Por favor: no nos ayuden

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Ya ocurría en tiempos de Rodríguez Zapatero y ahora vuelve a suceder lo mismo. El Gobierno de Pedro Sánchez, auténtica trituradora de los consensos de 1978 por un puñado de votos, ofrece a diario motivos para afearle su gestión en mil y un asuntos. A los españoles que ya rondamos el medio siglo de vida siempre nos quedará en el recuerdo la imagen de un Luis Roldán bajando esposado -pacto mediante, por supuesto- de un avión procedente, en teoría de Laos. El actual presidente parece vivir pendiente del teléfono, esperando el momento en que Puigdemont, (prófugo, miserable, cobarde, vividor y racista) le llame al orden. Es la foto que más desea, para terminar de humillar al Estado de Derecho, Y en el pecado de unos, llevaremos millones la penitencia.

Sin embargo, todo esto y más -el colapso ferroviario o la ideología antes que las ideas en la política energética- no bastan a quienes quieren tirar el Gobierno abajo. Ni siquiera que, pese a que se haya aumentado el SMI -bien hecho- el coste de la vida prácticamente lo deje sin efecto tras casi un centenar de subidas de impuestos. Las clases medias y trabajadoras vivimos desde hace década y algo (lo puso en marcha Rajoy, el que venía a bajar impuestos y le faltó cobrar el diezmo) sin llevarnos una pequeña alegría en forma de deducción por vivienda habitual porque, en según que cabezas, vivir en un piso y estar hipotecado para media reencarnación es un delito grave. No así con los okupas, tiernas criaturas dignas de ser entendidas. Al tal ‘Dani desocupa’ no le va a faltar competencia. Al tiempo, con lo que ello tiene de grave: se acude al primer cantamañanas para que negocie con los okupas, y milagrosamente la cosa surte efecto. Traducido: una justicia en caja b, mientras que la que pagamos con nuestros impuestos está colapsada hasta, como mínimo, el 3.250, con la amenaza de convertir a los jueces en meros administradores de lo que digan los fiscales y a estos en operadores al servicio del Gobierno. Ya lo dijo Alfonso Guerra: Montesquieu ha muerto. Pero por si acaso, no viene mal rematarlo…

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No. Lo que siempre arguyen determinados personajes mediáticos es la soberanía de Ceuta y Melilla en riesgo. El método siempre es el mismo: mis cojones (con perdón) tranquilamente sentados en Madrid. Yo me pongo delante de un ordenador y cito supuestas fuentes de inteligencia para decir que va a producirse una invasión sobre las dos ciudades. El último, además, da hasta fechas: de aquí al 17 de septiembre. Si el otrora virrey de las mañanas quiere, nos jugamos una cena a partir del 18, en cualquier restaurante de Ceuta: encontrará corazones de pollo, mero a la Rigamonti, pulpo con mahonesa y pescado fresco en vez de trincheras humeantes y restos de metralla. Luego ves comentarios anónimos: “El ambiente en Ceuta es irrespirable”, leía en mi móvil tras salir del cine y comerme un helado con mi hija. Pulserita de España, tono apocalíptico y clickbait servido. Luego a otra cosa, que ya hemos cumplido hoy en la defensa de España y la hispanidad.

Recuerdo vídeos sobre una supuesta entrada masiva en Ceuta con imágenes de cañones de Hezbollá disparando misiles contra el Ejército israelí. Nadie pensó en la repercusión: “total, son moros, ¿qué más da?”, debió pensar alguna mente lúcida. Cada vez que ha habido alguna tensión en el Sáhara, la preguntita de marras “¿Qué pasará con Ceuta y Melilla?”.

No se desgasta al Gobierno con eso: se daña inmisericorde e injustamente la imagen de Ceuta y Melilla. Se ponen palos en la rueda de cualquier inversión privada que pueda generarse en ambas ciudades autónomas, y no se muestra ningún interés por problemas verdaderamente nocivos para ambos. Principalmente, las dos fronteras: la del Tarajal y la invisible, la de Algeciras, en el caso de Ceuta.

Cada vez que determinados nostálgicos del franquismo deciden venirse arriba, tratan a esto como si fueran dos colonias. Podría emplear un par de párrafos más hablando del Tratado de Descolonización de 1962, en el que España mencionó a cuatro territorios (Guinea Ecuatorial, Fernando Poo, Sáhara y Rio Muni) como lugares que, en efecto, si merecían el estatus de colonia. Que la Constitución del 78 consagre la indivisibilidad de España como nación o que Ceuta y Melilla estén expresamente mencionadas, a conciencia, a través de la célebre Transitoria V tampoco importa. Ni que la ONU haya rechazado en más de una ocasión las tesis de Marruecos, tampoco.

No. No perdamos el tiempo. Lo importante es el titular, asustar, generar incertidumbre. Que la realidad no nos estropee el asunto. Si faltan temas, se anuncian la llegada de las siete plagas de Egipto, los cuatro jinetes del apocalipsis y tres conciertos de reggeaton en los que se repartan cebolla amarga y fruta escarchada en Ceuta y Melilla y santas pascuas. Lo hacemos por el bien de España. Estamos ‘putodefendiendo’ la unidad nacional. Lo bien que nos vendría una invasión, siquiera para ver que haría Sánchez. Pero eso si: yo con mi Jameson en una terracita de Madrid mendigando un abono para el Bernabéu o un par de entradas en el musical de moda. Lo de defender Ceuta y Melilla, que se encarguen otros. Por ejemplo, los agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional, a los que a lo mejor no les hace tanta gracia esto del efecto llamada o las cántigas a la catástrofe.

Lo del daño causado, me la pela. Yo ya he cumplido con la defensa de las esencias patrias, pero hasta las ocho de la tarde, que tampoco es plan de regalarle horas a la empresa. Y quien habla, como miles de ceutíes y melillenses (de cualquier religión, por descontado) se siente español por los cuatro costados durante veinticuatro horas al día. Se lo que supondría un conflicto abierto con el vecino, porque he estado a punto de vivir dos. Precisamente por eso, amo tanto a mi país que no puedo ser nacionalista, como dijo Albert. Camus, por supuesto...

Hágannos un favor, si tanto quieren a Ceuta, Melilla y la unidad de España como dicen. Si esta es su aportación, no nos ayuden. Ya nos bastamos solitos.

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