Naufragio del Cañonero General Concha (10 de junio de 1913)
José María Fortes Castillo
El 10 de junio de 1913, el General Concha zarpó de Almuñécar, Granada, con rumbo hacia el Peñón de Alhucemas, una fortaleza presidio española frente de la costa del Rif. Al llegar a la costa marroquí, el buque encontró una densa niebla y continuó hacia Alhucemas a baja velocidad, pero la falta de visión de referencias costeras después de algún tiempo llevó a la tripulación a una interpretación errónea de la posición de la nave, y unas cinco millas de su destino encalló cerca de la ensenada de Busicú a las 07:40 horas. Esta área de facto estaba controlada por las cabilas rifeñas de Bocoy y Beni Urriaguel ya por entonces, hostiles a los españoles, que excitados por el principal caíd rifeño Abd-el-Krim y el de la zona del Yebala El Raisuni, veían con temor la llegada de los españoles.
“El Magreb se caracterizó de siempre por ser un territorio donde se suponía al sultán como máxima autoridad, pero fuera de toda realidad. El caíd, en cada cabila se consideraba un caudillo, casi siempre disconforme o en guerra con el sultán, o entre ellos mismos. En cada cabila, en la persona del caíd, recaía la máxima autoridad militar, religiosa y jurídica. No es de extrañar que rechazaran por completo la autoridad del califa que de mutuo acuerdo el sultán de Fez Mulay Yúfuf (padre del que más tarde reinó como Mohamed V) y el Gobierno español, introdujeron en la capital del Protectorado español, Tetuán. Los jefes de cabilas, se encargaron de intoxicar a un pueblo de pastores y agricultores, campesinos analfabetos, con engaños como que, los españoles venían con la intención de esclavizar a sus mujeres y terminar con el islam. Con estas mentiras consiguieron poner en pie de guerra a todas las cabilas que tantas muertes originaron en uno y otro bando”.
Después de una larga lucha, murieron doce tripulantes, entre ellos el comandante del buque, y catorce resultaron heridos, y los rifeños tomaron trece prisioneros. Ayudados por unidades de la Armada como el cañonero Lauria, la tripulación restante fue rescatada. Al día siguiente el cañonero fue bombardeado por el crucero Reina Regente que no conseguiría destruirlo completamente, algo que se logró en la jornada siguiente acompañado por los cañoneros Lauria y Recalde, para evitar que fuera saqueado por el enemigo.