Pedro Manuel de Arandia y Santisteban Ceuta 1699-1759 Manila, Filipinas) (y II)

Mariscal de Campo, Gobernador, Capitán General de Filipinas y Presidente de la Real Audiencia de Manila

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En la primera parte del escrito dejamos a don Pedro Manuel de Arandia en 1755.

Adjuntamos un curioso documento de fecha 22 de agosto de 1755 que pasamos literalmente.

Una queja de Batavia

En la Real Biblioteca de Palacio se conserva una copia manuscrita (de la colección Ayala, hecha en el siglo XVIII, signatura II/2826, folios 117-127) de un Dictamen del Consulado de Indias dado a S.M. en el año de 175(5), con motivo de las quejas del Parlamento Olandes de Batavia al Gobernador de Filipinas por el Comercio que hacían nuestras embarcaciones en el Mar Assiatico: en que con vista de ellas, y satisfacción dada por dicho Gobernador fue de parecer que por nuestro Ministro en Olanda se hiciese ver el ningún fundamento de su tentativa contraria a los Capítulos de Paz especialmente de Munster del año de 1648.

El Dictamen comienza recordando las quejas del Parlamento de Batavia al Gobernador de Filipinas, por el hecho de que los españoles hubieran empezado a comercial con Siam (la actual Tailandia), territorio que dicho Parlamento consideraba dentro de la órbita de la Holandesa Compañía de las Indias Orientales.

“ f.118v

Que los españoles conservarán su navegación en tal manera que ellos la tienen al presente en las Yslas Orientales sin poder extenderse por la otra parte, como también los habitantes de los Payses Bajos se abstendrán de la frecuantación de las Plazas que tienen los Castellanos en las Yndias Orientales>>.

f.118v, Que todo esto havia sido confirmado y concluido en el Tratado de Paz firmado en Utrech en el año de 1714, a donde el de Munster sirvió de vasa (es decir, de molde o norma) como parecía en los capítulos 10, y 34… que se explicaba así=.

10.

En 1757 El resquemor de Arandia hacia los regulares, fomentado por las persistentes denuncias que estos hacían de los excesos de los alcaldes mayores sobre los indios, dio lugar a un episodio que escandalizó las islas. Fue la huida de tres religiosos agustinos calzados de un convento, después de haber sido penitenciados por sus prelados debido a su mal comportamiento. Esto sucedió a principios de julio de 1757. Refugiados en el convento de San Francisco, recurrieron al Gobernador, quien desde el principio tomó su partido.

El 7 de julio de 1756 el gobernador Pedro Manuel de Arandia daba cuenta del recibo de la Real Cédula de 4 de mayo de 1754, que prohibía la circulación en las Indias de toda la moneda que no hubiese sido acuñada en ellas, para la extinción del detestable comercio de la introducción de la moneda provincial batida en la Península y de las pesetas extranjeras, y de su puntual observancia mediante su publicación por bando

Un año más tarde, por Real Cédula fechada en Aranjuez el 31 de mayo de 1757 y dirigida al gobernador de Filipinas, se aprobó el bando que mandó publicar para que los pesos y medios pesos cortados no corriesen en aquellas islas, sino por el peso que tuviesen, y ordenándole que, en vista de la Cédula que se insertaba de 20 de mayo de 1752, ejecutase con acuerdo de la Audiencia lo que se expresaba. El gobernador había representado, en carta de 14 de julio de 1755, el problema que suponía la circulación de moneda cercenada y las providencias que había dado para remediar este desorden. Se le contestaba que, puesto que en esas islas solo entraba la moneda procedente de Nueva España y esta hacía muchos años que era de cordoncillo, procurase por todos los medios extinguir la de cuño antiguo. (La moneda circulante en la Capitanía General de Filipinas siglos XVI al XVIII).

Órdenes Reales 26 de octubre de 1758: me ha mandado S.M. decía el Ministro, recomendar a V.S con el mayor esfuerzo la importancia de escarmentar la osadía de los estados bárbaros infieles, y decir a V.S. que el Real ánimo de S.M., es que para tan necesario fin, como el de mantener estos vasallos libres de las extorciones y cautiverio que han experimentado, no se ahorre diligencia ni gastos. Y fiando S.M. del acreditado celo de V.S. que interesa su Real conciencia y la descarga en la de V.S., cometiéndole la ejecución de lo humanamente pueda operarse de las facultades necesarias para comprenderlo, encarga S.M. a V.S. y le advierte que tomado luces de los mismos misioneros de esas esparcidas islas y de los sujetos más prácticos de ellas y de su capital, proviniendo V.S. su resguardo, separándose de vanas empresas de nuevas conquistas, y para ese logro vea V.S. y disponga los armamentos que convenga hacer y aún mantener siempre y las fortificaciones que sea útil construir. Luego da aviso de haber comunicado a Méjico las órdenes competentes para que se aumente el situado de las islas y para que este se remita por años adelantados en lugar de vencidos, y concluye. De todo los que V.S., ejecutase en este importante asunto me dará puntual aviso en las primeras ocasiones que se ofrezcan para pasarlo a S.M., que lo espera con impaciencia por lo mucho que le interesa, y desea en bien y quietud de sus vasallos. Literal (Informe sobre el estado de las Islas Filipinas/ autor Mas y Sans, Sinibaldo 1809-1868).

