Presencia del dragón azul en aguas del Estrecho

FOTO CEDIDA
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Este pequeño molusco marino, en aguas del Estrecho y del levante español, es motivo del cierre de algunas playas y es muy fácil que se dejen ver por aguas ceutíes

El dragón azul (Glaucus atlanticus), siempre estará flotando sobre la superficie del mar, pero su aspecto más distintivo es el intenso color azul con un toque plateado que le da cierto brillo. Ojo: pueden estar boca arriba flotando y camuflarse en el agua. Miden de 3 a 4 centímetros, unas dimensiones tan pequeñas que se podría sostener en la falange de un dedo. Sin embargo, ¡que ni se te ocurra tocarlo!

Al ser tan pequeños y expuestos a depredadores en la rica biodiversidad marina, han desarrollado un mecanismo de protección. Lo más extraordinario es cómo lo consiguen: alimentándose de medusas e hidrozoos. Entre sus preferidas están las carabelas portuguesas.

Se trata de un molusco marino venenoso de apenas cuatro centímetros, pero capaz de provocar náuseas, vómitos y fuertes dolores con su picadura. Por su pequeño tamaño y atractivo color, puede atraer la curiosidad de los niños y tocarlos, a un pequeño le puede incluso ocasionar la muerte.

Su aspecto es tan llamativo como engañoso: un intenso azul metálico y formas que recuerdan a un dragón mitológico. Sin embargo, su belleza esconde un peligro real. Se alimenta de medusas, como la carabela portuguesa, de las que extrae sus células urticantes y las acumula en su organismo potenciando así su capacidad de causar dolorosas reacciones en el ser humano.

El dragón azul inyecta el veneno al entrar en contacto y puede causar reacciones cutáneas. La sensación es de una profunda quemazón, más dolorosa que la de una medusa o una carabela portuguesa. Puede causar náuseas y vómitos.

La distribución del dragón es muy amplia por todo el mundo. Su presencia no se limita a una sola región y es tan común en Sudáfrica como en Australia. Algunos ejemplares encontrados en Oceanía en 2022 se estima que podrían haber procedido desde el golfo de Texas, a más de 14.000 kilómetros. Lo que sí busca principalmente es aguas templadas, por eso, es habitual que estén en zonas tropicales.

Los océanos Atlántico, Pacífico y el Índico son mucho más frecuentes que el mar Mediterráneo. Como se localizan en la superficie del agua, donde consiguen mantenerse a flote por una pequeña burbuja de gas en el estómago, son extraordinarios navegantes, capaces de recorrer miles de kilómetros en la dirección que sople el viento.

Precisamente su capacidad de nado y la búsqueda de aguas templadas son los motivos por los cuales están llegando a las playas españolas. Con tiempo de levante, es fácil que influenciados por el efecto “Coriolis”, algunos ejemplares puedan arribar a las playas ceutíes, lo que conlleva un serio peligro para los bañistas. La Consejería de Medio Ambiente debería de estar alerta y controlar con sumo rigor nuestro litoral, dado que el dragón azul no es para tomarlo a broma. Sería interesante distribuir fotografías de su forma y tamaño, de modo que los usuarios de nuestras playas estén bien informados y en autodefensa ante este peligro.

Por su cercanía pueden provenir del océano Atlántico. Es posible que estas corrientes también son las que las hayan impulsado a la orilla, una zona que no forma parte de su hábitat natural y que, en muchos casos, puede provocarle la muerte.

En las últimas horas, se han sumado casos en la playa de Santa Bárbara y Torreguadiaro en Cádiz, Canet d’en Berenguer en la Comunidad Valenciana, Famara en Lanzarote y Guardarmar en Alicante. En algunos sitios tuvieron que cerrarla al público, pero lo más preocupante es que podrían estar presentes en más playas.

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