Ceuta la viña sin vallar
Javier Chellarám
Eso de la viña sin vallar lo escuchaba yo en las tertulias de los bares a la hora del café, aquellos años noventa donde todavía había meneo con los bazares.
Treinta años después pongo el título a mi pensamiento en esta columna de opinión sobre lo que estamos viviendo en Ceuta, una situación que me viene a la memoria dos cosas cuando yo era un niño que disfrutaba con las películas de Walt Disney.
En casa siempre ponía yo la antena y como era el hijo mayor siempre ponía atención a lo que comentaba mi padre, la primera expresión de desconcierto fue aquellas navidades del 73 y la noticia era el atentado mortal contra el Almirante Carrero Blanco.
El otro suceso fue dos años después y al finalizar la jornada de mañana en clase la profesora nos puso a rezar por un suceso llamado la “ marcha verde “ y entre estas dos situaciones había un cóctel demoledor como fueron los atentados con bomba aquel verano de 1975 en la comandancia de Marina.
Del atentado de Carrero Blanco he leído en los libros sobre la Transición, el fatal efecto sicológico que tuvo entre el equipo de gobierno del entonces ya decrépito Franco y una frase lapidaria “ la tierra se nos mueve bajo los pies “.
Esta frase la puse anoche como modo de reflexión en mis pensamientos de manera atropellada en las RRSS por cuanto algunos me decían Javi danos tu opinión.
La ciudad de Ceuta ha demostrado y lo hacía pensativo esta mañana desayunando que tiene una vulnerabilidad acentuada y lo que dábamos por sentado que todo iba sobre ruedas y reponiéndonos del asunto del COVID nos llega una invasión en toda regla con una muchedumbre de personas que parece engañados con no se qué se han presentado en Ceuta y están deambulando por las calles sin ton ni son, habida cuenta que estas personas cuando van a cumplir las 24 horas en territorio español empezarán a tener hambre y sed, ganas de ducharse así como de hacer sus necesidades sin un argumento ni rumbo alguno.
Desde que el mundo es mundo las relaciones vecinales entre los países de Marruecos y España eran bien avenidas con palmadas en la espalda y aquello del “ ya hablaremos “ unos besos y unos abrazos tomando té, así como unas transferencias millonarias para los convenios de pesca y turismo y parabienes con los vecinos.
La ciudad de Ceuta sumida en un caos total con cierre de comercios y nula presencia casi de los alumnos en los centros escolares así como la perdida de actividades cotidianas en los ceutíes como el recuperar los biorritmos tras el fin del estado de alarma, el volver a los gimnasios en horario de noche, la vuelta de las competiciones deportivas y el pensamiento en lograr el ansiado ocio nocturno, todo ha quedado en agua de borrajas con este suceso de invasión.
Al final las obras fronterizas todo quedó en papel mojado, todo por un espigón a un lado de la manera más fácil de entrar, eso que decían ; una casa con dos puertas es un cuartel robado… pues así es como nos hemos sentido que todo el sentimiento caballa de oasis de paz y bienestar pendientes de FITUR ha quedado por los suelos con una traición vecinal sin precedentes , esa frase que retorna ahora con “ estamos vendidos “ y el runrún en los rincones de los nostálgicos diciendo “ nos vamos a tener que comprar un piso en Algeciras “ como lo que se olía tras la entrega del Sahara y aquella marcha verde.