En materia económica en julio de 1758, Arandia autorizó la libre utilización de las tierras comunales por parte de los vecinos del municipio correspondiente, abolió la cesión del cobro de tributos a un tercero a cambio de un porcentaje fijo, a partir de ese momento la recaudación debía ser potestad única de las autoridades, y eximió físicamente a los filipinos que voluntariamente se convirtieran a la Fe Católica. Con la justificación religiosa, dicto también varias disposiciones en contra de la comunidad china que en realidad pretendían controlar de forma eficaz sus actividades comerciales.

Don Pedro Manuel de Arandia fallece el 31 de mayo de 1759 ocupa su puesto de gobernador, y en contra de la opinión de la Real Audiencia, el criollo filipino. Miguel Lino de Ezpeleta, Obispo de Cebú (las principales sedes de Manila y Nueva Segovia, se encontraban vacantes) este se hace cargo del gobierno de Filipinas, tomando posesión el 1 de junio de 1759 declarando nulos los decretos de Arandia a la vez que suprime la armada del jesuita José Ducós. El cargo de Lino de Ezpeleta duró muy poco.

El 6 de julio de 1759, pasó a Filipinas el nuevo arzobispo de Manila, Manuel Antonio Rojo, este nombramiento ya era conocido un año antes. Tomo posesión el 22 de julio.

Al fallecer don Pedro Manuel de Arandia, tendría que haber sido sustituido en el cargo por el brigadier don Francisco de la Torre.

Pero de la Torre vio cómo se suspendía su llegada a Manila debido al ataque británico a La Habana, por lo que el gobierno español hizo recaer el cargo, interinamente, en el arzobispo de Manila, don Manuel Antonio Rojo del Río y Vieyra, que, por su condición de no militar, cometería una serie de fallos que fueron determinantes…

La guarnición de Manila se reducía a 550 hombres del regimiento del rey, 80 artilleros, que operaban con piezas anticuadas y de pequeño calibre, y varios millares nativos de Pampanga. Las fuerzas navales se reducían a unas cuantas embarcaciones de remo y vela, cuya misión era combatir a los piratas malayos.

Por otra parte, el arsenal de Cavite apenas bastaba para mantenerlas y reparar el gran mercante que cada año ponía en comunicación las islas con Acapulco.

La protección de Filipinas se basaba en su aislamiento. De hecho, declarada la guerra el 18 de enero de 1762 (los británicos nos la habían declarado el 4 de enero de 1762), nueve meses después no había llegado la noticia.

La ocupación de Manila (24 de septiembre al 6 de octubre de 1762).

Esta ocupación duró hasta que Manila fue devuelta a España por el Tratado de París de 1763. Esta noticia de la pérdida de Manila no se recibió en España hasta después del cese de las hostilidades entre ambas potencias.

Manila quedo bajo el mando del vicegobernador británico (civil) Dawsonne Drake, que fue designado por la Compañía de Indias como jefe del Consejo de Manila.

Resumimos parte de su gobierno en Filipinas del documento: “Dominios Españoles en Oceanía-Filipinas”-Por el Excmo. Señor D. José de Alcazan- Diputado y Gobernador Civil de la Provincia de Bulacán- Manila 1895.

El Mariscal de Campo, Don Pedro de Arandia se hizo cargo del Gobierno de Filipinas en julio de 1754.

No pudo pasar desapercibido para el nuevo Gobernador, antiguo hombre de guerra, el estado desorganizado del ejército; lo exiguo de sus haberes, y lo incompleto de su vestuario.

Dedicóse, pues, sin pérdida de tiempo, a la reorganización militar, aumentando los sueldos y corrigiendo cuantos abusos pugnaban con una buena disciplina.

En lo referente a la administración de Marina, dispuso que los enseres para los navíos se custodiaran en los Almacenes de Cavite, dictando reglas para la cuenta de las reparaciones y construcción de buques, y ordenando además útiles medidas, para que en todas las dependencias se siguiera una recta y buena administración.

Entre Arandia y el Arzobispo se suscitaron algunas competencias por cuestiones de etiqueta. Arandia hizo construir la Alcaicería de S. Fernando, autorizo el casamiento de Ali-Mudin con Dª Rita Calderón, y organizo diversas expediciones contra los piratas moros, coronadas gloriosamente en Catangas por el valiente capitán D. Pedro Gastambide, que con solo su galera destrozó y puso en fuga a 38 naves piratas, matando al príncipe que mandaba la escuadrilla y 2500 moros.

