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Dejamos la segunda parte del escrito con el aviso de Gálvez a Leyba comunicándole que si atacaba a San Luis. “Podrá actuar de tal manera que se conserve el honor de nuestras armas”.
En Fort Michilimackinac se preparó la expedición para el ataque a San Luis. El vicegobernador Patrick Sinclair recibió una circular del secretario de estado para las Colonias Americanas Lord George Germain, I Vizconde de Sackville, que le ordenaba un ataque a las posesiones españolas. Inmediatamente organizó una expedición contra San Luis. Sinclair encargó al comerciante Emanuel Hesse, oriundo de Pensilvania, que reuniese a los aliados indios para realizar la ofensiva. En la primavera de 1780, algunos comerciantes, como Joseph Clavé y Jean Maríe Ducharme, así como aproximadamente 1000 guerreros comandados por los jefes Wahpasha, Hoja Roja (siux) y Madjeckewiss, Pájaro Malo (Ojibwa-saulteaux), iniciaron el avance a través de la actual Wisconsin. De allí partieron hacia Prairie du Chien, donde establecieron el campamento. También Charles-Michel Mouet de Langlade mandó una fuerza india a través de la región de Illinois. La columna debía de bajar por el Misisipi para unirse al otro grupo.
En su camino hacia el sur por el río Misisipi, hicieron una parada en Saukenut, la aldea principal de los Sac y Fox, obligando a varios cientos de sus guerreros a unírseles. El objetivo de las fuerzas sería el ataque a San Luis, bajo control español, y sobre Cahokia, bajo control estadounidense; según se rumoreaba, ambas estaban indefensas.
En el lado estadounidense del río Misisipi, en Cahokia, también se desarrollaron planes de defensa. La milicia local Cahokia, que estaba bajo el mando del comandante François Trottier, fue convocada y una compañía del Regimiento de Illinois de Virginia, al mando de George Clark, comenzó la reparación de un edificio propiedad de la misión; ese sería el principal eje de la defensa y un refugio para los que no combatieran. Clark había sido convocado desde el fuerte Jefferson; llegó unos días antes del ataque. Afortunadamente, Leyba y Clark se reunieron para estudiar una estrategia.
Las fuerzas de las naciones indias eran mayormente guerreros Ojibwas, Menominis, Winnevagos y Siux, estos últimos en mayor número, mandados por Wahpasha, (Hoja Roja). También en menor cantidad los Sac y Fox. Todas ellas mandadas por oficiales británicos e infantería regular, a las que se añadieron milicias canadienses. Las fuerzas británicas fueron unos 300 soldados y los aproximadamente 1000 guerreros indios señalados arriba.
Con el ataque a San Luis, los ingleses trataban de tomar la parte alta del río y separar la parte española de las trece colonias.
Leyba ordenó el 4 de mayo a un capitán de milicias que saliera con cuarenta hombres en piraguas para localizar al enemigo hasta una distancia de diez o doce leguas de San Luis. A la vez envió dos canoas con seis hombres (cazadores) en cada una para explorar una distancia máxima de veinte leguas del puesto.
La orden era que el capitán permanecería cinco días y las dos canoas con cazadores permanecerían hasta ver al ejército enemigo y llevarle noticias. Estas avanzadillas localizaron a los atacantes aún a bastante distancia de San Luis. Este aviso llegó a Leyba el 9 de noviembre.
Debido al no poder contar Leyba con los 200 soldados solicitados a Gálvez el 16 de noviembre de 1778, apeló a François Vallé en Santa Genoveva.
François Vallé había participado con los franceses como capitán de milicias, mando que mantuvo cuando España se hizo cargo de la zona.
Leyba escribió a Vallé el 10 de mayo de 1780: “Le ordeno hacer armar, desde la recepción de esta carta, dos barcos de los primeros que encuentre en su puesto, cada uno con 30 hombres de la milicia, incluido el teniente y el abanderado. Meterá en esos barcos las provisiones que tiene en Santa Genoveva con alrededor de veinte días de víveres, cuya cuenta me hará luego pasar. Esos barcos con las gentes partirán bajo el mando del Sr. (teniente) Cartabona, a quien le escribo anunciándoselo. Le reitero toda la urgencia posible”.
La distancia entre Santa Genoveva y San Luis por el río era aproximadamente de setenta kilómetros; las dos barcas enviadas por Vallé llegaron a San Luis el 13 de mayo.
