EDITORIAL
Día histórico en Ceuta
Ceuta vuelve a aparecer en el mapa del narcotráfico internacional, esta vez como una pieza más —pero nada menor— en el engranaje logístico de una red criminal desarticulada por la Guardia Civil y la GNR portuguesa. Que uno de los diez registros practicados se haya realizado en El Príncipe no puede tomarse a la ligera: estamos ante una operación que ha destapado la mayor estructura de apoyo al narcotráfico en la Península Ibérica, y Ceuta formaba parte de ese entramado.
Es preocupante, aunque no del todo sorprendente, que nuestra ciudad se vea implicada en investigaciones de semejante calado. La presión policial en el Campo de Gibraltar ha desplazado las rutas, pero no ha disuelto las redes. Simplemente se han adaptado. Y en ese nuevo mapa del delito, Ceuta, con su posición geográfica estratégica, ha sido usada como nudo logístico más que circunstancial.
Que se hayan intervenido aquí dinero, joyas y teléfonos móviles no es anecdótico. Es la prueba de que existe infraestructura, conexiones y complicidad a pie de calle. Y eso no se combate solo con operativos puntuales. Hace falta más vigilancia, sí, pero también más inversión social y educativa en los barrios más vulnerables, donde el crimen organizado encuentra terreno fértil para sembrar lealtades.
La operación “Sonder-Rampa” ha sido un éxito, sin duda. Pero la pregunta que debemos hacernos es qué vendrá después. ¿Seguiremos permitiendo que Ceuta aparezca solo en los titulares cuando se trata de alijos, violencia o intervenciones policiales? ¿O vamos a empezar a reclamar políticas de Estado que aborden, de una vez por todas, la raíz del problema?
Porque si no cortamos el suministro de pobreza y exclusión que alimenta a estas redes, los narcos seguirán encontrando aquí logística, cómplices y silencio. Y entonces, por muy eficaces que sean los golpes policiales, siempre estaremos llegando tarde.
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