ALGO MÁS QUE PALABRAS
Engrandecimiento del mundo y custodia de la creación
Marcos R. Pérez González*
Siempre es de agradecer que tanto desde las instituciones públicas como el ámbito privado se abran debates sobre cuestiones vitales para ambas ciudades y el más amplio marco de las relaciones entre España y Marruecos, aunque ello no debe hacernos perder la perspectiva real de la cuestión tratada que, en el caso que nos ocupa, me da la sensación de que discurre por derroteros más que discutibles en orden a ciertas propuestas y conclusiones del análisis practicado en dicho informe.
De entrada, el simple hecho, ya manido, de entender que la cuestión del Sahara Occidental está relacionada con Ceuta y Melilla me parece algo extemporáneo, un argumento éste que nos retrotrae a tiempos pretéritos en los que, al igual que en la actualidad, las cosas se hacen mal en origen al haber sido España incapaz de generar una doctrina exterior coherente con los intereses de la nación en la zona y más en particular con los de las dos ciudades españolas.
En este sentido, me gustaría recordar a los autores del informe que Marruecos no va a llevar a cabo “una redirección de su atención a Ceuta y Melilla” como consecuencia del supuesto reconocimiento por Estados Unidos de la soberanía marroquí del Sahara por la sencilla razón de que nunca ha dejado de lado su reivindicación histórica y tampoco ha cejado en su presión sobre los dos territorios españoles, más contundente en el caso de Melilla, por cierto. Un análisis sobre esta cuestión, vital para la seguridad de España por cuanto podría desencadenar una acción armada, no debe fundamentarse, en mi opinión, en actuaciones futuribles, en la medida en que perdemos una perspectiva real de los hechos en el momento actual, que es el que nos interesa. Las prospecciones son como la quiniela, tienes más posibilidades de equivocarte que de acertar. Afirmar que el rearme marroquí “podría significar un desafío para la integridad territorial de España” es como disparar sin blanco. De hecho, la integridad territorial de España lleva siendo puesta en cuestión por Marruecos desde el mismo momento de su acceso a la independencia en 1956, logrando sus objetivos sin haber hecho apenas uso de la fuerza. ¿Por qué entonces la iba a utilizar contra las dos ciudades? ¿Supone el rearme marroquí un medio de coacción suficiente contra la voluntad española, firme hasta ahora en la defensa de la soberanía española en Ceuta y Melilla? ¿En qué se concretan esos supuestos desafíos? Son aspectos que no contestan los analistas del informe que, por otra parte, creo que no andan finos en una segunda cuestión que parecen no entender correctamente, me refiero al nacionalismo marroquí al que sustituyen por el vago concepto de “mentalidad y cultura estratégica” para referirse al expansionismo territorial basado en la desquiciante propuesta del Gran Magreb como proyecto de expansión territorial. Ello implicaría para los autores “controlar las plazas de Ceuta y Melilla”. El objetivo de Marruecos no es controlar las dos ciudades, que no plazas, sino asumir la soberanía de los dos territorios. El control ya lo tienen a través del que ejercen sobre el gobierno español, circunstancia ésta que ha supuesto la supeditación de los intereses de Ceuta y Melilla a los de Marruecos, como los hechos se encargan de mostrarnos día a día, última crisis migratoria mediante.
Como consecuencia de ello, de esa perversa relación entre España y Marruecos, la acción exterior de nuestro país en la zona se ha convertido en un elemento tremendamente dañino para los intereses de Ceuta y Melilla. ¿Qué explica si no que tengamos un estatuto jurídico e institucional diferente en la organización territorial del Estado, o que nuestra incardinación en la UE no sea como la del resto de territorios españoles o que nuestro régimen fronterizo sea diferente del existente en cualquier puesto fronterizo peninsular? ¿Aún hay quien piense que todo esto se hizo para beneficiar a las dos ciudades o para afrontar los peligros de una relación tóxica con Marruecos o acallar las reivindicaciones del país vecino? ¿Estas singularidades nos hacen más fuertes o nos han ido debilitando?
Pero volvamos a la cuestión del Sahara pues dicen los analistas del informe que el primer ministro marroquí habría dicho que “España apoya la postura de Rabat en el Sahara” a cambio de que “Marruecos no plantee problemas en las dos plazas de soberanía españolas”. Francamente me importa bien poco lo que opine el primer ministro marroquí, pero me parece un escándalo que los analistas del informe den pábulo a esas declaraciones pues estos afirman seguidamente que “en caso de que la soberanía marroquí quede consolidada y reconocida, este quid pro quo dejaría de existir por lo que Ceuta y Melilla entrarían en las discusiones bilaterales”.
En primer lugar, el gobierno español, que yo sepa, no ha dicho nunca que apoya la ocupación del Sahara, más bien, no sin altibajos, ha defendido una negociación política entre las partes bajo la égida de la ONU y como alternativa la aplicación de la legalidad internacional. En segundo lugar, la teoría del quid pro quo es una de las maldades que se inventaron algunos analistas durante la transición para intentar justificar la desbandada española del Sahara que, como podemos ver, ha hecho carrera en Marruecos. Por último, si esta teoría es cierta, a España entonces le interesaría lo contrario, es decir, que Marruecos nunca acabe por consolidar su soberanía sobre el territorio. Esto demuestra que ambas cuestiones no tienen ninguna conexión. Eso sí, recordemos que si desde Marruecos hacen estas aseveraciones es por la simple razón de que son conscientes de que la cuestión saharaui genera problemas en la doctrina exterior de los partidos políticos españoles como hemos podido comprobar recientemente con el lamentable espectáculo que ha dado el PP como consecuencia de la presencia en España el presidente de la RASD en un hospital español.
Por último, en cualquier prospección hay que evitar generar automatismos como hacen los autores con esa supuesta negociación bilateral a la que España se vería compelida al haberla relacionado con la cuestión del Sahara. Lo único que debe negociarse bilateralmente entre ambos países es la delimitación de las aguas jurisdiccionales entre las ciudades y Marruecos, así como el buen funcionamiento fronterizo. Lo demás son simples especulaciones carentes de sentido como la de considerar que Marruecos está en trance de convertirse en una potencia regional, circunstancia que para los autores del informe le permitiría a este país “allanar la soberanía de otros Estados de forma unilateral”. ¿Y quién sería el principal perjudicado? Pues España, ya que podría ver “amenazados sus territorios extra peninsulares” del mismo modo que “asumió la pérdida del territorio del Sahara”. Volvemos a relacionar dos situaciones que no tienen nada que ver. Por cierto, el gobierno español de la época asumió la pérdida del Sahara por que le dio la gana, al someterse a intereses ajenos, en particular los de Estados Unidos. Podía haberse quedado en el territorio, darle la independencia, negociar con el Polisario, exigir la presencia de fuerzas internacionales o simplemente defenderlo militarme. La presión exterior para negociar la entrega de Ceuta y Melilla ya se produjo durante el conflicto de la isla del Perejil, en concreto por parte de Francia y el planteamiento español fue claro en defensa de las dos ciudades. ¿Por qué debería cambiar si la soberanía española es indiscutible? Lo cierto es que ni Marruecos es una potencia regional, ni podemos inmiscuirnos en la cuestión del Sahara, pues depende del Frente Polisario, en guerra en estos momentos en la zona, ni es negociable la soberanía sobre las dos ciudades. Mezclar las cosas no ayuda nada a aclarar los retos en materia de política internacional y los de España deben ser innegociables, al basarse en el respeto a la legalidad internacional en ambos supuestos. Lo demás es un simple enredo que no conduce a ninguna parte.
* Doctor en Relaciones Internacionales
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