El abismo de las profundidades

Javier Chellarám

En estos tiempos de pandemia jamás podríamos imaginar el sufrimiento que nos retorciera el planeta allende los mares por las que se llaman las Islas Afortunadas.

Era una noche de abril a la luz de la luna donde la muerte acechaba a un padre cual figura del diablo se tornase sobre la vida de sus propias hijas, mientras se divertían en los juegos angelicales unas niñas tan inocentes su madre las imaginaba compartiendo lo que sería la última cena.

El padre que se despidió con un abrazo inesperado de su propio padre dejando abandonado a su perro, quien podría imaginar que el mejor amigo del hombre fuera el testigo improvisado de tan macabro final.

No las verás más era el epitafio final de un horrible padre cuando su venganza era pasar el mar por la vicaría.

Eran dos niñas que llevaban por nombre Olivia y su hermana Anna quien se fueron en su último viaje camino del fondo del abismo , a las entrañas de las profundidades en dos bolsas al punto donde se perdió la última señal del móvil.

Y gracias a los avances de la tecnología y la pericia de la Guardia Civil el buque oceanográfico María Alvariño comenzó el rastreo descomunal hasta localizar la botella de oxígeno, el edredón y con que fatalidad el cuerpo angelical de Olivia en una bolsa mientras la otra se abría siendo Anna quizá un ángel que se ha perdido por los rincones de la isla.

Y si este que escribe ha tardado por culpa del shock donde no sabía que manera ponerme a escribir con tanta rabia unas letras como sería el criminal que se presentase en su día para conquistar a una mujer pensando en crear un hogar en común siendo un asesino despiadado quien se pudiera el mismo ahorrar tanto tormento al resto de la humanidad quedándose el mismo amarrado al ancla y haber esperado a quedarse sin oxígeno.

Donde estaría esa noche la Reina de los Mares no hubiese metido una noche de levante para que no partiese nunca esa lancha , donde estaría la Virgen de la Candelaria , La Morenita de Tenerife quien gobierna y patronea las Islas para interponerse entre ese padre despiadado sin pensar en la sonrisa y la alegría de sus hijas.

Sólo me queda dejando estas cuartillas con las lágrimas que golpean con rabia mis escritos que si algún día vuelve la Feria , la Virgen de Africa acoja a esas niñas por la Feria y las monte en los cacharritos.