«El racismo, la LGTBIfobia y la islamofobia tienen solución y debemos denunciarlas»

ENTREVISTA

Los responsables del proyecto ‘Migrantes en Igualdad’ nos dan las claves para entender qué son los discursos y delitos de odio, que han proliferado en Ceuta con la crisis migratoria, y cómo combatirlos social y legalmente

Charo Alises, abogada, en una de las orientaciónes sociojurídicas sobre delitos de odio. / FOTO CEDIDA
Charo Alises, abogada, en una de las orientaciónes sociojurídicas sobre delitos de odio. / FOTO CEDIDA

Charo Alises, abogada, y Alfonso Torres, periodista, son dos de los responsables del proyecto Migrantes en Igualdad que, entre otras actividades, desarrolla orientaciones sociojurídicas sobre discursos y delitos de odio a personal técnico de diferentes colectivos en nuestra ciudad. Este proyecto, de lucha contra el racismo, la xenofobia y otras formas de intolerancia asociadas está siendo desarrollado por la Fundación Márgenes y Vínculos en la comarca del Campo de Gibraltar (Cádiz) y en la ciudad autónoma de Ceuta.

• Charo Alises tiene una larga trayectoria en la lucha contra los delitos de odio y la LGTBIfobia, asesorando a víctimas e instituciones. Es autora de la guía de delitos de odio LGTBI de la Junta de Andalucía y responsable de la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de Abogados/as de Málaga. Alfonso Torres lleva varios años escribiendo sobre problemáticas sociales andaluzas en El Salto Diario y otros medios y es activista en diferentes movimientos sociales en el Campo de Gibraltar.

Pregunta.- Ofrecéis una formación a diferentes asociaciones y colectivos ceutíes sobre discursos y delitos de odio. ¿En qué consiste esta capacitación?

Respuesta.- En informar, concienciar y empoderar. La información es fundamental para combatir los delitos y discursos de odio. Conocer los derechos que tiene una víctima, saber identificar si una agresión física o verbal la motiva o no el odio hacia un determinado colectivo, ubicar los recursos sociales o institucionales que combaten estos discursos y delitos. Existe todo un andamiaje policial y judicial para ello, pero está infrautilizado por desconocimiento de la ciudadanía y de las posibles víctimas.

P.- ¿Diríais que han proliferado los discursos de odio hacia personas migrantes a raíz de la crisis migratoria en Ceuta? ¿Hay discursos que los contrarresten?

R.- Las situaciones de crisis siempre nos llevan a construir chivos expiatorios porque nos aportan un supuesto culpable, irreal pero claro y bien delimitado, al que responsabilizar de un problema complejo. En este caso, claro que han proliferado los discursos de odio hacia las personas migrantes con esta última crisis humanitaria. Pero en esta ocasión y en todas las anteriores que podamos analizar. El mejor discurso para contrarrestar los bulos, los miedos, es la información veraz y un periodismo que ayude a comprender la situación y a empatizar con las personas migrantes. Entender que la crisis que ha vivido Ceuta por el conflicto con Marruecos tiene aristas internacionales. De las decisiones de las diplomacias de EEUU, Marruecos, España y Alemania ¿vamos a responsabilizar a personas en paro, en situación de pobreza, del norte de Marruecos? No parece muy justo…

Los discursos de odio se construyen fundamentalmente con información falsa e ideas simplificadas

P.- ¿De qué manera se reproducen y difunden estos discursos? ¿Posibles soluciones?

R.- Las redes sociales son uno de los principales vectores de propagación. Son como los rastrojos en un incendio. Resulta el mejor medio si entendemos que los discursos de odio se construyen fundamentalmente con información falsa e ideas simplificadas. Una combinación perfecta, pero terrible por los efectos que tienen sobre colectivos vulnerables. También participan de esa difusión algunos medios de comunicación o periodistas, entendemos que irresponsables, porque legitiman bulos. Ya no te llega a través de whatsapp, que puede generarte alguna duda, sino a través de un portal de noticias con apariencia seria. La solución, como decíamos antes, es concienciar a la ciudadanía y profesionales, empoderar a las personas vulnerables y denunciar a los agresores.

P.- Otro de los colectivos que reciben ataques a su dignidad es el LGTBI+, hace poco fue el día del Orgullo, ¿qué queda por hacer y qué hay que reivindicar este día?

