La Delegada del Gobierno

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Sin duda sus palabras han dado mucho que hablar, pero si las analizamos en su totalidad, sin descontextualizarlas, cobran más sentido de lo que algunos ven. Vivimos momentos de vértigo en la comunicación y nadie se detiene lo suficiente para que las cosas se vean con nitidez. La verdad parece que tampoco interesa mucho. Ahora se lleva más el relato. Es curioso, pero venden más libros los conentaristas de texto que los autores.

Pero volviendo a las palabras de Salvadora Mateos, quiero contar una anécdota que viví hace unos días en la gasolinera del puerto. Un grupo de cinco chicos estaba en la zona del lavadero de coches y uno de ellos, con una balleta en la mano, se ofreció a limpiar mi vehículo. Lo hizo con gestos, lo que apuntaba su desconocimiento del idioma y su pertenencia al colectivo de menores que cruzaron la frontera empujados por las autoridades marroquíes. También mediante gestos le respondí con una negativa y al hacerlo me acordé de las palabras de la delegada del gobierno.

Comprendí al instante la intención de las mismas y, sobre todo, la ausencia de racismo o desprecio hacia esos jóvenes. ¿Acaso sería lo mejor que un joven extranjero, viviese en las calles de Ceuta, haciendo trabajos impropios de su edad, mendigando comida y a la intemperie? ¿No nos acercaría una actitud así a parecernos más a Marruecos que a Europa? ¿No estaría mejor ese joven bajo el amparo de una ong, cualquiera de esas que han salido en tromba contra Salvadora Mateos, que reciben una buena financiación de el Estado, para que un joven migrante no tenga que estar a las puertas de un supermercado o robando para poder comer?

Tienen mucho sentido las palabras de la delegada si se ponen en el contexto en el que se dijeron, es decir, el estado deambulatorio y sin horizonte de miles de menores marroquíes en Ceuta. ¿Qué tal si esas ong les atendieran y les mostrasen el camino sin más intereses que los de los menores, es decir, que lo mejor para ellos es su propio hogar familiar y la atención de su propio gobierno? ¿Qué les pasa a esas ong’s, que son tan comprensivas con el gobierno marroquí y destilan tanto odio hacia el nuestro?

Esos menores necesitan a sus propias familias, aunque no lo sepan. Necesitan que su gobierno les atienda, aunque no se atrevan a demandarlo, necesitan que alguien le ayude de modo organizado mientras las dos premisas anteriores se puedan cumplir, pero no necesitan, porque es lo peor para ellos, la caridad individual de nadie, porque esa mal entendida caridad los condena a la calle, a ser mendigos, a trabajar sin cobertura y a que sus mentes sigan entre la niebla.

Tiene toda la razón nuestra delegada del gobierno y yo humildemente se lo quiero reconocer con estas breves palabras. Otra cosa es que el gobierno al que representa se esté tomando el asunto con la seriedad que merece. Pero no olvidemos el alcance de un delegado: mucho pedir y poco recibir. Siempre fue así.

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