Manolo Bravo

Juan Díaz Marín

Te has ido, Manolo, y no has dejado sin brújula. Los tiempos no son buenos, pero procuraremos que sean mejores.

Fuiste un hombre de izquierda, eres un hombre de izquierda, porque tus sentimientos eran el oxígeno de tu vida. Esa vida que te dio el revés más penoso que pueda sufrir un hombre, pero supiste sobreponerte, porque había una sucesión sanguínea, una sucesión impregnada de amor y entrega.

Un día me dijo el compañero Clemente que el socialismo eras tú. Me impresionó esa frase, y mi alma, en silencio, se ablandaba y enternecía.

Me he enterado que te has ido por Pepe Jordán. Me ha dado el pésame, porque él sabe que soy de izquierda. Pero, al mismo tiempo, he sentido desolación, porque es inconcebible que el nefasto líder del PSOE, nuestro PSOE, no haya comunicado a los militantes tu ausencia eterna. Bueno, Manolo, tu ausencia física, solo física. Te prometo que me voy a dejar el corazón, el que me queda, en regenerar nuestro partido, para que sea representado por gente de izquierda y con un intelecto focalizado en el bien de los más débiles. Es decir, un partido de izquierda.

Cuando se pierde a alguien que es un referente, la primavera es más triste y los recuerdos se agolpan confusos, porque te invade la pena.

Los que pensamos como tú pensabas te vamos a echar de menos, y también personas de otra ideología, porque, esencialmente, fuiste un hombre bueno.

Siempre en el recuerdo.