Murió Arandia, uno de los buenos Gobernadores de Filipinas, en la noche del 31 de mayo de 1759.

El Obispo de Cebu Fr. Miguel Ezpeleta se encargó interinamente del gobierno, a la muerte de Arandia, hasta tanto que fue nombrado por la Corte de España, también con el carácter de interino, el Arzobispo de Manila D. Manuel Rojo.

El mando de este Prelado fue por todo extremo abundante en desgracias, y en el año de 1762 el Arzobispo tuvo la debilidad de entregar las Islas a los ingleses, que se presentaron en Manila con una fuerte escuadra.

El Arzobispo Rojo murió de pesadumbre en Manila, prisionero de guerra de los ingleses.

Debióse al esforzado y prudente anciano Don Simón de Anda y Salazar, Oidor de la Real Audiencia, la reconquista de las Islas.

Logró escapar de la Capital, acompañado de varios españoles y una cantidad insignificante de dinero, con cuyos exiguos elementos acometió la famosa empresa, que le dio tan justo renombre.

A pesar de la oposición de algunos Oidores; pero su mando fue muy breve, y entregó el gobierno, por orden de la Corte, al Arzobispo de Manila. (Literal)

Hemos querido adjuntar también un documento sobre don José Antonio Raón Gutiérrez, Gobernador de Filipinas 1765-1776. Al estar relacionado con Ceuta.

El 23 de enero de 1768 don José Antonio Raón recibió la Real Cédula, para que remitiera al Consejo los autos seguidos acerca de la nulidad o validación de la disposición testamentaria del difunto gobernador Pedro Manuel de Arandia [nacido en Ceuta el 31.01.1.699] en favor de la Real Hermandad de Nuestra Señora del Refugio y Piedad de esta corte, y al Juzgado de bienes de difuntos los autos formados sobre inventario de bienes, recaudación de bienes y cuenta que ha debido dar el albacea.

Damos unas notas sobre el matrimonio e hijos de don José Antonio Raón, con una anécdota al final.

Don José Antonio Raón estuvo destinado en Ceuta en 1744 como mayor del Regimiento de Infantería de León. El 20 de abril de 1744 contrajo matrimonio con doña Teresa Cejudo de Aldana, natural de Málaga. (Hermana de don Anastasio Cejudo y Núñez de Aldana, Gobernador y Comandante General de Cartagena de Indias, nacido en Ceuta en 1741 y fallecido en dicho lugar en 1808). De este matrimonio nacieron en nuestra ciudad dos hijos José en 1746 y Miguel en 1748.

Ambos ejercieron la cerrera militar en el ejército español.

José llegaría a capitán del Regimiento de la Corona destinado a Cartagena de Indias, en 1776 abandonó el ejército. Falleció en accidente en 1799.

Miguel en 1793 era teniente coronel del Regimiento Infantería del Príncipe, estaba destinado en el Castillo de Figueras cuando la capitulación de la plaza de San Fernando de Figueras, sufriendo un arresto de tres años. Tras los indultos abandono la carrera militar.

Al morir José su hermano Miguel se hizo cargo de la hacienda de la familia en Calahorra, La Rioja. La hacienda contaba con cubierto, lago, prensa, cubillo, bodegas, aceiteros y graneros y estaban valoradas en 160.000 reales.

Al principio de la guerra de la Independencia 1808-1814, las tropas francesas que traían a José I el hermano de Napoleón se acercaron a Calahorra, por lo que tuvieron que huir sus moradores.

Cuando José I entró en España a sus tropas les fueron robados el vino y las viandas que portaban.

José I se ganó en Calahorra el apodo de “Pepe botella”

Diversos escritos riojanos certifican que el hermano de Napoleón fue alojado en Casa de los hermanos Raón, vecinos de la localidad riojana de Calahorra, de cuya bodega serían confiscados los caldos. El atropello causó tal indignación en Calahorra, desde donde la noticia comenzó a propagarse por toda España, que pronto se le culpó directamente de beberse el vino. (La Rioja. Pepe botella).

Si esto es verídico sería bastante curioso que el apodo de José I “Pepe botella”, viniera de la confiscación de la bodega de los hermanos ceutíes José y Miguel Raón. (Sobre la familia Raón en nuestros escritos en este diario EL PUEBLO DE CEUTA de fecha 30 de junio y 23 de octubre de 2019.

Sobre don Pedro Manuel de Arandia ya hemos escrito en este diario en otras ocasiones ahora lo hemos ampliado con nuevos documentos.

Algunas fotos utilizadas en diversos escritos son tomadas de Internet, tratamos siempre de citar las fuentes y sin ánimo de lucro, solo intentamos dar a conocer destacados personajes ceutíes, algunos poco conocidos y otros olvidados a los que debemos de recordar

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