leyba.
Debido a la gran cantidad de correspondencia cruzada entre Fernando de Leyba y Luis de Unzaga, solo resumimos párrafos de alguna de ellas.
En una carta de Fernando de Leyba al gobernador Unzaga, fechada el 6 de junio de 1771, entre otras cosas comunicaba al gobernador.
Nada más llegar al fuerte, repartí los regalos a los indios, acudiendo 352, incluyendo mujeres y niños. Para celebrar la llegada de estos, los recibí con una salva de cuatro cañonazos y luego invité a los jefes a comer a mi mesa. El resto de los asistentes se comieron una vaca, un barril de harina y se bebieron cincuenta y siete botellas de aguardiente, permaneciendo en el fuerte dos días. La segunda noche los jefes quisieron ser invitados a cenar, contestándole que nunca cenaba, lo que molestó a los jefes, que señalaron que eso de que no cenara no era posible. Por lo que el gran jefe Cazenonpoint y los demás dijeron que, habiendo reconocido a España, España procedía con ellos de mala fe.
En esta misma carta señala de Leyba a Unzaga. Solo mi decaidísimo estado me obliga a suplicar a V.S. me mande relevar, pues en medio de mi quebrantada salud, tantas amarguras como estos bárbaros me hacen pasar, no puedo ir adelante con mi mejoría.
Un mes más tarde, vuelve a comunicar al gobernador Unzaga que se le había presentado una partida de la nación Osage para firmar su fidelidad, prometiendo que no causarían daño a los cazadores y que estaba a la espera de la llegada de gentes de las naciones indias Cadodache y Natchitoches que querían cumplimentarle.
La nación de los indios Osage estaba compuesta por unos 1000 guerreros. Dicha nación ocupaba parte del territorio de Misuri y a veces penetraba en la región de Arkansas.
El 23 de julio contestó el gobernador Unzaga a Leyba. Que debería entretener con su prudencia y capacidad para persuadirlos, indicándole que los primeros 3 años tendría que padecer y sufrir mucho hasta hacerse con el manejo de ellos y que le prestaría todos los auxilios posibles.
Entre julio y septiembre existen diversas cartas cruzadas entre Leyba y Unzaga, pero ante la imposibilidad de adjuntarlas, pasamos a hacer un resumen, por ejemplo, la del 11 de septiembre de Leyba a Unzaga.
En ella comenta sobre los Osage que, después de sus promesas, siguen robando y amenazando, por lo que habitantes y cazadores se retiraron al puesto. La nación amiga Arkansas (Quapaw), al enterarse, empezó a organizar partidas para hacer la guerra a los Osage, pero él les había dicho que daría antes parte al gobernador, ya que no tenía autorización para permitirle el rompimiento de la guerra, y que tampoco tenía órdenes de proveerles de lo que ellos pedían: pólvora, balas y seis pesos por cada cabeza de Osage.
Los ataques de los osages fueron continuos. En enero estos atacaron a Antoine Lapice, que regresó al puesto cojeando y en bastante mal estado. A 180 millas del puesto, los Osages asesinaron al trampero Doget, a su esposa y a sus hijos. Por lo que Leyba pensaba que en cualquier momento atacarían el puesto.
Sobre este punto escribió Leyba a Unzaga el 4 de enero de 1772. “Si los Osage intentasen destruir este puesto (como el más débil de la colonia) debo hacer a V.S. presente dos cosas, la primera que tendré la gloria de pelear a campo raso, pues de las mil ochocientas estacas de que consta el fuerte solo hay clavadas doscientas noventa y cuatro (aun sin firme por abajo) y las restantes no tiene otra seguridad que estar arrimadas al palo travesero, los cañones (llenos de escarabajos) no tienen cureña ni explanadas; y así hallo por más conveniente, el presentarme cuerpo a cuerpo que el defender una fortaleza con más puertas que dedos tienen los que la defienden; y la segunda que el retirarme con la guarnición al puesto de Nachitos (según V.S. me previene en el artículo 8º de su instrucción de 11 de marzo del año pasado) es imposible, porque con lo mucho que el año pasado subieron las riberas de los lagos impiden el paso; y así no nos queda otro recurso que morir matando.
La ceremonia de los Osage era conocida como “duelo de guerra”. Estos pensaban que cuando fallecía un guerrero, necesitaba tener compañía para el más allá. Lo que hacía que asesinaran a la primera persona que encontrara el grupo. La cabellera de la víctima era enterrada con el Osage muerto; esto le daba compañía.
En 1772, Fernando de Leyba intentó hacer cumplir las órdenes de sus superiores de reducir los gastos en regalos y banquetes para los Quapaw. En respuesta, el jefe Quapaw le amenazó con “poner el cuchillo en el poste”, o sea, darle muerte y degollar a todos.