Días después de enviar Vallé al (teniente) Cartabona, envió a San Luis a dos de sus hijos: Charles, capitán de milicias y François, teniente así como 151 milicianos franceses equipados. Poniéndolos a las órdenes de Fernando de Leyba.
La ayuda de Vallé, por otra parte, fue proporcionarles plomo genuino (en lugar de guijarros de piedra) de sus propias minas para bolas de mosquetes y balas de cañón.
François Vallé estaba considerado como el hombre más rico del Alto Misisipi.
La ayuda prestada por Vallé sería recompensada dos años después de la batalla del fuerte San Carlos. Por Real Decreto de Carlos III de fecha 1 de abril de 1782, le fue conferido el rango de teniente del ejército español. Esto lo convirtió en un don español. A partir de entonces tendría el título honorable de “Don Francisco”.
Leyba creó planes para la protección de San Luis, como comunicaba en su carta a Gálvez, pero sin poder disponer de fondos del tesoro español. Leyba señaló la desesperada situación a los colonos locales y donó 400 piastras de su propio dinero, recaudando un total de 1.000 piastras para la construcción del fuerte. Leyba ya estaba muy endeudado al proporcionar regalos para las naciones indias del oeste y su respaldo financiero a los americanos, por lo que no podía permitirse financiar el fuerte él mismo. Dice Leyba: Mis medios no me permiten hacer un esfuerzo más grande, pues tengo que mirar por mis hijas.
Los colonos franceses creían que San Luis jamás sería atacada, más conociendo que Clark había conquistado los puestos británicos de Ohio y Misisipi. No obstante, con el dinero recaudado se comenzó la construcción de una pequeña fortificación que fue denominada fuerte San Carlos.
La primera piedra para la construcción del fuerte San Carlos fue bendecida por el misionero Fray Bernard Limpach el 17 de mayo de 1780. Cuarenta días más tarde estaría prácticamente terminada.
Mientras esperaba la llegada del ejército enemigo, aceleró los trabajos para rematar la torre, ordenando que se cubriera el piso. También ordenó que se colocaran los cinco cañones que habían estado en Fort Charles, mandando que se cavaran dos tramos, en cada extremo de la aldea, uno al norte y otro al sur, por donde el enemigo podía entrar. El del norte tenía unos doce arpent de longitud (585 metros), que partía del Misisipi y seguía el costado de la torre; el del sur tenía unos 20 arpent de largo (1.170 metros), seguido como el primero y defendido por la torre.
La batalla de San Luis, 26 de mayo de 1780
El 23 de mayo, los exploradores de Leyba informaron que la fuerza anglo-india de Hesse había dejado sus canoas al norte de San Luis y avanzaban ocultas por la vegetación.
El 25 Hesse envió un grupo de exploración para poder determinar la situación de San Luis. Este grupo no pudo acercarse a la aldea debido a la presencia de trabajadores (incluidas mujeres y niños) que se encontraban en los campos fuera de la aldea. Era la festividad del Corpus Christi.
Al día siguiente, Emmanuel Hesse envió a Jean Maríe Ducharme y 300 indios al otro lado del río para atacar Cahokia, mientras que el resto llegó alrededor de la 1:00 p .m, a las cercanías de San Luis.
Sobre el mediodía del 26 de mayo de 1780 se produjo el ataque. Afortunadamente, el pequeño puesto, ante la pertinaz insistencia de Leyba, había sido fortificado mediante un pequeño anillo de trincheras y el fuerte aún no estaba acabado del todo.
Nada más iniciarse el ataque, las mujeres y niños se encerraron en la residencia de Leyba, siendo custodiados por una veintena de soldados al mando de Cartabona.
Los asaltantes atacaron con gritos de guerra y disparos. Las fuerzas de Leyba respondieron pie a tierra con los mosquetes. Los indios intentaron sacar a los defensores fuera de la ciudad, sin lograrlo.
Se hizo un disparo de advertencia desde la torre cuando aparecieron a la vista los Siux y Winnebagoes por el camino, seguido por los Sac y Fox, incluido Hesse en la retaguardia. Leyba dirigió la defensa desde lo alto de la torre, a donde había sido llevado sentado en una silla debido a su enfermedad. Nunca pensó Leyba que San Luis se perdiera, comenzándose con fuego de cañón contra el enemigo que se aproximaba desde las trincheras a la torre. En la primera carga, la mayoría de Sac y Fox retrocedieron, no así los Siux al mando de su jefe Wahpasha, (Hoja Roja), que mantuvieron el ataque sin resultado alguno.
