Empresarios critican la falta de control sobre el acceso a las casetas en la Feria

FERIA 2025

Los caseteros denuncian la “incongruencia” de que la Ordenanza actual les obligue a permitir la entrada de todo el mundo pese a que las consecuencias recaen sobre el concesionario

Feria de Ceuta. / FOTO EL PUEBLO
Feria de Ceuta. / FOTO EL PUEBLO

“En los bares, el menor debe entrar acompañado de un adulto. Pero ellos -la Ciudad Autónoma- dicen que no, que la feria es libre, que las casetas son del ayuntamiento. Si pasa algo en la caseta, la culpa es mía. Hay una doble vara que no sabemos cómo gestionar”. Era la reflexión que lanzaba el concesionario de la caseta ‘Vámonos pa’ la feria cariño mío’, Ismael Zurita, hace días en una entrevista concedida a este diario horas después de tener que cerrar su local con antelación porque rociaron gas pimienta en el interior. Sucedió la noche del viernes, cuando la Policía Local, en cumplimiento con la actual Ordenanza de Fiestas, les obligó a dejar pasar a todas las personas que se agolpaban a sus puertas, menores en su mayoría. No es el único que se queja de la “falta de control” sobre el acceso a las casetas en el Real de Ceuta.

Un empresario ceutí que ha estado a cargo de una de las casetas durante la Feria ha querido manifestar públicamente su preocupación ante lo que considera un problema estructural que afecta al modelo de gestión del recinto ferial: la imposibilidad real de ejercer un control efectivo sobre los menores de edad dentro de las casetas.

“Esto no es nuevo, esto pasa en feria y en los pubs”, asegura el empresario, que prefiere mantener el anonimato. Reprueba la imposibilidad de filtrar a los asistentes en la entrada de las casetas. A raíz de la información difundida en medios sobre la prohibición de solicitar documentación a los asistentes, asegura que “los malos saben que tienen que entrar sí o sí, y eso está arruinando a muchas casetas”.

La Ordenanza reguladora de Fiestas y Ferias de la Ciudad Autónoma de Ceuta establece que no se puede impedir arbitrariamente el acceso de menores de edad a las casetas del recinto, aunque sí está prohibido venderles alcohol a quienes no han cumplido 16 años. En su caso particular, reconoce que este año no ha tenido problemas, gracias a la fuerte presencia policial en la zona donde se encuentra su caseta. Sin embargo, advierte que la aplicación estricta de la ordenanza por parte de los agentes, aunque necesaria, puede tener un impacto negativo: “El policía cumple la ordenanza, que es su deber, sin darse cuenta de que les está arruinando la feria”.

Además, en su opinión, existe una contradicción que se arrastra año tras año y a la que no se da respuesta. Según explica, la mayoría de las casetas son gestionadas por asociaciones, lo que implica que no tienen la obligación de dar de alta a sus trabajadores, algo que sí ocurre en su caso, al funcionar como empresa. “No son profesionales… son amigos, familia… etc. ¿Cómo puedes exigir a un camarero así, sin preparación ninguna, que esté atento a cualquier menor que venga a pedir alcohol en la barra? Es imposible e incongruente”, denuncia. “Y si ese menor coge un coma etílico, al casetero se le cae el pelo”, advierte.

Un incidente que reaviva el debate

Las declaraciones de este empresario se producen pocos días después del incidente ocurrido en la madrugada del viernes en la caseta Cariño Mío, donde el uso de un spray de gas pimienta obligó a evacuar la instalación alrededor de las cuatro de la mañana. Cuatro personas resultaron afectadas por el agente químico, dos de las cuales tuvieron que ser trasladadas al Hospital Universitario de Ceuta (HUCE) tras ser atendidas por Cruz Roja.

A raíz de lo sucedido, el concesionario de Cariño Mío, Ismael Alejandro Zurita, también expresó su malestar por la imposibilidad de ejercer un mayor control en el acceso a su caseta. Ambos caseteros coinciden en que existe una falta de herramientas legales para filtrar a los asistentes, lo que dificulta mantener un ambiente seguro cuando se desconoce la edad de los clientes o sus intenciones. No obstante, ambos insisten en que el de Cariño Mío ha sido, hasta la fecha, un hecho aislado en una feria que se está desarrollando con normalidad y bajo vigilancia constante. “Y ojo”, añade el empresario anónimo, “que solo han echado gas pimienta… esperemos que no vaya a peor”.

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