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Las dificultades para su venta han convertido el viejo hospital de Cruz Roja en un engorro para los propietarios
CIUDAD
Mientras tanto, la organización humanitaria se empeña en mantener en las mejores condiciones posible unas instalaciones que han experimentado un manifiesto deterioro con el paso de los años
El antiguo hospital de Cruz Roja comienza a resultar un engorro para la organización humanitaria. La inauguración del nuevo Hospital Universitario en Loma Colmenar llevó en 2010 al desalojo de unas instalaciones que nunca más han vuelto a ser ocupadas.
El problema reside en las dificultades que Cruz Roja ha venido encontrando a lo largo de todos estos años para dar una salida al edificio. La cuestión reside en que el futuro comprador estaría condicionado por las limitaciones de uso que pesan sobre el inmueble. “Está a la venta desde que fue desalojado, pero la operación no es fácil -explica la responsable de Comunicación de Cruz Roja, Isabel Brasero- Existe una cláusula que especifica que el edificio ha de tener un uso social”.
Mientras tanto, la organización humanitaria se empeña en mantener en las mejores condiciones posible unas instalaciones que han experimentado un manifiesto deterioro con el paso de los años.
Tabiques vs. intrusiones
Antes del incendio registrado el pasado 22 de marzo, Cruz Roja había tabicado el inmueble con el propósito de evitar intrusiones que, pese a todos los esfuerzos, han continuado produciéndose. Aquel fuego y el registrado este jueves parecen estar relacionado con el uso que muchas personas sin techo vienen haciendo del viejo hospital como alojamiento.
La institución explica que tras el incendio de marzo se acometieron nuevas obras para blindar el acceso a las instalaciones. Mientras duraron aquellos trabajos, Cruz Roja contrató un servicio de vigilancia privada que se retiró una vez que se levantaron nuevos tabiques. El empeño, sin embargo, no parece haber dado sus frutos si se atiende a que, como ha evidenciado el incendio de este jueves, la entrada de extraños al interior de edificio no ha cesado.
Las paredes del antiguo hospital exhiben carteles en los que se advierte de los peligros que entraña acceder al interior. “Pese a todo, la gente sigue buscando resquicios para entrar”, se lamenta Brasero.
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