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ENTREVISTA A ENRIQUE ÁVILA, EXSECRETARIO DE LA UNED CEUTA
A Enrique Ávila todavía le sale la tercera persona del plural al hablar de los estudiantes. “Nuestros alumnos”, se le escapa varias veces durante la conversación con este diario en un restaurante céntrico de Ceuta. El ya exsecretario de la UNED, que se jubiló hace unos días después de más de dos décadas en el cargo, comienza una nueva vida con optimismo, sin prisas, sin obligaciones y dispuesto a disfrutar de tiempo de calidad en familia y con su debilidad: su nieta. Su vocación docente se palpa en cada tramo de un diálogo en el que repasa logros, retos difíciles a lo largo de su carrera, como fue afrontar la pandemia, y un futuro próximo en el que seguirá llevando a cabo investigaciones académicas. Su nueva etapa comenzó tras una carta de despedida en la que citaba a Antonio Machado. “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
Lleva apenas unos días de jubilación y Ávila está cogiendo el ritmo a su nueva vida pausada después del ritmo frenético al que se fue acostumbrando desde su llegada a la Secretaría de la UNED en 2001. “Estoy sin obligaciones que marquen la agenda. Incluso he cambiado de número; lo tenía media España por los exámenes y gestiones”, cuenta entre risas.
El pasado 1 de septiembre fue cuando dejó oficialmente el cargo, un día después de cumplir los 70 años. En su carta de despedida eligió a Antonio Machado. “Sus versos -que muchos conocen por Serrat- son una lección de humildad. Uno hace lo que debe en cada momento, sin perseguir la gloria. La jubilación trae algo bonito: mucha gente te expresa cariño por el trabajo hecho, incluso quien no conocías. Es muy agradable”, expresa.
Parece que fuera ayer cuando este militar y profesor madrileño que ha vivido en Melilla, el País Vasco y Canarias llegó a Ceuta, allá por el año 2000. Fue entonces cuando la playa, el mar, las caras conocidas y una oportunidad en la UNED amarraron a este académico que ha decidido quedarse en la ciudad. Tampoco llegó a plantearse irse.
“La principal razón para quedarme es mi nieta: es un gran ancla. Además, Ceuta es acogedora: vas por la calle y reconoces las caras; te sientes de aquí. Para alguien de interior, vivir junto al mar es un privilegio. He pasado 25 años aquí, la ciudad donde más tiempo he vivido. También guardo mucho cariño a Melilla —mi mujer es de allí—, pero Ceuta me atrapó. Es una ciudad cómoda, humana, agradable”, afirma.
Ávila mira al horizonte y piensa unos segundos al ser preguntado por su balance de más de dos décadas con un puesto de alta responsabilidad en la UNED. Tras meditarlo, dispara. “Ha sido un periodo muy bonito y exigente. El rector me designó coordinador académico del Campus Sur, que incluía Andalucía, Canarias, Ceuta, Melilla, Guinea y, para prácticas, también Marruecos y el Sáhara. Eso suponía tres países, dos continentes, dos husos horarios, unos 30.000 alumnos y alrededor de 1.300 profesores. Daba mucho trabajo, pero fue una etapa magnífica”, recuerda.
Uno de los momentos clave, a juicio de Ávila, fue la gran transformación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), ya que en 2005 las tutorías aún eran tres horas semanales, a veces, para gran cantidad de asignaturas.
“Con el EEES cambió todo: una hora por asignatura y docencia simultánea presencial y por videoconferencia. Hubo que reestructurar la organización y formar a los tutores en TIC y en evaluación continua. Fue muy intenso”, subraya.
El exsecretario de la UNED vivió prácticamente cada cambio relevante en la universidad ‘minuto a minuto’, como el traslado desde la antigua sede en El Morro hasta el centro actual. “Fue un enorme salto”, resalta. El entonces arquitecto de la Ciudad, Jorge Chaves, realizó un “trabajo arduo” para ajustar el nuevo recinto a las necesidades de trabajadores y alumnos: aulas de examen, biblioteca…Posteriormente, comenzó la adaptación tecnológica.