R.- En 2019, la Agencia Europea de Derechos Fundamentales hizo una macroencuesta en toda la UE a personas LGTBI. Los datos que aportaron fueron muy esclarecedores de lo mucho que queda por hacer. En España, que se ha caracterizado en las últimas décadas por un avance notable de los derechos LGTBI y del respeto al colectivo, un 42% de las personas LGTBI se habían sentido discriminadas en el último año. Y un 48% de las personas que tienen pareja del mismo sexo evitan siempre o a menudo cogerse de la mano en público por miedo a represalias o agresiones. Esto, que nos puede parecer algo menor, es muy grave. Como nos ha demostrado de manera muy cruda el asesinato de Samuel. Porque es sentirse inseguro en los espacios públicos, sentirse que no nos son propios cuando se supone que son de todos y todas. Una inseguridad basada en razones fundadas, no en un exceso de celo. Y eso en España. Si nos vamos a Polonia o Hungría, países donde sus instituciones muestran un claro y evidente desprecio a la comunidad LGTBI la situación empeora.

P.- ¿Qué se considera exactamente un delito de odio?

R.- Cualquier delito hacia una persona por su pertenencia a un determinado grupo social: raza, origen nacional, color de piel, religión, discapacidad, orientación sexual… No se necesita conocer a la víctima, más bien todo lo contrario: no conocerla, no empatizar con ella ayuda a ver solo de ella una determinada característica que, por alguna razón, en nuestra cabeza la asociamos con algo negativo.

El delito de odio se produce cuando la agresión no se explica tanto por una circunstancia individual. No se agrede por quién es individualmente, sino por quién es colectivamente la víctima: magrebí, negra, homosexual, gitana, transexual. Y la agresión provoca un temor o un daño moral a todo un colectivo.

Por ejemplo, un delito de odio que suele pasar desapercibido y confundirse con una reclamación de consumo pero que pone el énfasis en la hostilidad y no tanto en la agresión es negarte la entrada a un establecimiento o a atenderte adecuadamente en un servicio.

Si queremos dar una definición técnica, la mejor es la de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, que define el delito odio como “cualquier infracción penal, incluyendo infracciones contra las personas o las propiedades, donde la víctima, el local o el objetivo de la infracción se elija por su, real o percibida, conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo basado en una característica común de sus miembros, como su raza real o perceptiva, el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la edad, la discapacidad intelectual o física, la orientación sexual u otro factor similar”.

El racismo, la islamofobia, la LGTBIfobia, son problemas graves y no existe en ningún caso un problema a la inversa en España

P.- ¿Puede cualquier persona ser víctima de un delito de odio?

R.- La respuesta corta es que sí. Porque para considerar a una persona víctima de delito de odio solo es necesario que esta haya sufrido un daño a sí misma o a sus bienes por su mera pertenencia un grupo determinado, o por parecer que pertenece a él. Ahora bien. Debemos tener cuidado y no caer en la equidistancia. El racismo, la islamofobia, la LGTBIfobia, son problemas graves y no existe en ningún caso un problema a la inversa en España. La Agencia Europea de Derechos Fundamentales, en un informe de hace escasos días, ha detectado que un 22% de personas pertenecientes a una minoría étnica habría sufrido violencia física en los últimos cinco años. En el caso de personas no heterosexuales, un 19%. Cuando en la población general solo un 9% reporta una agresión.

La mayoría de personas víctimas de delitos de odio no denuncia porque no cree que nada vaya a cambiar

P.- Hay muchos tipos de delitos de odios y la Agencia Europea de Derechos Fundamentales apunta que el 90 por ciento de estos delitos no se denuncian. ¿Por qué?

R.- Hay múltiples razones. Miedo, desinformación, desconfianza, apatía. Lo que nos dice la misma agencia que mencionas en un informe reciente es que la mayoría de personas víctimas de delitos de odio no denuncia porque no cree que nada vaya a cambiar. Se normaliza esa violencia, se naturaliza, como si fuese un fenómeno meteorológico y no un problema social que tiene solución. En el caso de las personas migrantes se dan casos de desconfianza hacia los cuerpos policiales, más aún si esas personas tienen una situación administrativa irregular. Temen que les abran un expediente de expulsión si van a comisaría, expediente que no llegaría a término puesto que el derecho de la víctima está por encima de la ley de extranjería. En el caso de las personas homosexuales o bisexuales se da otro temor: a exponer su intimidad, a hacerse visible.

