Los aficionados ceutíes se dejan notar en las calles de Castellón
Fútbol
La AD Ceuta, pese a la lejanía con la ciudad valenciana, volverá a tener el apoyo de sus aficionados. Castellón y Ceuta sellan un hermanamiento en torno al fútbol y la amistad


El fútbol está volviendo a demostrar este fin de semana que puede ser algo más que un deporte. La previa del encuentro entre el CD Castellón y la AD Ceuta FC está marcada por el ambiente festivo y el hermanamiento entre las aficiones, que están conviertiendo la cita en una celebración de la convivencia y el respeto mutuo.
Desde el sábado, la Peña del CD Castellón 'Pasión Albinegra', encabezada por su presidenta, Sabrina Llorens, viene ejerciendo de anfitriona de un nutrido grupo de aficionados ceutíes que han viajado hasta la Comunidad Valenciana para acompañar a su equipo. La bienvenida fue cálida y cercana, con gestos que traspasaron lo puramente deportivo y reforzaron los lazos entre ambas hinchadas.

Este domingo, la convivencia ha alcanzado su punto álgido con una comida popular en la que castellonenses y caballas han compartido mesa, brindis y conversación. Una paella valenciana, elaborada con mimo, ha servido como excusa perfecta para sellar un almuerzo lleno de camaradería y buen humor antes de partir juntos hacia el estadio Castalia.
Los seguidores ceutíes han destacado la hospitalidad de la afición local, subrayando que este tipo de encuentros fortalecen lazos y generan recuerdos que permanecen más allá del resultado de un partido. “Lo importante es la amistad que se ha creado, hemos sentido que Castellón también es nuestra casa”, señalaron algunos de los desplazados.

Por su parte, los miembros de la peña anfitriona han celebrado la buena sintonía con los ceutíes, a quienes recibieron como si fueran parte de su familia futbolera. Para ellos, este gesto es una forma de demostrar que el fútbol puede unir territorios y culturas distintas bajo una misma pasión compartida.
Camino del SkyFi Castalia, los cánticos y las sonrisas están siendo el reflejo de un clima de fraternidad poco habitual en el fútbol profesional. Los colores albinegros y blancos se mezclaron sin distinción, confirmando que la convivencia y el respeto pueden ser protagonistas en una jornada de fútbol.

El partido, en definitiva, queda en segundo plano frente al valor simbólico de un fin de semana que ha unido a dos aficiones separadas por más de 800 kilómetros, pero conectadas por la pasión y el sentimiento de pertenencia. Un ejemplo de que, cuando hay respeto y hermandad, el fútbol puede ser el escenario de grandes historias humanas.







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