Solo los casacas rojas persistieron en el ataque disciplinadamente, pero, siendo abandonados por indios y milicianos, se encontraban en paridad numérica y fueron rechazados.
Después de más de dos horas cesaron los ataques con la huida de indios e ingleses.
En su retirada, los indios mataron ferozmente a varios labradores y esclavos que encontraron en su camino en las afueras de la ciudad.
En una extensa carta de Leyba a Gálvez de fecha 8 de junio de 1780, le comenta sobre la batalla. ¡Pobre de mí! Gobernador mío, su corazón paternal habría derramado lágrimas si hubiera podido ver con sus propios ojos un espectáculo tan emotivo.
Fue una aflicción y consternación general ver a esos pobres cadáveres cortados en pedazos, sus entrañas arrachez (arrojadas), sus miembros, cabezas, brazos y piernas esparcidos por todo el campo. Qué espectáculo tan horrible, mon general. Al detallarle esto, me siento profundamente afligido por un gran dolor. Es el campo (Champs) de St. Louis donde se ejerció, en menos de dos horas, la barbarie más inaudita. Se llevó en exceso sin que pudiéramos evitarlo por las pocas personas que tenía a mi disposición, que en total eran unas trescientas; tropas, milicias y habitantes. Juez, mon gouverneur, qué suerte nos aguardaba, si la Divina Providencia, la valentía y actividad no nos hubiera preservado de la furia de estos bárbaros, animados por los ingleses.
Nota. Al encontrarse Leyba tan debilitado, no podía ni escribir, por lo que a veces aparecen palabras en francés, ya que la carta fue escrita por su secretaría francesa.
Después de la batalla, Leyba comunicó. Aunque no se cubrió toda la torre, y el parapeto para el cañón no estaba en posición, los usamos con éxito, y sorprendimos mucho a los salvajes, que no esperaban tal maniobra; si no hubiera sido por “la rapidez con que actué, junto con todas las personas en las fortificaciones, habría sido el último día de San Luis”.
El 30 de mayo de 1780, Fernando de Leyba hizo una proclamación sobre la batalla; no se adjunta, ya publicada anteriormente.
El 1 de junio, Leyba organizó una expedición de cien hombres, junto a 100 americanos al mando del capitán Montgomery, segundo de Clark, con la idea de perseguir a los atacantes del fuerte San Carlos, pero la huida de estos fue tan rápida que, al no poder alcanzarlos, quemaron Saukenuk, la aldea principal de los Sac y Fox que participaron en el ataque inglés.
El 8 de junio Leyba comunica el parte de bajas y prisioneros que tuvo; no se adjunta.
Esta fue la única batalla que tuvo lugar al oeste del Misisipi durante toda la guerra de la independencia de los Estados Unidos.
La última voluntad de Don Fernando de Leyba (10 de junio de 1780)
Yo, don Francisco de Cartabona, teniente de Infantería de Batallón de La Luisiana, de guarnición en el Post de San Luis, a petición de don Fernando de Leyba, fui requerido a la sala del gobernador para recibir la última voluntad de dicho don Fernando de Leyba, capitán del Regimiento de Infantería de La Luisiana, comandante en jefe y teniente de gobernador de la parte occidental de Illinois. Me dirigí a la sala del Gobierno para recibir la última voluntad del dicho don Fernando de Leyba, que se encontraba en la cama gravemente enfermo, pero bien en mente, memoria y juicio, como me pareció a mí y a los testigos. Para recibir el presente testamento, que ha dictado de la siguiente manera, y esta es:
Primera: Como católico, apostólico y cristiano, romano, él recomienda su alma a Dios, suplicando a la Santísima Virgen María y a todos los santos de la corte celestial que intercedan por él, para que el Todopoderoso pueda recibirlo entre los bienaventurados.
El testador desea y ordena que su cuerpo sea enterrado en la iglesia de esta parroquia al lado de su esposa fallecida, y que se celebre un servicio solemne el día de su funeral; además, cincuenta misas bajas y un servicio solemne a fin de año para el descanso de su alma y la de su esposa.
Dicho testador, que tiene dos hijas nacidas de su matrimonio, la llamada Pepita; y la otra llamada Rita, las reconoce como sus hijas legítimas.
