Una decisión tomada por el PSOE en su conjunto

José Antonio Carracao Meléndez
En las últimas horas se ha generado cierto debate en torno a la decisión del secretario general del PSOE de Ceuta, Miguel Pérez Triano, de solicitar una excedencia de su puesto como maestro funcionario para incorporarse como coordinador del grupo parlamentario socialista en la Asamblea.
Quisiera aportar algunas reflexiones que considero necesarias para comprender mejor este paso.
En primer lugar, conviene aclarar que no se trata de un cargo creado a medida, sino de un puesto que ya existía y permanecía vacante en el Grupo Parlamentario Socialista. Su cobertura responde a la necesidad de fortalecer el trabajo parlamentario del Grupo, en un momento en que nuestra ciudad demanda más que nunca rigor, propuestas sólidas y capacidad de fiscalización.

Una decisión conocida, planteada y apoyada por el Comité Regional, que es el máximo órgano de control entre Congresos. Por lo tanto, una decisión tomada por el PSOE en su conjunto.
La responsabilidad asumida por Miguel no incrementa el gasto presupuestario ya que su sueldo sale de la misma subvención que ya recibe el Grupo Parlamentario, igual que todos los demás grupos que conforman la Asamblea.
Además, es importante subrayar que Miguel Pérez Triano había conseguido su plaza como maestro, de la que se aparta circunstancialmente y temporalmente, a través de una oposición, tras años de esfuerzo y dedicación. Su excedencia no implica ningún privilegio, sino más bien un sacrificio personal y profesional: renuncia a la seguridad de su puesto y asume un perjuicio económico con el único propósito de poder concentrar toda su energía en el proyecto político que lidera.
Ese proyecto no es otro que el de ofrecer a Ceuta una alternativa seria tras 25 años de políticas erráticas y marcadas por los intereses de unos pocos. La decisión de Miguel es, por tanto, un compromiso con la ciudad, un gesto de responsabilidad y de valentía que debería ser valorado en su justa medida.
La política necesita personas dispuestas a dar un paso al frente, aunque ello implique dejar atrás comodidades y asumir riesgos. Ceuta merece un debate sereno y honesto sobre su futuro, y no sospechas infundadas o descalificaciones gratuitas hacia quienes, con vocación de servicio público, eligen dedicar su vida a trabajar por el bien común.
Por ello, como militante socialista y como ciudadano, no sólo no le critico sino que le doy las gracias.