El profesor de CEPA Edrissis que tiende puentes entre la Educación y la vida

EDUCACIÓN

El ceutí Jesús Canca es el embajador más veterano de EPALE, la plataforma europea de visibilización de la formación para adultos, que lleva 10 años exhibiendo historias sobre nuevas oportunidades

El profesor del CEPA Edrissis, Jesús Canca, posa en el centro educativo. / FOTO G.S.
El profesor del CEPA Edrissis, Jesús Canca, posa en el centro educativo. / FOTO G.S.

Cuando el profesor Jesús Canca (Ceuta, 1970) le leyó a la “reina de Saba” el relato que acababa de redactar sobre su historia de superación, la alumna marroquí se echó a llorar. Era su alumna en Centro de Educación de Personas Adultas (CEPA) Edrissis y, al conocer su trayectoria, quiso compartirla a la sociedad sirviéndose de la plataforma digital europea de la que es embajador local y donde se recopilan narraciones para visibilizar la formación a los mayores de 18: EPALE. Desde que en 2019 se embarcara en el proyecto europeo, ha publicado más de 400 artículos, pero el de Saba le merece mención aparte. Su ejemplo cruzó el Estrecho para acabar plasmado en El País y revistas especializadas. Con ello, el docente ceutí alcanzó dos de sus objetivos profesionales: dar a conocer la ignorada educación de adultos y que el mundo hable de Ceuta.

Con camisa de cuello mao y rayas blancas y azules, Jesús Canca toma asiento en el interior de un restaurante de la Avenida de África, a escasos metros del centro formativo donde ejerce desde que, hace unos 18 años, se hizo con una plaza vacante. Pide un café y posa sobre la mesa un dossier de plástico abultado por las hojas que guarda dentro. “Como buen docente, he hecho los deberes”, suelta al tiempo que deja escapar una sonrisa. Acción que repite con frecuencia durante la hora que este “joven” amante de la escritura creativa, de mochila “repleta de experiencias educativas”, comparte con El Pueblo de Ceuta.

La excusa es el décimo aniversario de EPALE, un proyecto de la Comisión Europea que constituye una red docentes y técnicos de la administración de todo el continente que, nombrados embajadores de sus territorios, tienen la tarea de hacer -mínimo- cuatro publicaciones mensuales en la web para dar a conocer la educación para adultos de sus diferentes tierras. Deben entregar artículos de prensa, noticias, recursos didácticos, eventos educativos y entradas de blog. Esta última es la favorita de Canca, que, si hace números, cuenta más de 400 textos colgados en la página. El género referido le ofrece la flexibilidad que le permite dar rienda suelta a su creatividad y contar las historias de vida de aquellos alumnos ceutíes que, según defiende, pueden asemejarse a las de estudiantes de cualquier otro rincón del país.

El profesor Jesús Canca accede al portal digital EPALE. / FOTO G.S.
El profesor Jesús Canca accede al portal digital EPALE. / FOTO G.S.

“Tenemos que tender puentes entre la educación y la vida”, pronuncia Jesús mientras lee uno de los documentos que acaba de extraer de la funda de plástico preparada para la entrevista. Acompaña su lectura con un bolígrafo ‘BIC’ azul, cuyo tampón desliza por el papel sobre las palabras que va pronunciando. “Gajes del oficio”, comentaría, risueño, a lo largo de la conversación el profesor cuyo rol docente no tiene días libres. Seleccionó algunas de sus publicaciones favoritas y las volcó en los documentos con los que se sentó en el ‘Tapi’. En su mayoría, entrevistas a estudiantes, introducidas algunas de ellas por frases que le inspiran, como la de Viviane Reding, exvicepresidenta de la Comisión Europea, que introduce este párrafo y que le sirve Canca para explicar lo que para él significa la educación de adultos.

Tender puentes entre la educación y la vida es lo que pretende el ceutí cuando, ordenador en mano, escribe para humanizar a su alumnado y exportar sus vivencias al mundo a través del ciberespacio. Lo hizo con “la reina de Saba”, y acabó “perdiendo el control” y “traspasando fronteras”. En realidad, ni se llama Saba ni es soberana. “Se quedó sin padre a los 4 años (…) Conoció la miseria. Vivió épocas de penurias y llegó a pasar hambre junto a su madre y sus siete hermanos. De niña no tuvo infancia y apenas pudo ir al colegio”. Así lo relató Canca en el artículo que, tras publicarse en EPALE, se coló en el suplemento educativo semanal de El País en dos ediciones consecutivas, en las revistas especializadas Tartessos y Aprendizaje y en el blog de una profesora de Toledo llamado Me Gusta Leer.