Como cada vez eran mayores los problemas para el gobierno de Fernando de Leyba, en carta a Unzaga de fecha 24 de julio le comunicaba.
Al no recibir los indios los presentes, el día 18 del corriente, cuántos hombres había en las tres aldeas para burlarse de nosotros. Trajeron un caballo que se estaba cayendo muerto, presentándomelo como regalo, llenándome seguidamente la galería de barrilitos y botellas, para que se las llenase de aguardiente, con la desvergüenza de señalarle que si no traían más es porque no tenían, y que si no le daba el aguardiente, no dejarían alma con vida. Dice Leyba: Esta noticia llegó antes a mi mujer que a mí; que estaba con ellos, junto con el alboroto que movían y a la abundancia de gente que había dentro del fuerte, le ocasionó un desmayo. Varias mujeres que habían venido a refugiarse en el mismo cuarto en que ella estaba, teniéndola por muerta, me vinieron a avisar, y habiendo yo entrado para alentarlas a todas, la hallé, aun sin sentido, abrazada con mis dos niñas, que con otras criaturas y mujeres lloraban a lágrima tendida; pero todo se remedió dando yo a los indios cuanto me pidieron, que fue aguardiente, pan y pólvora, todo tan sin regla como que fue de su boca pedida.
En vista de la poca seguridad con que se vive, algunos habitantes piensan dejar el puesto.
A mis noticias suplico a V.S. les dé algún crédito, pues tal vez cuando nos quiera socorrer no será tiempo; perder mi vida es lo de menos, pero debo de mirar por los que están a mi cargo, que a gritos dicen que los han traído al matadero.
Durante 1772 continuaron los problemas de Fernando de Leyba debido a la falta de los regalos para tener contentos a los indios amigos. Sobre este tema escribía Leyba al gobernador Unzaga el 17 de diciembre de este año.
Suplico a V.S. que el presente del año próximo se me remita en la primera ocasión, a fin de evitar inquietudes y cavilosidades que por su tardanza han tenido los indios este año.
El 20 de marzo de 1773 murió el gran jefe Quapaw Cazenonpoint. La noticia fue comunicada por Leyba a Unzaga el 25 de marzo, en la que le indicaba que los Quapaw intentaban poner como jefe al hijo de Cazenonpoint, de solo diez años, y que él había sido elegido por estos para nombrar un gobernador interino, por lo que convocó para reunir en tres días a todos los principales jefes y primeros guerreros, para ver por los votos a quién se le da el empleo y que procuraría que recayera en uno de los mejores jefes.
Leyba escribió al gobernador Unzaga el 18 de julio, anunciándole el nombramiento del nuevo gran jefe Quapaw. En dicha carta le comunica que el 2 del corriente se reunieron en su casa todos los jefes y primeros guerreros, así como la mayor parte de la nación Quapaw, para la elección del gran jefe y del gobernador interino. Por mayoría se eligió al hijo del fallecido Cazenonpoint y para gobernador interino a Juatanika, ya que todos, incluido él, habían dicho que tenía que ser él por ser el jefe más antiguo de medalla y el más leal a España. Más tarde mandó al intérprete un pregón de reconocimiento. Ordenando tres salvas y un convite general donde se repartieron algunos regalos.
El 6 de octubre, comunica Leyba al gobernador: Sí, la continuación de mis males: que, siendo relevado para el próximo abril, según tengo suplicado a V.S. podré restablecerme en esa plaza, y que al año siguiente, si V.S. fuese servido, volveré a este puesto restablecido.
A finales de este mismo mes, escribe Leyba que tiene preparadas ocho partidas de legales Quapaw para ir contra los Osage, pero antes desea saber si estos desean hacer la paz con él. Un mes más tarde, vuelve a comunicar que otras cinco partidas quedaban en el puesto. Los Quapaw estaban muy irritados contra los Osage, pues nunca eran buenos; el mes anterior robaron a tres partidas de cazadores y las demás tuvieron que retirarse al puesto.
En abril de 1774, con motivo de su mala salud, Leyba regresó a Nueva Orleans. Ocupó el cargo en el puesto de Arkansas entre los años 1771 y 1774.
Luis de Unzaga fue sustituido en 1777 del cargo de gobernador de Luisiana (1770-1777) por Bernardo de Gálvez (1777-1785).
El 14 de julio de 1778, Fernando de Leyba fue nombrado teniente gobernador de la Alta Luisiana (tercer gobernador adjunto de la Luisiana), para colaborar con Bernardo de Gálvez.
Pero esto lo dejamos para la segunda parte del escrito sobre Fernando de Leyba en el puesto de San Luis.
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