“Ojalá jugar algún día contra el Caballa en competición europea”
ENTREVISTA / GUILLERMO MOLINA
El mítico waterpolista ceutí, ahora como entrenador, habla del deporte en el que es una leyenda y que vuelve a estar de moda tras los recientes triunfos de la selección nacional masculina

Uno de sus tres hijos, quizá el más travieso, luce la camiseta de la Juventus. “Te tienes que poner la de Pirlo o Baggio”, se comenta antes de comenzar la entrevista. El pequeño mira a su padre con cara de extrañeza; tal vez le suenen esos nombres pero lo que quiere es un teléfono móvil que le permita matar el tiempo con algún vídeo de Youtube. No sabe quienes eran ‘el arquitecto’ o ‘la divina coleta’, acaso los dos jugadores con más talento -ya es decir- de la historia reciente de Italia, pero si están acostumbrados a que su padre sea el centro de atención.
Su padre es Guillermo Molina Ríos. “Si, me llamo como el pabellón”, dice entre risas. Por cierto: “solo he estado dentro el día de la inauguración, viendo un partido del Caballa y no se si alguna más”, recuerda.
Hablar del Caballa para el no es solo hablar del club de sus amores: es hacerlo de la propia historia de su familia. Sus abuelo era el portero -no guardameta- del club, y en una extensión del Caballa en la Rivera formaron un hogar en el que crecieron, entre la playa y la piscina, su madre y tíos, los Ríos Padial. “A mi, literalmente, lo que me ha faltado es nacer en el Caballa. Mi infancia fue ahí, aprendí a andar ahí, todos los recuerdos que tengo de mi niñez con mi padre, mis hermanos... Yo entro por el Caballa con la naturalidad de quien entra en su casa y se quita los zapatos”.
El Club Natación Caballa, como todas las entidades longevas, ha pasado por mejores y peores momentos. El equipo de waterpolo a principios de siglo no existía. Cuando se rehizo la sección y volvió a competir, los resultados eran deprimentes: derrotas por 22-4 o 27-0 en la menor de las ligas andaluzas. Pero poco a poco, sin prisa ni pausa, el Caballa empezó a ascender categorías hasta llegar a la élite. “Es admirable lo que han hecho, la verdad. Yo he visto algún partido de ellos este año a través de la televisión y es un equipo muy serio, que puede crecer y asentarse en una categoría en la que está porque les corresponde”.
Y no le quita importancia a un detalle. “El único equipo que no es catalán y ha sido campeón en España es el Real Canoe. Ese equipo ha bajado este año porque ha perdido una eliminatoria con el Club Natación Caballa. En serio, es un auténtico lujo y ojalá sigan creciendo”.
Molina se retiró el pasado año del waterpolo en activo. Pero ahora vive los toros desde la barrera: es el entrenador del Rari Nantes Sori, un conjunto de la localidad genovesa de Sori que ha confiado en el para su primera experiencia en los banquillos. “La primera temporada ha ido muy bien, la verdad. Teníamos el objetivo de mantenernos, y hemos estado a punto de subir a la máxima categoría del waterpolo italiano. Además, tenemos un equipo que ha quedado tercero en categorías formativas. Pero es muy distinto todo desde el banquillo”, dice riendo.
Se acuerda de uno de sus primeros entrenadores, Dragan Matutinovic. A los más jóvenes les sonará por la película ‘42 segundos’, que narra la preparación de la selección española para los Juegos de Barcleona 92. “Dragan no era un entrenador, era un sargento, o directamente un tirano. Lo tuve como preparador y tenías la impresión de que iba a sacar el rifle. Recuerdo que para calentar nos ponía 2.000 metros nadando, y nos quejamos de aquello. Dijo que efectivamente, 2.000 metros no era una buena cantidad, y al día siguiente nos puso 3.000. Hoy ha cambiado mucho todo: hay tareas tácticas, pero también de recuperación, de coaching, una parte de psicología. No, no soy como Matutinovic...”, dice entre risas.
Por cierto ¿le gustaría enfrentarse al Caballa alguna vez en competición europea?. “Ojalá. Lo pueden conseguir, porque el nivel en la Liga española tal vez lo permita, y sería señal de que nosotros también lo hemos conseguido”. En cuanto al seguimiento de la liga “en Italia, es cierto, que hay patrocinadores fuertes y las piscinas se llenan. También es cierto que, salvo Brescia, Nápoles y Florencia, todos los equipos radican en ciudades pequeñas”. Sori es, de hecho y en la práctica casi, una pedanía de Génova, ciudad donde reside Molina.