Deseaba y ordenaba que sus bienes fueran remitidos a Madame Josepha Viscageaux (Josefa Vizcaigaña), su madre, en Barcelona, la suma de mil dólares duros, cuya suma ella recibirá sin ningún cargo o costo, y si hay alguno, será por cuenta de los herederos de dicho testador, y con respecto a todos los demás bienes que posee en esta colonia, los deja al cuidado de Mr. de Gálvez, gobernador general de La Luisiana, para que sean invertidos, y el interés anual de los mismos para ser empleado en la educación de sus dos hijas, ya sea en el convento o en cualquier otro colegio.
Dicho testador ha designado a su ejecutor testamentario, Francis Vigo, comerciante, que reside en este Post, y a su sustituto, Benito Vázquez, teniente de Milicias, solicitándoles que se hagan cargo de estos cargos y que pongan en su mano todos sus bienes.
Dicho testador declaró que todo el mobiliario existente en la casa del gobernador es de su propiedad personal, por lo que ninguna persona puede reclamar nada de eso, excepto, sin embargo, los bienes que el Sr. Vigo ha traído en su último viaje y que pertenecen a los regalos para los indios.
El testador desea y ordena que todos sus bienes y efectos personales, cualquiera que sea su naturaleza, sean valorados legalmente, y aquellos que puedan venderse aquí, para venderlos; en lo que respecta a los que pueden venderse más ventajosamente en Nueva Orleans, Mr. Vigo los enviará a esa ciudad con la ropa de su difunta esposa y la placa de plata se dividirá entre sus dos hijas.
Dicho testador, sin haber regulado sus negocios con dicho Vigo, le ha dado dos letras de cambio, una por el monto de dos mil cuatrocientos veinte dólares; y la otra por mil cuatrocientos veinticinco cincuenta dólares. Por medio de estas sumas, todas las cuentas entre el testador y dicho Vigo se liquidan y liquidan, y si después de la muerte del testador se deben encontrar notas o facturas que cada uno debe pagar al otro, serán nulas de pleno derecho.
El testador desea y ordena que el señor Sarpy, quien ha hecho negocios con él, y todos los demás en el mismo caso, deban rendir sus cuentas a dicho Vigo, su albacea testamentario.
A lo anterior se me ha dictado a mí, don Francisco de Cartabona y a los testigos firmantes de dicho don Fernando de Leyba, y después de haberle leído este hecho, él ha declarado que lo ha entendido bien, y deseaba que se ejecutara de acuerdo con su forma y tenor como su última voluntad e intención. Revocar y anular todos los demás testamentos, codicilos u otras disposiciones testamentarias que haya hecho antes de este presente, a las que se adhiere, y desea que lo mismo se ejecute en todo lo que contiene.
Hecho y ejecutado en el Salón del Gobierno, de San Luis, donde don Fernando de Leyba está en su mejor momento, en el año mil setecientos ochenta, el décimo día de junio, en presencia de Joseph Labusciere, que reside en este puesto, Diego Blanco, sargento de esta guarnición, Jean Purzada, sargento y Louis Richard, soldado. Testigos testimoniales, que han firmado con dicho testador, y conmigo, don Francisco de Cartabona, el mismo día y año anterior / Fernando de Leyba
Silvio Francisco de Cartabona
Diego Blanco, Juan Purzada, Labusciere, Louis Richard, Benito y Vigo. (Literal)
El 20 de junio de 1780 fue la última carta de Leyba a Gálvez; en ella le informaba de la persecución conjunta con los americanos y de la enfermedad que estaba acabando con él, “la maladie”, probablemente malaria. En ella indicaba que dejaba a Cartabona a cargo de San Luis. Cartabona mantuvo el cargo hasta la llegada del teniente coronel Francisco Javier Cruzart. Ocho días después de escribir aquellas letras, Fernando de Leyba fallecía. Cuando conoció la noticia, Bernardo de Gálvez le otorgó, a título póstumo, el grado de teniente coronel.
Fernando de Leyba falleció el 28 de junio de 1780, un mes después de la batalla, siendo enterrado el mismo día al lado de su esposa, frente al altar de la iglesia.
“En el año de 1780, el 28 de junio, yo, F. Bernard, monje capuchino y misionero apostólico, cura de San Luis, condado de Ilinueses, provincia de Luisiana, obispado de Cuba, he enterrado en esta iglesia, inmediatamente opuesto a la balaustrada de la derecha, el cuerpo de don Fernando de Leyba, capitán de infantería del batallón de Luisiana y comandante de este puesto, habiendo recibido todos los instrumentos de nuestra Madre, la Santa Iglesia”.
