EDITORIAL
Día histórico en Ceuta
Ceuta vive este año 2025 un escenario migratorio sin precedentes. La recuperación de 30 cadáveres en sus costas, siete de ellos solo en septiembre, refleja la magnitud de la crisis humanitaria que atraviesa la ciudad autónoma. Cada cifra representa vidas truncadas, historias de desesperación y la urgencia de un abordaje más humano y eficaz de un fenómeno que no cede.
El drama no se limita a números. Migrantes que arriesgan su vida lanzándose al mar sin equipo adecuado, en condiciones meteorológicas adversas, muestran la brutalidad de un sistema que, lejos de proteger, expone a los más vulnerables. La Guardia Civil y los GEAS actúan incansablemente, pero su labor es reactiva: rescatar cuerpos, lamentar pérdidas, y tratar de prevenir lo inevitable.
Septiembre, con siete cuerpos recuperados en solo diez días, se perfila como el mes más trágico del año, superando agosto y enero. La constancia de la presión migratoria, combinada con la desesperación de quienes buscan una vida mejor, convierte a Ceuta en un punto crítico de un fenómeno que trasciende fronteras y requiere soluciones a nivel nacional e internacional.
Las autoridades deben reflexionar sobre la necesidad de políticas que combinen seguridad y humanidad: control fronterizo, cooperación con Marruecos, pero también vías legales y seguras que eviten que personas desesperadas arriesguen su vida en el mar. No se trata solo de cifras; se trata de vidas humanas que podrían salvarse con un enfoque integral y preventivo.
La tragedia de Ceuta nos recuerda que la migración no es un problema lejano ni abstracto. Es un desafío humano que interpela a toda la sociedad y exige respuestas rápidas, coordinadas y, sobre todo, solidarias. Solo con una estrategia que combine prevención, rescate y oportunidades legales se podrá reducir el dolor y la pérdida que hoy ensombrecen las costas ceutíes.
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