Mariló Domingo, sonrisas y vestidos de flores para liberarse del cáncer de mama

LA CAMPANA DE LA ESPERANZA

Entró “riendo” en la primera sesión de quimio e hizo lo mismo al salir de la última. La ceutí estará eternamente agradecida al personal sanitario y, en especial, a las cirujanas del HUCE

Mariló Domingo posa a las puertas de la sede de la AECC de Ceuta
Mariló Domingo posa a las puertas de la sede de la AECC de Ceuta | Reduan Dris

El 30 de julio, María Dolores Domingo (Ceuta, 64 años) se colocó un vestido largo, con escote de barco y estampado con flores moradas, verdes y naranjas. Tomó el helicóptero con destino Algeciras para someterse a su última sesión de radioterapia. Aquel día se vistió “monísima de la muerte” para despedir otro ciclo en su proceso de cura del cáncer de mama que le diagnosticaron en octubre de 2024. Todos en la clínica GénesisCare Campo de Gibraltar la esperaban, móviles en mano, para atestiguar cómo la ceutí agarraba el badajo de la campana de plata del centro y la hacía repicar. Meses antes se había prometido no llorar “nunca”. Ese día tampoco lo hizo. “Entré a ponerme la primera quimio riéndome y he salido de todo riendo. No, por este no voy a llorar yo. Por este bicho no lloro, que llore él por mí”.

El 21 de agosto, Mariló volvió a salir a la calle con flores cubriendo su cuerpo. Las anaranjadas que adornan el conjunto de pantalón y camisa con el que se dirigió a la redacción de El Pueblo de Ceuta para narrar su proceso oncológico, que ya se encuentra en la recta final. La ceutí afronta la experiencia como acostumbra desde siempre: “con optimismo”. “Yo soy positiva, no quiero penas, yo quiero alegría. Que me cuenten cosas de alegría. Las penas que las dejen por ahí”, afirma ella, quien concibe el cáncer como un mero “proceso” que ha atravesado y que sigue superando “poquito a poco”. Ahora, con la inmunoterapia.

Ha mantenido a flote el ánimo de los suyos todo este tiempo. Sus tres hijos, sus nueras y su sobrina, que la acompañaron cuando, el 30 de abril, remató las sesiones de quimioterapia en el Hospital Universitario de Ceuta (HUCE), no podían parar de llorar mientras la veían tocar su primera campana. Ella se mantuvo firme, igual que lo haría tres meses más tarde, tras finalizar la radio. “No lloréis. ¡Esto es una alegría!”, les pedía ella.

Mariló tocando la campana tras finalizar todas sus sesiones de radioterapia. / FOTO CEDIDA
Mariló tocando la campana tras finalizar todas sus sesiones de radioterapia. / FOTO CEDIDA

Pero sus hijos no podían evitarlo, desde un principio “se vinieron abajo”. La madre de Mariló había muerto con 54 años tras no superar un cáncer de mama. Antes de que le comunicaran el diagnóstico, mientras le hacían pruebas, ella intuía lo que le pasaba. Todo se remonta al mes de julio del pasado año. Mientras tomaba una ducha se palpó “una especie de tendón” debajo del pecho. Siguió tocando y, al lado, notó “un bultito”. Ella sabía que debía ir al médico de inmediato, pero su hijo se casaba en unas semanas, en agosto, así que esperó a septiembre. En octubre le confirmaron su triple negativo, con “buen pronóstico”.

Ya en noviembre estaba “enchufada a la quimio”. “Así de rápido fue, pero así actúan con todo el mundo, eh”, subraya Mariló, quien reconoce estar profundamente agradecida hacia el sistema sanitario público y todos los profesionales de los que se ha rodeado. “El trato de los médicos, de las enfermeras, de todos es espectacular. Te lo prometo, ha sido una maravilla”, confiesa.

La otra familia

“Yo me he reído muchísimo en esa quimio. La echaba de menos cuando terminé”, confiesa la ceutí, que recibió sesiones desde el 21 de noviembre al 30 de abril. En esos cinco meses se encargó de sacar sonrisas entre las que, como ella, acudían al Hospital de Día para someterse al tratamiento oncológico. Hasta allí ha llegado a ir vestida de flamenca, “sin pelo”, con una flor colocada como pudo y un mantón. Los otros pacientes y el personal sanitario acabaron convirtiéndose en otra familia. “Es como si nos hubiéramos conocido de toda la vida. No sé… Es una cosa muy bonita”, resume para introducir a continuación una anécdota que guarda a fuego en su memoria.

En las sesiones conoció a una mujer joven que, durante su segundo día de quimioterapia, sufrió mareos. De repente, Mariló observó cómo numerosos profesionales bajaban a atenderla, a preocuparse por su estado de salud. “Esta muchacha es importante”, pensó ella. Tras mantener un par de conversaciones con ella averiguó que era enfermera en los quirófanos del hospital. “Cuando te operen voy a ir contigo”, le prometió la sanitaria. Era la primera cirugía de Mariló y tenía algo de miedo.

Mariló Domingo durante la entrevista concedida a El Pueblo de Ceuta. / FOTO REDUAN
Mariló Domingo durante la entrevista concedida a El Pueblo de Ceuta. / FOTO REDUAN

“No me sueltes la mano”, le rogó. Y así lo hizo. “Yo entré al quirófano con ella de la mano y salí con ella de la mano. Espectacular”. Aquello ocurrió el 27 de mayo. A cargo de su intervención estuvieron las doctoras Ana Sánchez y Marcia Dulanto. Para hablar de las especialistas, Mariló abre bien los ojos y exagera sus gestos, tratando de grabar sus sensaciones en la memoria de quienes la escuchan, para que no se olvide. “Son espectaculares. Que no se vayan de Ceuta nunca. Que no se vayan. Yo se lo digo a Marcia, y ella me dice que de momento no. Es muy dulce, encantadora. Qué alegría. Todo es positivo, no tengo nada negativo que decir sobre la sanidad de Ceuta”, insiste ella.

También tiene palabras de agradecimiento para su oncóloga, Hanan Ahmed, y para todas las enfermeras que la atendieron. En especial, claro, su amiga Eva, que no soltó su mano durante su primera cirugía y ha prometido repetir cuando vuelvan a intervenirla. En paralelo, ha contado también siempre con el apoyo de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que se ha mantenido “pendiente” en todo momento. Aunque la ayuda que ha sentido con más fuerza ha sido la de sus familiares y amigos.

“Ahora es cuando de verdad he notado lo que la gente me quiere”, confiesa. Los teléfonos de sus hijos “echaban fuego” el día de su operación. A quienes sufren ahora la etapa que ella vivió en octubre de 2024 les recomienda “que tiren para adelante”. “Esto es una enfermedad que nos ha tocado vivir. Lo único malo es el tratamiento, pero ahí estamos. ¿Que nos venimos un poco abajo? No pasa nada, te acuestas y te vuelves a levantar. ¿Que hoy no tienes ganas de hablar? Pues te metes en la cama y te duermes. Pero para adelante, que esto no puede con nosotros”.

Con la serie de artículos ‘La campana de la esperanza’, El Pueblo de Ceuta busca visibilizar el proceso que atraviesan los pacientes oncológicos desde un prisma alentador, simbolizado a través de las campanas que hacen sonar cuando ponen fin a los ciclos de tratamientos de quimio y radioterapia.

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