Ideología y gestión

Nunca es tarde para aprender. El servicio público, al que he dedicado casi toda mi vida, no basa su eficiencia en teorías más o menos novedosas, ni en la elocuencia o el sesgo intelectual o idelógico de quien gobierna, sino en el cotidiano hacer de los empleados públicos, en su profesionalidad y en su compromiso con su trabajo.

Tengo la fortuna de compartir trabajo diario con un grupo de personas que encarnan esas actitudes de seriedad y respeto por sus obligaciones. El centro penitenciario de Ceuta cuenta con departamentos muy especializados y con una plantilla muy preparada para dar respuesta al desafío diario de prestar un servicio esencial, pero hoy quiero rendir un pequeño homenaje al equipo con el que comparto muchas horas de trabajo y de cuyos integrantes aprendo cada día: el equipo sanitario.

Los profesionales sanitarios de esta institución son un ejemplo de ese buen hacer sin focos ni platós, con un único objetivo, que no es su lucimiento personal, sino la atención minuciosa de la población cuya salud está a su cargo: los internos e internas del centro penitenciario.

Médicos, enfermeros, auxiliares de clínica, cada uno de ellos o de ellas con su personalidad, ideología, circunstancias personales o familiares, aparcan todo eso en la entrada y cuando comienza el trabajo, actúan como una sola persona, con plena dedicación y profesionalidad. Existen momentos de relax, muy concretos, muy tasados, para tomar un café y en esos instantes cada cual muestra sin complejos lo que piensa de todo lo que le rodea, con espíritu crítico, como lo que son: ciudadanos libres e inteligentes, pero cuando esos momentos terminan, la vuelta a la ocupación que allí les acerca todos los días, se realiza sin prejuicios, sin ideología, sin tendencias, con respeto a las normas que regulan la función encomendada, procurando dar el mejor servicio a los receptores del mismo, que son las personas que le deben a la sociedad pagar la deuda contraida con ella, por haber faltado a sus obligaciones sociales.

Y decía lo mucho que aprendo de ellos cada día, porque anteponer lo que se debe hacer frente a lo que tu ideología personal te propone, debería ser algo a exportar, especialmente a ese mundo del que he formado parte también durante muchos años: la política representativa, tan contaminada por los excesos ideológicos, casi sectarios, que arruinan la gestión y perjudican seriamente a los ciudadanos.

Es verdad que cualquier equipo necesita un entrenador, como una orquesta un director, pero cuando el equipo es bueno, el director, por bueno que sea, y el del centro penitenciario de Ceuta lo es, puede estar tranquilo.

España es un gran pais. Siempre he dicho que es mucho más grande que sus gobernantes, y es grande porque personas inteligentes,críticas, responsables y que saben lo que es anteponer la obligación al interés o deseo personal, se levantan cada día y trabajan. Mis compañeros de la oficina sanitaria y del resto de áreas de la prisión ceutí, son el mejor ejemplo de cómo se puede hacer mejor un país día a día.

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