El héroe español Ramos Izquierdo (11 de junio de 1913)

José María Fortes Castillo

La olvidada gesta del héroe español que defendió su buque contra cientos de rifeños en 1913

El 11 de junio de 1913, el cañonero «General Concha» fue atacado por las tribus locales tras embarrancar en Marruecos. Uno de sus marinos luchó hasta la extenuación el bajel, aunque sin éxito.

«Esta mañana, apenas embarrancó el barco, llegaron moros en número muy considerable, comenzando fuego contra sus tripulantes, y resultando muerto el comandante, y heridos varios marineros y dos alféreces de navío». Con estas tristes palabras empezaba, el viernes 13 de junio de 1913, el artículo en el que el diario ABC recogía la tragedia acontecida apenas dos jornadas antes en la cubierta del cañonero «General Concha». La noticia, estremecedora, dejó compungida a la sociedad. Y no era para menos, pues aquel ataque costó la vida a más de una docena de marinos y el cautiverio a otros tantos que no lograron escapar de los rifeños asaltantes.

La suerte del buque no fue mejor, como dejó claro el comandante general del apostadero de Cádiz en un telegrama: «El “Concha” está perdido totalmente y sin remedio en la playa de Butsicu».

Sin embargo, sobre aquel fango creado con la sangre de los soldados españoles se alzó un personaje heroico que, a la postre, atrajo la atención social: el gaditano Rafael Ramos Izquierdo. Por entonces alférez, este militar defendió el encallado «General Concha». Así definió el ABC su actuación en una noticia publicada el 16 de junio de ese mismo año: «Se dice que el señor Ramos Izquierdo se portó heroicamente, recibiendo dos balazos en los brazos antes de ser hecho prisionero por la avalancha de moros que entró por la borda». Para su desgracia, el arrojo que demostró aquel día no le impidió ser capturado por el enemigo y sufrir un largo cautiverio del que solo pudo liberarse escapando. La vida de este militar terminó en 1936, en una de las checas de Madrid.

El origen del altercado que llevó al «General Concha» a hundirse se remonta hasta mediados del siglo XIX. Más concretamente, hasta el año 1859 cuando, tras el ataque de un grupo de rifeños a unos operarios hispanos cerca de Ceuta, Leopoldo O’Donnell inició la llamada Guerra de África . Según los libros de historia, aquel enfrentamiento se extendió solo hasta 1860 (sin duda, el militar y político se mostró sumamente efectivo a la hora de aplastar a las tribus rebeldes que amenazaban la soberanía española). Sin embargo, la realidad es que con él comenzaron una serie de contiendas en la región que se extendieron hasta la segunda mitad del siglo XX de forma intermitente, pero continuada.

Aquellos combates vivieron sus momentos más álgidos a partir de 1912, año en que España recibió un protectorado en territorio marroquí que le costó sangre, sudor y vidas humanas mantener. La región, para ser más concretos, llegó a nuestras manos el 27 de noviembre, después de la firma de un tratado hispano-francés en Fez en el que quedó claro el objetivo principal de la no tan desinteresada cesión: «Velar por la tranquilidad de dicha zona y prestar su asistencia al gobierno marroquí para la introducción de todas las reformas administrativas, financieras, judiciales y militares que necesita».

La verdad es que a España nunca le interesó el protectorado de Marruecos y mucho menos en las condiciones que se llevó el tratado, donde el Gobierno español tuvo que administrar la zona norte, la menos fértil de todo el Magreb y a la vez, donde por su lejanía con Fez, se ubicaban las cabilas más rebeldes y belicosas. Fue un compromiso político, dado que España venía de perder las islas Filipinas y Cuba y había perdido todo el protagonismo internacional que mantuvo durante siglos.

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