“Que sigan dándolo todo, que disfruten y que confíen en sí mismos. Ellos pueden”
JUGADOR Nº12 - MARÍA JOSÉ GONZÁLEZ
La AD Ceuta FC tiene once jugadores sobre el césped, pero también tiene a María José González Romero —y a muchos como ella— en la grada y en los viajes. El Ceuta nunca juega solo

En el fútbol hay goles, victorias y derrotas. Hay estadísticas y hay rivales. Pero sobre todo, hay pasión. Esa que no se refleja en las crónicas oficiales, pero que se siente en cada viaje, en cada cántico y en cada bufanda que se alza al cielo. Y es que el fútbol no se juega solo sobre el césped. También se juega en la grada, en las calles que conducen a los estadios, en las maletas que se llenan de bufandas y camisetas, en los billetes de avión o tren comprados con semanas de antelación. Y en ese terreno de juego invisible, la AD Ceuta FC tiene a una de sus futbolistas más incondicionales: María José González Romero, una mujer que representa como pocas el alma del jugador nº12.
“Este va a ser ya mi quinto año siguiendo al equipo de forma continua, prácticamente sin faltar a un partido”, explica con orgullo. Y no es una frase hecha. Lo suyo no es una afición ocasional, sino una verdadera manera de vivir. María José no se limita a animar desde la grada del Alfonso Murube; su voz se escuchó también en Valladolid, ante el Gijón o se escuchará este sábado en Santander, donde ya se encuentra desde este mismo viernes. “Ya tengo la maleta hecha”, decía entre sonrisas el pasado miércoles cuando la entrevistábamos para nuestra sección del Jugador nº12, como si fuera algo tan natural como preparar la cena en casa.
El viaje a Santander tiene su propio ritual. Junto a su marido Emilio y a un grupo de inseparables amigos, partieron el jueves rumbo a Málaga para volar al norte este viernes y encontrarse allí con más aficionados caballas. “Nos reuniremos para comer, para estar juntos, y luego a animar al Ceuta. Esperemos que arañemos algún puntito”, comenta, consciente de la dificultad del calendario: Valladolid, Sporting y Racing son los tres equipos que han ganado todo hasta ahora.

María José no lo oculta: el debut en Valladolid dejó sensaciones encontradas. “Pensé que iban a salir un poquito mejor, pero también era normal. Era el primer partido en una categoría nueva, contra un recién descendido de Primera, y ellos tienen un bloque más hecho”. Pero lo que podría sonar a crítica, en su voz se transforma en confianza. Porque en el segundo encuentro, ante el Sporting, vio un cambio esperanzador. “El otro día me gustó mucho. Se plantó cara y se jugó mucho mejor. Eso es lo que necesitamos: que jueguen, que disfruten, porque así los resultados acabarán llegando”.
Esa mirada limpia, cargada de optimismo y paciencia, es lo que distingue al verdadero jugador nº12. No se trata de exigir victorias inmediatas, sino de creer en un grupo, de acompañarles en la curva ascendente que toda nueva categoría requiere. Y María José lo sabe bien. Ha vivido permanencias sufridas y viajes inolvidables. Ha visto cómo su familia entera se contagiaba de esa pasión: “Primero fueron las niñas con el baloncesto, después nos fuimos metiendo poco a poco en el fútbol. Ahora es un gusanillo que ya forma parte de nuestra vida. Conocer ciudades, aficiones, hacer amigos… y al mismo tiempo animar a tu equipo. Es algo que engancha”.
Su relato está lleno de anécdotas de viajes: partidos en Pontevedra, en Ferrol, en Vigo, en A Coruña. Lugares a los que en su momento no pudo ir, pero que su hija sí conoció siguiendo al Ceuta. Encuentros con otros aficionados que empezaron siendo coincidencias en estadios y hoy son amistades sólidas, como la familia de Carmen y César. Viajes que comienzan con reservas de hotel con cancelación gratuita, a la espera de que la Liga confirme horarios, y que terminan siempre en lo mismo: un cántico común por el Ceuta, en cualquier punto de España.

Por eso María José no es solo jugadora nº12 en el Murube. Lo es también en cada campo foráneo en el que el Ceuta se juega algo más que tres puntos: su identidad, su orgullo y su futuro. Ella y los suyos forman esa marea silenciosa que aparece en cada estadio, que sorprende a rivales cuando ven banderas y bufandas blanquinegras en cualquier grada visitante.
Antes de partir hacia Santander, lanzaba un mensaje claro a los jugadores: “Que sigan dándolo todo en los entrenamientos y en los partidos, que disfruten de esta experiencia en Segunda División y que confíen en sí mismos. Ellos pueden. Lo demostraron cuando todo era más complicado y yo estoy convencida de que lo van a volver a lograr”.
María José González encarna lo que significa ser aficionada caballa: constancia, lealtad, pasión y familia. Porque para ella, cada partido del Ceuta es también un viaje compartido, una celebración de amistad, una vivencia que va más allá del resultado. Y aunque en esta Liga Hypermotion el camino se haya iniciado con tropiezos, ella lo tiene claro: “Cuando juegas bien, tarde o temprano llegan los resultados”.
La AD Ceuta FC tiene once jugadores sobre el césped, pero también tiene a María José —y a muchos como ella— en la grada y en los viajes. El Ceuta nunca juega solo.
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