En 2023, tras superar los obstáculos de un matrimonio difícil con un marido “ausente” y tres hijos, Saba -nombre ficticio- logró finalizar la ESPA y graduarse en Educación Secundaria. Formación que recibió a pesar de las quejas del padre de sus hijos, que no entendía “la forma tan tonta de perder el tiempo que tenía su mujer ausentándose de su casa todas las tardes”, según sigue narrando Canca en su entrevista. La de Saba, al igual que la de Rosa, que, tras abandonar los estudios con dieciocho años, se matriculó en Edrissis y ahora es funcionaria en el CETI, es solo una de tantas historias de “figuras inspiradoras” con las que el profesor ceutí se ha ganado un hueco entre los embajadores de EPALE más conocidos de España.

Jesús Canca señala con su bolígrafo un documento donde resume los orígenes y la esencia del proyecto EPALE. / FOTO G.S.
Jesús Canca señala con su bolígrafo un documento donde resume los orígenes y la esencia del proyecto EPALE. / FOTO G.S.

El coordinador de programas europeos del centro de adultos ubicado en el Morro es el embajador más veterano de EPALE. El único español que permanece en el cargo desde que en 2019 arrancara la red de representantes autonómicos. “A pesar de mi juventud, soy el más viejo”, ironiza. La antigüedad le ha valido a Jesús Canca para ser elegido por la embajadora de Castilla y León para entrevistarlo con motivo del décimo aniversario de la plataforma digital, que el docente ha calificado como “una caja de herramientas que permite mantenernos actualizados en los formativos, crear redes profesionales y mejorar el proceso de internacionalización de nuestra institución educativa”. También para celebrar el cumpleaños de la plataforma, la institución de Bruselas pidió a los embajadores que definieran en 200 caracteres qué es para ellos.

Para Jesús Canca, es “tiempo y trabajo”, pero también “reflexión” sobre sus propias ideas y satisfacción cuando alguien lee sus textos y se siente identificado. Y le permite demostrar a personas anónimas que sus historias importan, por, entre otras cosas, formar parte de un contexto compartido por otras muchas personas anónimas con vidas diferentes, aunque atravesadas por circunstancias similares. Como el caso de Saba, una mujer migrante que logra salir adelante en España gracias a la CEPA. “Su historia llamó la atención porque no solo es impactante, sino que es una realidad que se encuentran los profesores de otros muchos centros”, explica, para después señalar la importancia de que personas como ella comprueben cómo su historia no solo son narradas “en un blog en el que escribe el profe, que está loco, que se aburre”, sino que da el salto a cabeceras nacionales.

Historias, todas, cosidas con el hilo de las nuevas, que no segundas, oportunidades, como el profesor se encarga de matizar. Idea que refleja otra de las frases que usa para explicar la educación de adultos y que entrelaza en el texto donde cuenta la historia de Rosa: “Nunca es tarde si la actitud es buena”.

Nuevas, que no segundas, oportunidades

“El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el realista ajusta sus velas”. Es la tercera cita que usa Jesús Canca para terminar de hilvanar su particular definición de la educación para adultos. La sentencia del poeta inglés William George Ward le sirve para reflejar la complejidad de una fase educativa compuesta por “gente que abandona, por razones varias, sus estudios cuando son jóvenes”, en la que los docentes tienen la tarea de “reinsertarlos” en el sector académico y animarlos a seguir hasta hacerse con “un título, una formación que les pueda permitir mejorar sus vidas”.

“Los grupos de educación de adultos son mucho más heterogéneos que en cualquier etapa educativa por la variable de la edad. Dentro de un mismo grupo puedes encontrarte gente de 18 años y de 70”, explica el docente, que escogió el CEPA tras años trabajado en Primaria y Secundaria. Todos los alumnos de la fase donde imparte clases van a las aulas con sus “mochilas” a la espalda, sus “intereses, motivaciones o bagajes culturales”. Se recuerda a sí mismo, durante la pandemia, cuando las clases eran online, recitando lecciones mientras escuchaba de fondo el llanto del bebé de una de sus alumnas.