“Pensando en frío, ho no volvería a ser internacional con la selección italiana”
Uno de los capítulos más controvertidos de la carrera de Guillermo Molina fue que jugase con Italia tras haberse retirado de la selección nacional. Algo que le generó alguna crítica, aunque el lo explica con el paso de los años con cierta naturalidad. “Seguramente no lo volvería a hacer. A ver: yo dejo España porque yo no podía más, estaba cansado, y veía a la gente joven, de hecho yo creo que no me he equivocado, que va, que va, que subía, yo creo que era un tapón para ello. Esto lo veía clarísimo, después entró David Martín de seleccionador. Yo tuve una conversación con el, porque somos amigos, y me dijo “Guillermo, yo no creo que te vaya a convocar” . Y era justo, porque yo estaba cansado, era tóxico, yo era viejo, no pintaba nada en un grupo tan bueno que venía detrás. Y yo dejo, estoy un año sin jugar en la selección, y de hecho me fui a Malta. Después, al cabo de dos años y medio, se lesiona Francesco Di Fulvio en Italia, y me llamó Alessandro Campagna -seleccionador trasalpino-, que sabía que tenía la doble nacionalidad, y me lo planteó”.
De momento, tenía dudas: “ yo dejé la selección porque yo no podía más, yo quería estar en los veranos, en aquella época tenía dos niños, y dije, a ver, lo hablé con mi mujer en su momento, y me dijo, oye, pues, ¿por qué no? Y yo, pues bueno, después hablé también con el club, porque claro, no era una decisión para mí, era como un premio a la carrera. Y probablemente ahora no lo volvería a hacer, por otro motivo, pero entonces yo no lo hice con la intención de, quiero jugar con Italia, ¿por qué no? O sea, mi país es España, y lo será, y es siempre”.
Incluso “yo hablé hasta con el Comité Olímpico Español, expuse mis razones, y me dijeron que no podían reprocharme nada, porque les hagía dado todo”.
Madrid olímpico
Cuatro -Atenas’04, Pekín’08, Londres’12 y Río’16- son las participaciones olímpicas que atesora Guillermo Molina. “Es mi gran espinita, no haber logrado un metal olímpico”. Las cuatro acabaron igual: con un diploma olímpico, en el quinto puesto, tras tropezar con un equipo balcánico en cuartos de final. De hecho, es lo único que le falta en su palmarés como jugador profesional.
Hablando de Olimpiadas: ¿veremos alguna vez, de nuevo, unos Juegos de Verano en España?. “Si por una candidatura española hablamos de Madrid, no tengo la menor duda de que eso caerá. Madrid ya llegó preparada a las intentonas de 2012 y 2016, y estoy convencido de que si se lo proponen, más pronto que tarde, serán sede olímpica. Lo tienen todo”. La Villa y Corte lo ha intentado en cuatro ocasiones (1972 y 2020, aparte de las citadas), mientras que Barcelona lo intentó también para 1972 y Sevilla para 2004, 2008 y 2012.
“Estiarte es mi amigo, pero fue un cabrón cuando me enfrenté a el la primera vez”
Manel Estiarte y Guillermo Molina son, sin duda, dos de los mejores jugadores de la historia del waterpolo español. Y entre ellos hay amistad, desde hace años. “Nos llamamos, nos escribimos, nos felicitamos por las navidades. Lo quiero muchísimo, pero la primera vez que jugué contra el fue un auténtico cabrón. Ponlo tal cual, yo se lo digo a el y nos echamos unas risas”.
El motivo: “El sabía que yo era un chaval de Ceuta, que ni siquiera era mayor de edad y debutaba en la máxima categoría. Yo estaba flipando en aquel partido, porque tenía como compañeros o rivales a algunos de los que eran mis ídolos. Imagínate”.
“El no salió de inicio -sigue recordando- pero nada más tirarse al agua, vino a buscarme para darme la vuelta. Y lo hizo: me dejó seco en la primera jugada. Pero ahí nació una amistad que se mantiene, que es constante. De hecho, en los veinte años que lleva en el fútbol, siempre me dice que vaya a verlo. De momento, no lo he hecho nunca”, admite.
Y lo tiene claro: “la mejor generación del waterpolo español es la de ahora. Ha mejorado a la del 92, por supuesto a los que ganamos el oro en Fukuoka’99. El waterpolo en España es un milagro: hay muy pocas licencias, pero hay auténticos escultores como Rafa Aguilar tallando en piedra”.
Sigue el canal de El Pueblo de Ceuta en WhatsApp. Pincha aquí, dale a SEGUIR y encontrarás toda la actualidad informativa de la jornada ceutí