La veteranía es un grado
Javier Chellarám
Si es un halago que cada cierto tiempo por cualquier rincón me sigan preguntando, mira Javier he leído lo que escribiste, esta frase sigue siendo un estímulo y una manera de mantener vivo aquel rincón de aquellos escritos caballas.
Y fueron aquellos recuerdos guardados en la alacena de mi memoria los que me dieron ese estímulo en pensar donde tanta tempestad me dio por recuperar aquello de sentarme otra vez a dedicar a mis lectoras unas letras.
Y después de pensar los avatares que está inmersa Ceuta pero sin olvidar que esta tierra es “ hija de la guerra “ yo también me puse a pensar en que mirándome al espejo y aunque mi espíritu sea joven e incansable ya el rostro me marca que tengo menos pelos y muchas canas.
Y si la filosofía de la vida que me recordaba mi padre en mis años de furor adolescente donde el acné daba paso a esa euforia de la edad del pavo y los escarceos amorosos acompañados de un balón de fútbol y miradas enamoradas con las vecinitas en cada portón tras alguna que otra bronca mi padre me recordaba el cutis suave de mi hermanillo sentado en la mesa y decía este no puede afeitarse porque tiene cinco años tu si porque tienes quince pero lo que no puedes es meterte en jaleos de bodas y de novios porque no tienes veintitantos.
Y al cabo de tantos años y de experiencia donde mis galones son dobles por ser padre y además abuelo y que verdad que es que a los hijos se les educa y a los nietos se les consiente, me encuentro a gente imberbe recibiendo cargos y reconocimientos arreando a diestro y siniestro con esa euforia que tenía yo en aquellos años ochenta donde la pasión de soñar comerte una rosa y pensando en los agujeros negros del espacio sideral mientras la carrera de hormigas adornaba mi cara debajo de mi nariz ya era socio de Filomatic llego a la conclusión que:
Si para llegar a ser James Bond tienes que tener una edad madura como la de los 45, si esta quizá maldita para los militares y la misma que tenía yo cuando me liquidaron por dos partes, la personal y la profesional, tienes que tener una madurez para ocupar ciertos cargos en todos los órdenes de la vida acompañado eso sí, de un liderazgo, un carisma y un don de gentes que no venga en ninguno de los libros donde se ponga uno a estudiar y hay una regla no escrita que sabe más el diablo por viejo que por diablo.
Hoy me ha tocado debajo del mismo sol aconsejar a un joven que está a punto de ser un volcán en erupción porque quizá sin darse cuenta las edades entre los quince y los veinte hay una delgada línea roja donde está ser mayor de edad, las motos, los móviles, los amores, las bravuconadas, los estudios, el entorno familiar todo eso llamando a su puerta conlleva unos cambios hormonales que desembocan en unas sacudidas mentales y corporales de ver más allá de sus ojos lo bonita que es la vida.
Pero como un tren articulado de largo recorrido hay que saber llevarlo para que no descarrile, el consejo en los estudios y el honrar a sus padres el ser justo y necesario así como el camino de los caballeros pero que siempre llegará ese momento para la mirada amorosa perdida que le entregará la niña que le guiñe un ojo en cada paseo y en cada puerta de una merienda o una película en el cine.
Le recordé que yo era muy enamoradizo y que los ochenta eran la fiebre del sábado noche de un tal John Travolta pero que nunca fue la Policía a casa a decir que había roto un cristal de un coche ni había robado ni agredido a nadie por la calle.
Que disfrutara la vida que yo recordaba que me quedarían cuarenta y cinco años para jubilarme cuando tenía veinte y de paso veo tan de cerca o tan lejos que ahora me faltan once,
Siempre tendrá la vida esa niña bonita que le pedirá un paseo o una vuelta o un empujón en la orillita de la Ribera, que supiera valerse en la vida porque los padres no iban a ser eternos y como despedida le dije , mi padre siempre me decía yo en la India con ocho años cambié de tren sin más ayuda que mi sentido común y mi propia convicción.