Los mensajes

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La palabra no es la única forma de comunicación que existe. En el mundo actual, las tenologías aplicadas a la comunicación, son más eficaces que los discursos de un político en una tribuna. Por eso los líderes buscan el asesoramiento de gurús, quienes a veces aciertan y otras veces parecen los peores enemigos de aquellos a quienes pretenden promocionar.

Los políticos padecen tanta ansiedad, que creen que una sobre exposición, o sea, estar hasta en la sopa, les va a granjear más simpatía, pero en muchas ocasiones se equivocan. Donald Trump era un vicioso de twiter, pero un templado Biden, un hombre circunspecto, callado, tranquilo, le ha dado un silencioso repaso. Y por nuestras tierras, las tierras de España, como decía el gran Alberti, Sánchez desde la mesa camilla, con la mantita viendo pelis, parece haberle dado también un gélido repaso al hiperactivo Casado, que pala en ristre, aunque poca pericia, quería decirle a los españoles que él sí se preocupa por ellos, pero sin aplicar el mandamiento aquel que obliga a que lo que haga tumano derecha no lo sepa tu izquierda.

Limpiar con una pala la nieve de las calles, lo hacen muy bien los integrantes de la unidad militar de emergencias, entrenados para eso y mil dificultades más, pero un líder político que aspira a dirigir España, debe demostrar otras capacidades, y no seré yo quien diga que Pablo Casado no las atesora, pero debería cuidar más sus mensajes, incluso los simbólicos, como el de la pala, para no provocar el choteo del respetable. ¡Qué pena que el argot taurino se vaya perdiendo! El respetable, el público que enjuicia la faena, el que paga la corrida. Pero hoy se falta al respeto de quie nte pone y te quita del cartel, porque se confunde al empresario con el público. El empresario no es el respetable, sino el público, que es quien llena o deja vacías las plazas. Y en argot político, lo son los ciudadanos, que llenan las urnas de votos o las dejan vacías. Esos ciudadanos son el respetable, porque sin sus votos, sin su presencia, da igual estar en el cartel, que pasará a ser parte de la inmensa cantidad de vertidos que a diario se recogen.

Los españoles en general y los ceutíes en particular, entendemos de política y sabemos distinguir entre una postura decidida y ambiciosa para el conjunto de la sociedad, y un postureo. Cada vez vamos a ser más exigentes, declinando las invitaciones a aplaudir frases que sólo pretenden agasajar nuestros oidos, para buscar la verdad en el discurso de alguien, aunque esa verdad no sea lo que nos gustaría que fuese.

Los ciudadanos tratados como tontos, cada vez expresarán más su rechazo a esos mensajes mediocres, tópicos, polulistas, pero alejados de la realidad. Vivimos momentos difíciles, muy difíciles. Por ello los responsables públicos deberían hacernos el favor de no añadir a nuestro dolor, tanta falta de consideración a nuestra inteligencia. Es una pena mirar hacia un lado y otro, gobierno y oposición, derecha o izquierda, y no ver más que disputa ramplona y descaro impenitente.

Paciencia. Todo llega.

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