Ataque a la soberanía de España con una oleada migratoria sin precedentes sobre Ceuta

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La jornada del 17 de mayo de 2021 será recordada por todos los ceutíes como el día que miles de marroquíes asaltaron la ciudad española de Ceuta logrando entrar a nado bordeando los espigones que separan las fronteras del Tarajal y Benzú. Lo ocurrido tiene difícil definición. Marruecos castiga a España con la mayor ola migratoria de la historia, mientras nuestra ministra de Asuntos Exteriores, cada vez más desinformada e ignorada en el escenario internacional, quiere hacernos creer que la llegada masiva de marroquíes a Ceuta “no es fruto de un desencuentro” con España, cuando la realidad es que está inmersa en una alarmante crisis diplomática con su vecino del sur. El ingreso en un centro hospitalario de La Rioja del líder del Frente Polisario, afectado por el Covid, calificado por el gobierno marroquí de “provocación” y “acto inaceptable” en un comunicado amenazante, ha sido la gota que puede hacer rebosar el vaso de la tensión.

Un país, Marruecos, con el que existen contenciosos tan importantes como antiguos que, en opinión de destacados diplomáticos, pueden tener consecuencias políticas y económicas bilaterales impredecibles, ya que España es el primer proveedor y el primer cliente de Marruecos, que es además nuestro primer socio comercial en África. En el año 2020, el 47,3 por ciento de las exportaciones españolas a África tuvieron como destino el vecino del sur. Y España es también el tercer inversor en Marruecos donde actualmente hay 652 empresas españolas con al menos un 10 por ciento del capital de sociedades de derecho marroquí y 513 empresas de derecho marroquí que son filiales de empresas españolas propietarias de más del 50 por ciento de su capital.

Pero más allá de las implicaciones económicas, estamos ante un ataque a nuestra soberanía ante el cual es muy importante tomar decisiones súbitamente, para evitar consecuencias indeseables, porque confundir este ataque como una crisis humanitaria pondría al Gobierno de España al borde de la quiebra.

En este sentido, la respuesta escueta de los ministros de Exteriores e Interior dice poco de la capacidad de reacción del ejecutivo español. Marruecos lleva avisando a España de que considera muy hostiles algunas de sus últimas decisiones relacionadas con la política en torno al conflicto no resuelto del Sahara y en el país vecino hechos como los que están produciéndose con la permisividad de la policía marroquí, no suceden sin control gubernamental.

El primer deber del Gobierno de España es defender los derechos de los españoles y garantizar la integridad territorial de la nación, sin dudas ni titubeos, poniendo todos los medios al servicio de esta causa, por tierra, mar y aire si fuese menester.

Es de esperar que el conflicto se pueda resolver de inmediato y a través de los cauces de colaboración habituales de ambos Gobiernos, y que la repatriación de todas las personas que han entrado ilegalmente y por la fuerza en España sea inmediata y ordenada, pero para tranquilidad de todos, España debería desplegar mientras se calman los ánimos, la fuerza suficiente para garantizar la soberanía de nuestro territorio y la seguridad de todos los ceutíes. La diplomacia no está reñida con el ejercicio de la soberanía. Las aguas de Ceuta, españolas y europeas, deberían contar con la presencia de dotaciones suficientes para que nadie dudase de que no se va a consentir lo que está pasando.

El Gobierno de España debe dar una respuesta inmediata, proporcional e inequívoca. Están en juego muchas cosas.

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