El Telediario

Javier Chellarám

Como no damos abasto con tantos sucesos aquel verano de 1978 hubo un suceso que me impactó de lo lindo y cuando se cumplió el 25 Aniversario se proyectó en televisión la película sobre la Tragedia del CAMPING LOS ALFAQUES.

Un camión cargado en sobrepeso de propileno y sin alivio en la época, que tuviera válvula de presión, por la fatiga y exceso, se partió en dos en la misma entrada del Camping, aquel fatal accidente dió con el camión volcado a mitad de la playa y la consiguiente explosión brutal que arrasó con todos los bañistas.

Siendo el resultado final de 158 personas muertas en el acto, así como un cómputo global de 243 muertos y 300 heridos.

Un suceso dantesco donde los haya que me dejó traumatizado y cuando acudía a jugar con los chavales a la Plaza de los Reyes, ellos me recriminaban mis comentarios diciendo vete por ahí con el telediario...

Precisamente y en el alacena de mi memoria, fue un año antes en 1977 con el accidente más grave y horrendo de la Aviación Civil en el Aeropuerto de Los Rodeos en Tenerife, donde hasta un familiar mío relacionó Tenerife con Málaga o Madrid, al hacer mi padre la llegada de un viaje a la India, una pariente mía tan fúnebre y trágica siempre con sus noticias y engarces de desagravios que hasta mi padre venía en el avión de Holanda de la KLM.

Han pasado los años y siempre ha tenido uno en el silencio y aunque fuera un chavalín que iba dando paso a la pubertad, la adolescencia, los amores, las pasiones, los deportes, y estar en la tienda vendiendo relojes y calculadoras, que miraba de reojo cada uva de las doce campanadas.

Por qué? pues porque siempre llegando a la uva de marzo me acordaba de aquellas tragedias y sucesos de muerte, de angustia y de calamidades por el resto del Planeta.

Han pasado los años y en estos momentos de pandemia el sobresalto viene de manera invisible sin saber por donde llegará el contagio, el positivo, el confinamiento, el cierre perimetral, la desescalada y la cuarta o quinta ola.

Atrás nos dejaron nuestros mayores aquellas célebres frases de ambulatorio y de puerta de kioscos y jardines “ que para morirse nada más que hay que estar vivo, y que mira la gente tantas vacaciones, tantos coches, y tantos viajes y se muere en menos de nada “

En plena Transición los partes de radio así como los avances informativos era un silencio espeso donde todos en casa delante del televisor ante el el mensaje que nos pudiera llegar., escuchando detalladamente al locutor embutido en su traje negro y la corbata haciendo juego, con ese pelo engominado y esa cara impenetrable, ha dado paso hoy día a los presentadores en camisa, sin afeitar con los pelos de Pitingo, y haciendo de la tragedia, una guisa de mofa general y poca importancia donde el morbo, el móvil, el selfie, las redes sociales y el pásamelo de hacer un teatro de la tragedia en un circo sin gracia alguna.

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