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SOCIEDAD
Julia Zamudio (20 años, Ceuta) siempre fue “culo inquieto”. Cuando era una niña probó un poco de casi cada actividad imaginable para los de su edad. En paralelo a la pintura, las manualidades o la equitación, a la pequeña le dio por decir a sus padres que quería aprender a hacer crochet. Tenía unos ocho años cuando su madre la apuntó a clases con una chica. Recuerda que le faltó “un mes” para aburrirse. Ella quería “más y más”. Así que la dejó y siguió por su cuenta. Se bebió los vídeos y desgranó cada patrón. Se introdujo en el punto, con dos agujas, más tarde en el amigurumis y el tapestry, y así fue “creciendo” hasta convertirse en la ceutí que triunfa como tejedora todoterreno: Punto Bajo Juli.
Cuando una enfermera cumple años, sus amigas llaman a Julia para que fabrique una muñeca a su imagen y semejanza, con uniforme sanitario como vestimenta. Si la celebración es de un agente de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, un militar o una cajera, la artesana también tiene un diseño para ellos. Al igual que si alguien busca una copia de su mascota o de su personaje animado favorito. Pero también un pelele para su recién nacido, un top veraniego, un monedero, un bolso, un cojín, un vestido o un macetero con forma de concha. “Todo lo que puedas imaginarte puedo hacerlo”, resume la joven entre risas durante una entrevista concedida a El Pueblo de Ceuta. Lo hace por vocación, "nada más".
De entre todos los hobbies que encadenó cuando era una “niña inquieta”, Julia se quedó con el crochet. Tiene claro los motivos por los que se decantó por el trabajo artesanal. “Relajación y entretenimiento. Eso me aporta”. Una tranquilidad que contrasta con el dinamismo de la profesión que ha escogido. La futura auxiliar de Enfermería sabe que en el hospital tendrá que lidiar con niveles de estrés que podrá desfogar una vez en casa, rodeada de lanas y de agujas. Piensa seguir compaginando ambas pasiones, al igual que en la actualidad hace encaje de bolillos para mantenerse al día en sus estudios -que ya ha finalizado, a falta de las prácticas- y con su apretada agenda de creaciones.
‘Punto Bajo Juli’, como se llama su marca, va creciendo en técnicas y en seguidores en sus redes sociales, donde muestra sus creaciones, que lucen cada vez más perfeccionadas. Ya cuenta, incluso, con los "fijos", aquellas personas que suele encargarle, sobre todo, ropa para bebé. “Antes le echaba 12 horas. Después, con los estudios y las prácticas, no era lo mismo. Y ahora que estoy de vacaciones me levanto temprano y acabo por la noche. Sobre todo ahora, que ha habido un boom muy grande de pedidos”, cuenta Julia.
Trata de ponerse límites, para no sobrecargarse y, sobre todo, para dejar reposar sus manos, la espalda y la vista, que ya se resienten. “En una muñeca ya se me ha salido líquido por estar tantas horas seguidas. Los ojos también los tengo regular. Dos días en semana intento no hacer nada, porque no puedo estar 12 horas sin parar. Tengo que obligarme a tener mis momentos de descanso”, reflexiona.
Para no extralimitarse, suele pedir que se realicen los encargos con cierta antelación. Por ejemplo, si se trata de ropa para bebés, al menos un mes antes, para poder tomarlo con tiempo. “Luego a lo mejor lo hago todo en dos días, pero tengo que tomármelo con tranquilidad para no tener dolores”, matiza. A esto se suma que, a veces, los patrones que encuentra están en otros idiomas, incluso el ruso, lo que le obliga a traducir y termina alargando el trabajo.
Uno de los problemas con los que se enfrenta es la escasez de comercios donde comprar los productos que necesita. Ceuta cuenta tan solo con una mercería, con unos precios que encarecen la producción de algo que ejecuta por pasión. “Este es un trabajo artesanal, y la lana, los rellenos, los ojos, los marcadores, los ganchos… Todo cuesta dinero".
Es por ello que no se plantea vivir del crochet. Seguirá vinculada a la actividad, pero será solo un hobby, especialmente cuando esté inmersa en el mercado laboral, en el sector sanitario. No dejará de tejer amigurumis -esos muñecos que son la joya de la corona de su colección- o tapestry -dibujos realizados con hilos de colores-. De hallar en las lanas la relajación que necesita para calmar la ansiedad. Y, de paso, de hacer felices a los clientes satisfechos que siguen confiando en su trabajo reposado. Mérito que tiene atestado su calendario de creaciones hasta octubre y que seguirá llevando interesados a su puerta en el futuro.
Para visualizar los productos de Punto Bajo Juli, los interesados pueden acceder a su cuenta en Instagram y en Facebook. También pueden contactar con ella a través del número 648 48 50 45.
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