Clases de marinería y tropa

Javier Chellarám

Después de la Crisis del Perejil, llegaron las corbetas, fragatas y navíos de nuestra Armada, como siempre fue algo normal y común que nuestras calles y muelles estuvieran engalanadas para recibir a nuestros marinos pero siempre al finalizar la visita al regreso la emoción me desbordaba por el momento vivido y recordaba a mi abuelo, el abuelo Bernardo.

Hubo hace muchísimos años una anécdota, que la guardaba para las meriendas y la reuniones familiares yo como soy el nieto mayor siempre la recuerda porque a fin de cuentas siempre tuvimos los lazos de unión con la Armada.

El abuelo Bernardo, marino de la guerra civil, pescador, patrón y todo lo que oliese a barco y mar, era el puente de mando, mientras asaba sus sardinas en el infiernillo.

El humo recorría la calle Velarde, quitaba el sentido a los vecinos del Patio Morales.

En los escalones del viejo Patio, marineros e infantes de Marina, se mostraban las compras en los bazares que siempre tuvo Ceuta por cada rincón y por cada esquina, aquel jolgorio llamó la atención a mi abuelo, los marinos hacían cuentas de quien faltaba en la familia para algún detalle de Ceuta.

El amor por la Marina nunca muere y por tanto el abuelo vio sus niños, sus marinos y desde la ventana, los llamó a que subieran.

Aquello parecía la cantina todos mirando los cuadros de los antepasados marinos, el Lepanto con la cinta del Crucero Canarias, los tatuajes en los brazos del abuelo.

El abuelo sacó la bota de vino, las sardinas, las habas crudas, todo muy artesanal, el pan traído de El Alquian su pueblo de Almería así como unas coplas de Rafael Farina y Antonio Molina.

Ese ratito ameno, y con el calor de sus marineros e infantes recordando gestas de los tiempos de la guerra, las horas de navegación, las calderas, los fogones, los nudos del as de guía, fue un día de los más felices de su vida, los apretones de manos.

Muchas gracias, abuelo, sentimiento compartido, esa noche y esa vivencia inolvidable se la contó mi abuelo a sus hijas, o sea, mi madre y mis tías.

Los ojos del abuelo emocionado llamaron a sus niños a compartir sus vivencias, recordando aquellos marinos de todos los tiempos, por eso hoy día siempre emocionado cuando veo los barcos de nuestra Armada por el muelle España me emociono con orgullo que todos fuimos encuadrados en clases de marinería y de tropa lo que treinta y cinco años después enarbolamos con “ lo que somos y de donde venimos “.

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