La mitad de la humanidad

Sí. Son las mujeres las que conforman la mitad de todos los seres humanos que habitan la tierra. Y es justo señalar en un día, la histórica y todavía actual desigualdad que soportan, aunque deben ser el resto de los días los que dediquemos a vivir esa igualdad sin maquillajes.
Todavía a muchas personas y colectivos les cuesta aceptar el lenguaje inclusivo. Defienden la pureza del castellano para cualquier plural, reivindicando el género masculino como integrador de todas las personas. Y es cierto que aún es así el castellano, porque los cambios en una lengua tardan mucho más en reconocerse formalmente, que el tiempo que emplea la sociedad en adoptarlos.
Aún está lejos la paridad real entre mujeres y hombres en aquellos ámbitos de poder empresarial en los que se deciden las grandes cosas. Y, por el contrario, todavía nos cuesta decir “empleados de hogar”, porque para ese oficio sólo imaginamos a mujeres. Sin querer, probablemente, decimos “llamen al médico y la enfermera”, porque durante miles de años la vida funcionó así. En la guerra hay soldados y generales, porque lo de “generala” es un término que nos suena a despectivo y referido a una mujer mandona, y es que hasta en eso rechazamos la capacidad de mandar de las mujeres.
Ellas ganan menos, porque piden más permisos que los hombres para ocuparse del cuidado de sus hijos, y eso mismo hace que muchas empresas sólo contraten hombres o mujeres solteras, porque “afirman” que las que quieren tener familia, acaban costando más y produciendo menos.
Siguen siendo el foco de la violencia más infame de todas las que existen, sólo comparable con la que se ejerce contra los niños. Pero todavía, naciones enteras las colocan en un segundo nivel de derechos, bajo la tutela del hombre. Incluso las organizaciones más comprometidas con la humanidad, como la Iglesia Católica, impiden a las mujeres ocupar puestos directivos en su organización. Es curioso que quien otorga a una mujer el título de madre de Dios, desampare a las demás relegándolas a funciones menores. Conceptualmente me cuesta creer que Dios pueda tener madre, porque ya no podría ser el principio de todo, pero me cuesta más entender todavía, que su justicia no pueda reconocer la capacidad de las mujeres para administrar sus cosas.
Me podría perder entre tantísimas contradicciones que nos rodean y con las que convivimos con demasiada naturalidad. Y me cuesta estar obligado a hacer un homenaje a las mujeres para resaltar su igualdad. Pero recordar el esfuerzo de algunas a lo largo de la historia siempre resulta gratificante, porque cualquier excusa parece seguir valiendo a muchos para no entender la igualdad real.
Isabel de Castilla se mantuvo firme en un mundo de hombres para que nadie, ni su marido Fernando, le arrebatase ni un ápice de su condición de única gobernante del reino de Castilla. A ella le debemos todos la exigencia como mujer del reconocimiento de sus derechos en un mundo de hombres: el mundo del poder.
Marie Curíe, recibió un Nobel compartido con su esposo, porque él se negó a recibirlo en solitario, atesorando muchos más méritos que él como investigadora sobre la radiación. Su condición de mujer estuvo a punto de privarle de tal reconocimiento. Pasados los años, la misma academia le concedió un nuevo Nobel, esta vez en solitario por sus colosales aportaciones a la ciencia. Toda la humanidad le debe a Marie Curíe, entre otras muchas cosas, la posibilidad de hacernos una radiografía cuando la necesitemos.
Clara Campoamor, abogada y defensora de los derechos de la mujer, defendió enérgicamente el derecho de las mujeres a votar en España. Finalmente la guerra civil la expulsó de su patria, pero nunca dejó de luchar por la igualdad de género. El voto femenino en España, que representa el deseo de la mitad de la población sobre quien quiere que gobierne, se debe en buena medida a la intransigencia contra el machismo y el patriarcado de esta gran española.
Termino: Una sociedad sólo alcanzará la plena libertad cuando el género no sea relevante para nada, como la raza, el color o la fe que se profese.