El director del CETI minimizó la agresión sexual de un guineano a una enfermera
SOCIEDAD
Antonio Bautista trató de convencer a la sanitaria de que no denunciara al momento, después de que un residente se bajara los pantalones y la agarrara con fuerza provocándole lesiones. Además, no inició protocolos, por lo que pudo incurrir en una infracción por “dejación de funciones". La víctima está de baja psicológica
El letargo que dominaba la situación en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) desde hace meses parece haber sido solo un preludio de lo que estaba por llegar en un recinto dirigido por un polémico Antonio Bautista, cuya gestión ha sido descrita como “poco ortodoxa” y marcada por una “permisividad total” hacia los residentes conflictivos, según denuncias internas reiteradas a este medio por parte del personal desde las entrañas del lugar. La agresión sexual de un guineano de 20 años ya condenado a una enfermera este domingo y la reacción del teniente de la Guardia Civil lo han vuelto a poner en el foco. Fuentes consultadas por este diario confirman que el director minimizó el suceso tratando de convencer a la sanitaria, ahora de baja psicológica, de que no denunciara en el momento, sino que esperara. La falta de activación de un protocolo refleja una supuesta dejación de funciones.
La noticia salió a la luz este domingo por la mañana: un guineano de 20 años que llevaba un mes en el CETI agarró con violencia a una enfermera que trataba de administrarle una inyección y se bajó los pantalones frente a ella. La sanitaria, de unos 35 años, consiguió zafarse del agresor y pedir ayuda a los vigilantes que trabajan en el centro.
Ante el revuelo ocasionado, según fuentes consultadas por este diario, apareció Bautista, que desde un inicio “intentó quitarle hierro” a la agresión. El director le dijo a la sanitaria que se calmara y que esperara al día siguiente, que no denunciara en el momento. Esto, según ha podido confirmar este diario con agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, puede ser infracción -o incluso delito-, ya que el mandatario debería de haber activado los protocolos y llamado “al instante” a la policía. “Es una dejación de funciones. Tenía que haberlo puesto en conocimiento de las autoridades”, subrayan.
Cuando la enfermera contó su versión de los hechos a los agentes, según fuentes consultadas, éstos le propusieron denunciar al director, ya que Bautista desde que tuvo conocimiento de los hechos tuvo que haber velado por la integridad de sus empleados y debió de comunicar el suceso a las autoridades, pero la víctima lo descartó.
En el caso de una “dejación de funciones” no se podría tipificar como delito, pero sí podría ser sancionable administrativamente al no garantizar la protección de sus trabajadores, no activar protocolos y no comunicar la agresión a la Fiscalía ni a la Policía a pesar de ser el director.
Por otro lado, si el director hubiera “presionado” para no denunciar o que hubiera protegido al agresor, se podría hablar de un delito de encubrimiento. Si Bautista “conocía la agresión y no la denuncia” podría haber incurrido en un delito de omisión del deber de perseguir delitos.
Bautista no solo trató de atenuar la gravedad de la agresión, sino que puso en duda la versión de la enfermera, “aterrada” y en ‘shock’. El director llamó, según ha podido saber este diario, a una traductora para entablar una conversación con el joven guineano, que negó el incidente y aseguró que había un testigo en la habitación que lo podía corroborar.
El director se dirigió hacia la enfermera para preguntar por qué el residente tenía otra versión. “Lo puso en duda y eso la indignó”, explican las mismas fuentes. La sanitaria estuvo cerca de una hora meditando si denunciar después de que Bautista restara importancia al suceso, pero los ataques de ansiedad eran constantes hasta que decidió llamar a la policía, que arribó rápidamente al CETI y se llevó detenido al implicado.
El domingo pasó a disposición judicial y fue condenado a nueve meses de prisión y a tres de alejamiento de la víctima por maltrato leve, lesiones y coacciones. El residente, según la información que maneja este medio, ahora vive en el Hostal de Benítez con los gastos pagados por Bautista, una circunstancia que, según personal del CETI, ya se ha dado en varias ocasiones. La joven enfermera, que espera casarse este año, se ha cogido la baja psicológica.
“Verás como el mes que viene derivan al residente a la península. Es lo que suele hacer -el director- en estos casos. Es el premio para los que hacen este tipo de cosas”, explican, recordando la agresión de un africano a tres vigilantes y a una cocinera a finales de marzo. A los pocos días, el también guineano estaba rumbo a la península. Este diario intentó contactar con la Secretaria de Estado de Migraciones para obtener la versión de Bautista, pero no obtuvo respuesta.
Desprotegidas
Trabajadores del centro confirman que las sanitarias en el CETI están “desprotegidas”. Uno de ellos admite que es necesario destinar a un vigilante solo para dicha área. “Con el anterior director tampoco había. Recuerdo una agresión una vez a una enfermera y que me enviaron unos tres días allí a hacer guardia, pero eso, solo tres días”, afirma.
Según cuentan, hay sanitarias que duermen en habitaciones colindantes con los residentes, por lo que deben poner varios candados porque por las noches “pegan a sus puertas” algunos de los más conflictivos.
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