P.- Cuando se denuncia ¿qué derechos tienen las víctimas?

R.- Toda persona, independientemente del tipo de delito que sufra, tiene una serie de derechos reconocidos en el Estatuto de la Víctima de Delito que se aprobó en 2015 y que era una reclamación de hace años de la sociedad civil. En lo referente a la población migrante, podríamos destacar el derecho de traducción e interpretación, que no es ninguna tontería porque puede significar la diferencia entre poder ejercer o no los derechos ante la administración que tiene cualquier persona. También es importantísimo recordar el propio derecho a denunciar y entender que es la víctima y no la policía la que debe decidir qué hechos desea y considera oportuno denunciar.

Es importantísimo recordar el propio derecho a denunciar y entender que es la víctima y no la policía la que debe decidir qué hechos desea y considera oportuno denunciar

P.- Hay un tipo específico de discriminación motivada por la islamofobia, ¿en qué consiste? ¿puede esto constituir un delito de odio?

R.- Por supuesto. De hecho, con el último informe de monitoreo de redes sociales del Observatorio de Racismo y Xenofobia de España en la mano, la islamofobia es uno de los principales discursos de odio presentes en la red. La islamofobia no deja de ser un tipo de racismo, pero que va mucho más allá del color de piel y entra en lo cultural. Y como cualquier otra fobia, se produce porque nos dejamos llevar por los prejuicios. Creer que las mujeres musulmanas son más sumisas, que los hombres musulmanes son más machistas, en general, asociar lo islámico con algo primitivo y ajeno a nosotros, cuando la realidad es que esto es falso: eso es islamofobia. La cultura islámica forma parte de nuestra herencia histórica tanto como la judía o la cristiana y viniendo al presente, hoy día el 43% de la población ceutí censada se confiesa musulmana y un 4% en toda España.

P.- Las redes sociales son la herramienta clave para difundir mensajes racistas, xenófobos, discriminatorios, especialmente a través de cuentas falsas. ¿Cómo puede combatir legalmente este problema? ¿Existe dificultad para identificar a quienes se esconden detrás de perfiles falsos?

R.- En 2016, la Comisión Europea y algunos de los gigantes de internet (Youtube, Facebook, Twitter y Microsoft) firmaron un código de conducta que permite combatir la incitación al odio en internet. Y por supuesto, el anonimato es un elemento clave para comprender cómo y por qué se propagan los discursos racistas y de odio en las redes. Afortunadamente esta herramienta que decimos permite retirar muchos de los mensajes que se denuncian. Más preocupante sin embargo son los discursos que, de forma intencionada o no, difunden ciertos medios de comunicación. Por ejemplo, asociar inseguridad con migración, cuando no existen estudios serios que establezcan una relación causa-efecto sobre estos dos fenómenos. O tratar a las personas migrantes como números, y no como ciudadanos extranjeros que vienen con una historia detrás, con unas razones para migrar que perfectamente podría compartir cualquier ciudadano español.

Ceuta es una ciudad extremadamente rica culturalmente. Necesitamos evitar encerrarnos en grupos más o menos homogéneos. Romper barreras y prejuicios para construir una convivencia más rica, más sólida y más justa.

P.- ¿Un último mensaje a las víctimas para cerrar? ¿Qué podemos hacer como sociedad para contrarrestarlos?

R.- A las posibles víctimas, decirles que cuando sufran alguna agresión, se informen. No tienen por qué tener prisa en denunciar. Pueden tomarse su tiempo, recuperar el aliento o la fuerza. Buscar una persona de confianza para ir acompañadas. Pero animarles a denunciar. Hoy estamos dando los pasos sobre los delitos de odio que se dieron hace 15 años en materia de violencia machista. Necesitamos concienciarnos todos y todas de que el racismo, la LGTBIfobia, la islamofobia tienen solución y debemos denunciarlas. Y a la ciudadanía en general, animarla a conocer a su vecino. Conocernos los unos a los otros, los otros a los unos, asumiendo y valorando la diversidad de nuestro entorno. Ceuta es una ciudad extremadamente rica culturalmente. Esa es una fortaleza que apreciar. Pero para eso necesitamos, todos y todas, evitar encerrarnos en grupos más o menos homogéneos. Romper barreras y prejuicios. Eso nos ayudará a crear empatía, y así, a construir una convivencia más rica, más sólida y más justa.

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