Accidente poco conocido y ocurrido en el peñón de Vélez de la Gomera en 1984
Memorias de Ángel Ortega Romero

Nos remontamos al mes de julio de 1984, estando mi persona destacado como brigada auxiliar del capitán don José Pérez Blanca (Goy) en el peñón de Vélez de La Gomera, por un tiempo de dos meses, el capitán era una persona lista y afable.
Todos pertenecíamos al grupo de fuerzas Regulares de Infantería Tetuán Nº1 donde también estaban de permanentes un grupo de la Compañía de Mar de Ceuta, los cuales eran el sargento Juan Mesa y el cabo primero León, con unos 8 o 9 marineros, un mecánico naval y patrón del mixto, D. Agustín León Andújar, pertenecientes al ULOG Nº 23 de Ceuta. El trabajo que realizaban consistía en el transporte de mercancías desde tierra hasta el barco de suministro y viceversa, labor bastante complicada de realizar, sobre todo cuando acechaba el viento de Levante. Estas labores se realizaban aproximadamente una vez en semana.
El barco era de pasajeros y transporte, su nombre era “Virgen de África”, cuya ruta marítima tenía como escalas Ceuta-Peñón de Vélez-Peñón de Alhucemas-Chafarinas y Melilla. En estas fechas, el “Virgen de África” se encontraba en reparación y fue sustituido por el buque “Antonio Lázaro”, ambos barcos eran muy similares de unas 5000t de peso.

Ese día hacía levante flojo, se adentró como de costumbre a la rada del peñón, serían las 10:00 u 11:00 de la mañana, venía de vuelta de Melilla para Ceuta. Se realizaron las maniobras de carga y descarga que realizaban los componentes de la Compañía de Mar (llamados cariñosamente por los de tierra como Popeyes).
Los de tierra desembarcaban todo el bagaje hasta el Pañol del Puertecito y lo recogían los demás, todo funcionaba como de costumbre. Siempre era novedad ver los movimientos de grúas y trasiego contemplados también por el pasaje hasta que llegó la hora de elevar ancla y como de costumbre realizar marcha atrás para salir de la rada.
¿Qué pasó exactamente? Pues que no funcionaba por avería, la marea deslizaba el barco sin gobierno hasta la playa del Peñón donde encalló. De la playa, la marea lo deslizaba hacia las rocas de enfrente, a la altura de la “Cueva de las Palomas”. Se dió la voz de alarma, pero los de tierra no podíamos hacer nada. En el barco, tanto el pasaje como la tripulación con los chalecos salvavidas puestos y movimientos de carreras por toda la cubierta.
Dada la gravedad del asunto, se dispusieron a auxiliar de alguna manera y con los medios precarios que se disponían, que eran una zodiac pequeña, un bote, el “Chinchorro” y el mixto, que tenía motor central, pero todos los componentes marinos estaban pendientes de las órdenes del sargento Mesa y del patrón y mecánico Naval, Agustín León.
Advirtiendo el peligro, el hijo del Sevilla, musulmán que tenía en el lado marroquí, un cafetín donde se tomaba el té los del Peñón, y, a cambio, los Mehaníes venían al Peñón a beber cerveza. Este hijo del Sevilla tenía anclado en la bahía de Bades, una traíña de pesca pequeña, llamada “la estrella de Bades“, que al darse cuenta de la gravedad del accidente, elevó su ancla y dándole la vuelta al peñón por el cementerio, se unió al grupo de rescate.

Sin pensarlo, recogieron maromas del barco siniestrado, amarrándola hasta un pequeño noray a la altura del vertedero. El barco tiraba con la maquinilla y el Bades y el mixto tiraban de proa. Al principio aquello no se movía por el peso, pero poco a poco lo fueron moviendo hasta poder ponerlo fuera de las rocas donde estaba el verdadero problema.
Con el esfuerzo de todos los componentes de la compañía de Mar, el patrón del mixto del ULOG Nº 23 y el patrón con su traíña del Bades, se pudo solucionar lo que podía haber sido una tragedia. Se podría haber producido una gran avería. Se terminó el rescate a las tres horas del suceso y se bebió cerveza con ganas. Por cierto, en el año 1988 causó baja el protagonista del Sego, el buque “Antonio Lázaro”, por la compañía Trasmediterránea.
Recuerdo cuando vi desde San Sabino, la parte más alta del Peñón, la popa del “Antonio Lázaro,” con rumbo a CEUTA, me acordé de aquello que cuentan las escrituras: “Lázaro levántate y anda“. No hubo en ningún momento, que se sepa, reconocimiento alguno, ni militar ni civil, ni se pagó combustible a la Traíña.
Lo único que queda es el recuerdo de aquellos momentos vividos y poder contarlo. Por ello, realizo este pequeño homenaje en modo de historia escrita para los que ya no están con nosotros y que se dejaron la piel en evitar una catástrofe.