“Hoy Ceuta está entre los centros mejor equipados de la UNED. Tenemos pizarras digitales, ordenadores, clases por internet…Con Guinea a veces cuesta por el ancho de banda, pero se atiende”, sostiene. Además del país africano, Ávila resalta las prácticas en colegios españoles autorizados por el Ministerio de Asuntos Exteriores en Marruecos -Alhucemas, Tetuán o Tánger-. “Suelen ser estudiantes del Máster de Profesorado o Educación Infantil. Coordinamos fechas con los centros y contamos con el apoyo de educación en embajadas. Funciona realmente bien”, apunta.
Con el tiempo, Ávila ha podido observar cómo ha cambiado el perfil de los alumnos matriculados en el centro. Mientras antiguamente lo normal era lo que él llama ‘la segunda oportunidad’: gente con trabajo estable que hacía otra carrera o quienes no pudieron estudiar, hoy día la mayoría en Ceuta son jóvenes en edad universitaria.
“La cohorte mayor es la de menores de 25; la media está entre 25 y 30. Influyen titulaciones que aquí ofrece la UNED y no la UGR, lo que evita irse fuera con el coste y el desarraigo que eso conlleva. También hay quien prefiere nuestro modelo por las plataformas online, aunque siempre recomiendo la presencialidad”, señala.
La pandemia, un reto
Recuerda Ávila el “reto mayúsculo” que supuso la pandemia para la UNED y el anuncio de confinamiento obligatorio aquel 13 de marzo de 2020. Una de las “etapas más duras” para el madrileño “sin ninguna duda”.
“Un viernes nos dijeron que el lunes no habría presencialidad y había que pasarlo todo a internet. En Ceuta lo normal era venir al centro. Organizamos que los tutores impartieran clases desde casa. El lunes ya funcionaba, con incidencias lógicas: equipos, conexiones… Aun así, el 20 de marzo todos los alumnos —también los que tutorizábamos fuera— estaban atendidos. Profesionalmente, es el reto del que más orgulloso me siento”, recalca.
Ligado al centro
A pesar de querer reducir el ritmo “frenético” una vez oficializado su cese, Ávila tiene claro que seguirá ligado a la UNED y al ámbito académico. Su amistad con el actual director, Carlos Rontomé, ayudan también a que siga ligado a un centro que, asegura, gestiona de forma ‘brillante’ el anterior consejero de Cultura.
“Conozco bien a Carlos y su gestión es positiva. Ya era de la UNED antes de la política: fue coordinador de Extensión Universitaria. Además, tiene un trato humano imprescindible para dirigir: escuchar problemas, buscar soluciones dentro de la norma y acompañar al alumno o tutor”, destaca.
Aunque se haya echado a un lado, Ávila continuará coordinando las conocidas Jornadas de Geopolítica que organiza desde 2003. “Llevamos 20 ediciones. Este año me han pedido que siga y lo haré, ya que no es necesario ser profesor en activo”.
El madrileño apasionado de Ceuta seguirá investigando sobre inmigración irregular en el marco de un programa de la Universidad de Cádiz financiado por la Unión Europea y tres ministerios que cuentan con contrato hasta 2027. “Publicaré, trabajaré a otro ritmo. Dedicaré más tiempo a la familia. La vida profesional intensa ha supuesto sacrificios para ellos”, añade.
Ávila seguirá paseando por Ceuta y encontrándose caras conocidas. Seguirá saludando a viandantes que le reconocen su trabajo y se paran a charlar con él un rato, aunque no sepa o recuerde quiénes son. Seguirá tomando de vez en cuando un etiqueta negra. Pero sobre todo, aprovechará su nuevo ritmo de vida para pasar momentos en familia. Se lo ha ganado.
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