“Se puede pensar que los jóvenes van a tratar con desprecio a las personas mayores, pero no. Inclusive, ayudan si lo necesitan"

Canca asegura que, aunque “el papel del docente en la actualidad es difícil en cualquier etapa educativa” -y lo dice con conocimiento de causa, al haber pasado por todas ellas-, “porque se hace de psicólogo, de animador y de coach, se acentúa la dificultad en adultos”. A menudo tiene que asumir un papel de “orientador” para “animar” a los estudiantes a seguir remando y no naufragar. “Pueden tener problemas de carga familiar y piensan en dejarlo, y ahí tenemos que estar para recuperarlo”, dice. Lo ejemplifica con el caso de Michelle, una chica jamaicana a quien, además de aupar hasta que logró sacarse la ESO, la motivó a acudir al SEPE para informarse sobre futuras formaciones, y acabó matriculándose en un curso de formación profesional.

Entre los compañeros de clase, unos con la mayoría de edad recién cumplida, otras amas de casa o ya en la vejez, “existe mucho respeto”. “Se puede pensar que los jóvenes van a tratar con desprecio a las personas mayores, pero no. Inclusive, ayudan si lo necesitan. Por ejemplo, un chico joven que ya tiene una enseñanza en lengua inglesa ayuda a una persona mayor que, en su época, estudió francés”, aclara el docente, cuyo “reto” marcado es usar la EPALE para dar visibilidad a la belleza que percibe en el universo al que pertenece y al que se unió rondando el año 2008.

Canca posa junto a un mural del CEPA Edrissis con motivo de Eurovisión. / FOTO G.S.
Canca posa junto a un mural del CEPA Edrissis con motivo de Eurovisión. / FOTO G.S.

Desde sus primeros años, Jesús Canca ha observado “un cambio en la mentalidad del alumnado adulto”. Asegura que cuando llegó la meta de la mayoría se limitaba a “conseguir el título y punto”, para poder después buscar trabajo. Ahora, se atrevería a decir que son “más ambiciosos”, ya que muchos “quieren seguir formándose” en grados medios o superiores. Incluso en la universidad. “Mi reto es visibilizar la EPA en Ceuta. Dar a conocer que Ceuta existe y que la educación en Ceuta va bien”, insiste con relación a sus objetivos con EPALE.

Canca se decantó por la formación a los adultos tras probar en la Educación Primaria, donde aterrizó en 1998. Opositó después de estudiar Magisterio. Más tarde, estudió Filología Inglesa en Granada, y volvió a opositar. De nuevo, logró superar las pruebas, en 2008, y pidió adultos. Tras una etapa en el CEPA Miguel Hernández obtuvo su plaza en Edrissis. Su primera experiencia con los mayores la tuvo en tierras extranjeras. Al finalizar su segunda carrera marchó a Escocia para trabajar como asesor lingüístico. Suele referirse a esa etapa como su “embarazo escocés”, porque fueron nueve los meses que permaneció allí. Los recuerda “fructíferos”. Además de dar clase en tres centros de Secundaria y en dos de Primaria, trabajó en la universidad y en un centro para adultos, donde enseñó conceptos básicos de español a un grupo de jubilados amantes del verano en la Costa del Sol.

Por la costa malagueña estuvo “pululando” una de las alumnas que el ceutí ha dado voz a través de la plataforma europea durante varios años hasta atreverse a echar la matrícula para el CEPA Edrissis. De nuevo, saca a colación el caso de Rosa. Tenía 40 años cuando reinició sus estudios. Tras una juventud de llena de “confusión” y “problemas familiares”, 20 años después de abandonar su formación académica reglada, retornó al sendero educativo en su ciudad natal, de la que también se había distanciado. Superó la ESO, se preparó las Pruebas de Acceso de Grado Superior, se tituló en la FP de Integración Social y acabó dando el salto a la universidad, en el grado de Educación Social. Trabaja como técnico superior de Integración Social en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes y en pisos tutelados de menores. Para su exprofesor de inglés, es un ejemplo de que, “parafraseando al refranero, nunca es tarde si la actitud es buena”.

A continuación, este periódico le pregunta si se podría calificar la educación de adultos como la de las segundas oportunidades. La cuestión le arranca una reflexión crítica que defiende sin perder la sonrisa con la que, tras casi 30 años de dedicación a la docencia, continúa tendiendo puentes entre la educación y la vida: “Si me lo permites, hay gente que tilda los centros de adultos como escuelas de segundas oportunidades. Decir ‘segundas’ tiene una connotación peyorativa, de fracaso en la primera oportunidad . Yo diría de nuevas oportunidades. Porque todos aprendemos continuamente. En ese aprendizaje a lo largo de la vida, desde que uno nace hasta que muere, todos tenemos nuevas oportunidades”.

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