Carta del El 3 de febrero de 1781.
El rey se ha mostrado muy complacido por la enérgica defensa de don Fernando de Leyba y el teniente don Francisco Cartabona al rechazar al capitán inglés Hesse, que pretendía sorprenderlos y desalojarlos del cargo de San Luis de los Ilinueses, y en prueba de su soberano agradecimiento ha decidido conferir al primero el grado de teniente coronel y al segundo el de capitán, comisiones por las cuales encomiendo a V.S. que disponga para comunicarlas a los interesados. Su Majestad no pudo contemplar con menos dolor la desgraciada suerte que sufrieron aquellos inocentes que tuvieron la desgracia de ser víctimas de la ferocidad de un oficial tan profundamente teñido de inhumanidad. Adjunto a V.S. para su comparación una carta del intendente Martín Navarro, fechada el 18 de agosto pasado. 3 de febrero de 1781.
Joseph de Gálvez a S.S. el gobernador de Luisiana.
Nota. José de Gálvez (Consejero de Estado)
No se adjunta la carta del intendente Martín Navarro.
En España aún se desconocía el fallecimiento de Fernando de Leyba.
En octubre de 1781, el marido de la hermana de Fernando de Leyba (Micaela, nacida en Ceuta el 20 de abril de 1728), teniente coronel Martín Monzú, probablemente ya viudo, como tutor de las hijas de Leyba, solicitó la venta de las pertenencias de este. El 29 del mismo mes se puso a la venta la sucesión de Fernando de Leyba. Tras la venta de las cosas de Leyba, Monzú regresó con las niñas a España; no se adjuntan los detalles de la venta, ya que lo publicamos anteriormente.
El rey en 1783 concedería al capitán Cartabona el cargo de gobernador civil de Santa Genoveva
Algunas opiniones sobre la victoria del fuerte San Carlos.
Muchos están familiarizados con las contribuciones de George Rogers Clark y su ejército en el país de Illinois durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, pero. ¿Qué pasa con la batalla de la Guerra Revolucionaria de Misuri y las contribuciones de los españoles? ¿Con los españoles? Ocasionalmente, se puede conocer a alguien que conoce las hazañas de Clark, pero rara vez se encuentra con alguien que haya escuchado sobre las acciones heroicas del capitán Fernando de Leyba y el papel que desempeñó en el éxito de Clark. (Fine Arts Press - Gary Liming).
Debido a la victoria de Leyba en el fuerte San Carlos, toda la campaña británica en el valle del Misisipi se disolvió en apuntes y desorden, y las tropas indias se dirigieron a casa. En resumen, los Estados Unidos y España conservaron el control de Occidente, y los españoles conservaron la posesión del Misisipi. Si esta pequeña batalla hubiera ido en sentido contrario, el efecto sobre la historia de Estados Unidos podría haber sido incalculable. (American héroes - Frances Hunter)
Aunque esta fue una batalla pequeña, el combate en el Fuerte San Carlos frustró los planes ingleses de controlar el río Misisipi - Michael Calver / The Westernmost Bottle of the American Revolution.
De no haberse ganado la batalla del fuerte San Carlos, el resultado habría sido el estancamiento de los colonos estadounidenses en los trece estados y la negación de la expansión occidental de la nueva nación. Estados Unidos se habría desarrollado de forma diferente, lo que convierte a la pequeña y casi olvidada Batalla de San Luis en una batalla de suma importancia en la gran historia estadounidense. (Journal of the América Revolution).
En San Luis, se le siguen haciendo anualmente diversos homenajes; desde 1990 se hacen celebraciones en honor de la batalla del fuerte San Carlos en que se homenajea a su principal protagonista, Fernando de Leyba. Celebraciones que aún hoy continúan.
Por parte de las autoridades civiles ceutíes es incomprensible que en su ciudad natal no tenga una estatua o al menos una calle con su nombre.
Creemos que ningún partido político se opondría a esta solicitud. Tenemos calles con nombres de políticos, ¿por qué no de personajes militares ceutíes que pusieron en todo lo alto los nombres de CEUTA Y ESPAÑA? Es más, siendo Ceuta una ciudad que no se concibe sin el ejército.
El 26 de mayo de 2025 se cumplieron 245 años de la batalla del Fuerte San Carlos.
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