La luz que no se apaga: el Faro Punta Almina a través de la historia y su salto al siglo XXI

DÍA DE LOS FAROS

Cada 7 de agosto, el Día de los Faros rinde homenaje a esas torres que, con su luz, han guiado a generaciones de navegantes y han sido testigos silenciosos de historias en alta mar. En Ceuta, el Faro Punta Almina no solo forma parte de esa red de centinelas marítimos, sino que encarna casi dos siglos de vigilancia en el Estrecho de Gibraltar. Su pasado legendario y su modernización convierten este aniversario en el momento perfecto para recordar su historia y descubrir cómo se ha preparado para seguir iluminando el horizonte en pleno siglo XXI

FOTO COMPOSICIÓN A TRAVÉS DEL CATÁLOGO DE FAROS EN ESPAÑA
FOTO COMPOSICIÓN A TRAVÉS DEL CATÁLOGO DE FAROS EN ESPAÑA

El pasado 7 de agosto, Día de los Faros, el Punta Almina volvió a ser protagonista no solo por su luz, sino por la historia que lo ha convertido en uno de los símbolos marítimos más emblemáticos de Ceuta. Encendido por primera vez en diciembre de 1855, su construcción formó parte del ambicioso Plan General de Alumbrado Marítimo de las Costas y Puertos de España e Islas Adyacentes de 1847, diseñado para guiar a los navegantes a lo largo de las costas españolas y sus islas, explican en el el Catálogo de Faros.

Su ubicación no fue casual: desde tiempos remotos, mezcla de historia y leyenda, se dice que en ese mismo punto ya se habían alzado señales para alertar a los marinos de los peligros de la zona y de la proximidad de puerto seguro.

Fotografía del montaje de la óptica, mecanismo de giro y basamento en los talleres de la firma Henry Lépaute (anterior a 1918) Fuente: Archivo Francisco Climent, fondo La Maquinista Valenciana
Fotografía del montaje de la óptica, mecanismo de giro y basamento en los talleres de la firma Henry Lépaute (anterior a 1918) Fuente: Archivo Francisco Climent, fondo La Maquinista Valenciana

Arquitectura y tecnología del siglo XIX

El proyecto original contemplaba un edificio de planta rectangular, con 22,4 metros de largo por 16,5 de ancho, pensado para albergar a tres torreros y sus familias. La torre, de 14,7 metros de altura sobre el terreno, eleva su lámpara hasta los 179,7 metros sobre el nivel del mar, una posición privilegiada para vigilar el tránsito marítimo. La tipología de la construcción, conocida como A-2, situaba la torre en el centro, unida a las dependencias de servicio a través de un vestíbulo, con un acceso principal ligeramente retranqueado respecto a la fachada, relata el Catálogo de Faros.

Copia del plano del Proyecto original  / Catálogo de Faros en España
Copia del plano del Proyecto original / Catálogo de Faros en España

Durante décadas, la luz giró gracias a un sistema de cubeta de mercurio y pesas que movían la óptica, diseñado por H. Lepaute, colaborador de Gustave Eiffel, una muestra de la ingeniería de la época que colocó al faro en la vanguardia técnica del siglo XIX. Con el paso del tiempo, llegaron reformas significativas: en 1912 se cambió la lámpara, en 1919 la óptica y en 1968 la maquinaria, siempre con el objetivo de mantener su fiabilidad y alcance.

Fotografía del acto de finalización de la substitución de la linterna (1919) Fuente: Archivo Francisco Climent, fondo La Maquinista Valenciana
Fotografía del acto de finalización de la substitución de la linterna (1919) Fuente: Archivo Francisco Climent, fondo La Maquinista Valenciana

Una modernización largamente esperada

Ahora, casi 170 años después de su primer destello, el Punta Almina se prepara para una transformación que le permitirá seguir siendo útil en el siglo XXI. En abril de 2024, la Autoridad Portuaria de Ceuta logró adjudicar por fin el proyecto de modernización a la empresa Mediterráneo Señales Marítimas S.L., por un importe de 180.900 euros y con un plazo de ejecución de tres meses.

Las obras, que habían sufrido retrasos por cuestiones administrativas, suponen mucho más que un simple lavado de cara: significan el adiós al mercurio que durante décadas hizo flotar la óptica, sustituido ahora por una baliza giratoria más pequeña, ligera y eficiente, que reduce el consumo energético y eliminará un riesgo para la salud y el medio ambiente. El motor que mueve la luz también ha sido reemplazado por uno de menor consumo, y la lámpara incandescente de 1.000 vatios ha dado paso a la tecnología LED, más duradera y sostenible, adaptándose así a los nuevos tiempos.

El faro que seguirá marcando rumbo

La intervención incluye, además, la homogeneización del sistema de balizamiento del puerto de Ceuta, de forma que las señales compartan repuestos y se integren en un mismo sistema de gestión, simplificando el mantenimiento y reduciendo costes. El faro y las balizas están monitorizados y controlados a distancia, lo que permitirá detectar averías y anticiparse a reparaciones sin depender de la presencia física inmediata de técnicos. También se han adaptado las señales marítimas a la normativa internacional vigente, cumpliendo con los estándares de seguridad marcados por la Asociación Internacional de Ayudas a la Navegación Marítima (IALA) y Puertos del Estado.

Así las cosas el Punta Almina, que desde su atalaya ha visto cambiar la forma de navegar y ha sido testigo de la historia convulsa del Estrecho, asume desde el pasado año una etapa de renovación que lo ha preparado para seguir alumbrando durante muchas décadas más. Su luz, que un día fue símbolo de progreso, hoy es también un ejemplo de cómo la tecnología puede respetar la esencia de un patrimonio histórico mientras lo adapta a las necesidades del presente.

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