Carlos de Vargas Machuca Cerveto (Ceuta 1803-1879 Madrid) (y III)

Segundo jefe del Ejército en la expedición a México. Mariscal de campo, capitán general, gobernador de la isla de Santo domingo, actual República Dominicana

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En el anterior escrito dejamos a don Carlos de Vargas en 1860 de regreso a la península tras sus años de gobernador de Santiago de Cuba. Solo permaneció unos meses en España cuando de nuevo fue destinado a Cuba.

En abril de 1861 de Cuba pasó como segundo cabo (actual segundo jefe) en comisión a Puerto Rico, estando en su nuevo destino se produjo el ultraje a nuestro embajador y a nuestro pabellón por parte de la República de México.

En enero de 1858 Benito Juárez fue reconocido como presidente de México por los liberales en la guerra de reforma, este actuó contra los intereses de los gobiernos que habían dado apoyo a los gobiernos anteriores, uno de ellos era el español. En 1860 el embajador español fue declarado persona non grata. También fue expulsado el nuncio de Roma.

Los otros dos países implicados fueron Francia e Inglaterra.

Debidos a estos problemas el 31 de octubre de 1861 se celebró la Convención de Londres. Pacto diplomático entre la reina Victoria del Reino Unido, Isabel II de España y Napoleón III de Francia. Esto fue acordado como contrapartida a la ley de suspensión de pagos del presidente de México Benito Juárez, que principalmente perjudicaba a los tres países.

Los ministros plenipotenciarios que firmaron dicho acuerdo fueron: John Rusell, por Reino Unido; Flahaut de la Billarderie, por parte de Francia y por parte de España, Francisco Javier de Istúriz.

El Tratado se compone de 5 artículos. No se adjuntan.

Los mandos de cada nación fueron: por los británicos Sir Charles Wyke y el comodoro Dumlop; por parte francesa el conde Dubois de Saligny y el contraalmirante Julien de le Graviére. El general Prim iba al mando de las tropas españolas. La misión que llevaban era diplomática-militar.

Prim conocía bien el problema dado su matrimonio con la mexicana Francisca Agüero, hija de un rico banquero de ese país.

El general Serrano, capitán general de Cuba, al saber del nombramiento de Prim, se adelantó a la llegada de este y envió a 6.000 soldados al mando del mariscal Gasset y como segundo jefe de tierra el brigadier Carlos de Vargas embarcados en la flotilla del almirante Gutiérrez de Rubalcaba con rumbo a Veracruz, puerto que ocupan el 17 de diciembre de 1861.

El 28 de diciembre de 1861 el general Serrano, dio un parte con instrucciones al comandante de las fuerzas navales españolas. Estas instrucciones eran 12 artículos, que como los 5 artículos del Convenio de Londres, no los adjuntamos por no alargar en demasía el escrito.

Solo resaltaremos de las instrucciones el artículo 8º en lo referente a D. Carlos de Vargas. “Y, si por cualquier motivo, tuviera que designarse un representante del gobierno español para negociar con el de la República, se confiará esta comisión al señor brigadier D. Carlos de Vargas, segundo jefe de la expedición de tierra, hasta que S.M. determine la persona que deba de hacerse cargo de tal misión”.

La plana mayor de la división expedicionaria española a México, estaba compuesta por los siguientes señores:

Comandante general. El comandante primer mariscal de campo D. Manuel Gasset.

Segundo jefe. El excelentísimo señor brigadier D. Carlos de Vargas.

Cuartel general. Estado Mayor:

Comandantes. D. Antonio Tuero (jefe); D. Antonio Ortiz; D. Fructuoso de Miguel.

Plana Mayor de Artillería:

Teniente coronel don Nicolás Rodríguez de Cela; comandante don Antonio Cuevas, mayor; capitanes don Eduardo Ranideres de Guerra, ayudante; don Joaquín Bueno y Pezuela; don Pedro Tavila.

Plana Mayor de Ingenieros:

Coronel. D. Nicolás Valdés, comandante; comandantes don José Atanasio Echevarría, mayor; don Teófilo Llorente; capitanes don José Llibet, ayudante; don Santiago Moren; don Andrés Goitia.

Justicia Militar. Auditor D. Juan Chinchilla.

La escuadra española participante en las operaciones estaba compuesta por varias fragatas de hélices más algunos barcos a vapor y mercantes.

Al mando de la escuadra española iba como comandante, el comandante general de la Marina de La Habana D. Joaquín Gutiérrez de Rubalcaba y como segundo el brigadier D. José Lozano.

El 23 de noviembre de 1861, Prim embarcó en Cádiz, a bordo del buque Ulloa, con rumbo a La Habana. Le acompañaban su esposa, su hijo y algunos fieles colaboradores, encabezados por su inseparable Milans del Bosch.

Tras semanas de viaje, y tras tocar el 16 de diciembre en San Juan de Puerto Rico, Prim llegó a La Habana, la víspera de la Nochebuena de 1861, donde le esperaba una sorpresa nada agradable. El ejército estaba ya en México.

En diciembre de 1861 se inició el desembarco por parte española, ocupando Veracruz y el Castillo de San Juan de Ulúa (el adelantarse las tropas españolas enojó a los ingleses), por órdenes secretas don Carlos de Vargas había sido nombrado gobernador de Veracruz, por lo que tomó el mando.

A principios de enero de 1862 fondearon en Veracruz las escuadras británicas y francesa. Con estas escuadras llegaba el general Prim.

El día 8 don Juan Prim fue cumplimentado por el general don Manuel Gasset, rindiéndosele los honores de ordenanza.

Al día siguiente acompañado del almirante francés y del comodoro inglés pasó revista en la plaza de los Hornos a toda la división. En ese mismo día se inició el desembarco de las fuerzas aliadas, fuerzas que fueron recibidas en la plaza principal por el brigadier D. Carlos de Vargas con dos batallones. Una vez ubicados tanto en Veracruz como en San Juan de Ulúa, se colocaron las banderas inglesa y francesa junto a la española.

El gobierno mexicano envió al Secretario de Relaciones Exteriores Manuel Doblado quien convocó a los jefes aliados a negociar en Orizaba, al interior de la región de Veracruz. Gran Bretaña y España respetaban el acuerdo de Londres y se oponían a cualquier agresión sin agotar la vía diplomática, al revés que Francia. Cerca de Orizaba el 19 de febrero de 1862 se firmaba entre Prim y Doblado la Convención o Tratado de La Soledad, por la que se separaban los ejércitos en cuatro ciudades diferentes: franceses en Veracruz y Tehuacán; británicos en Córdoba; y españoles en Orizaba. Tras la firma Juárez apenas respetó lo tratado y hostigó a los residentes extranjeros.

Son seis artículos que por su largo contenido no especificamos. Fueron firmados por los siguientes señores:

La Soledad, Veracruz, a 19 de febrero de 1862.

Firmaron: Manuel Doblado, Ministro de Relaciones de México

Conde Dubois de Saligny Representante de Francia

Carlos Wyke, Representante de Inglaterra

General. Juan Prim. y Prats, Plenipotenciario de España

En el informe que Doblado envía al presidente señala: “Mi opinión, como Ministro del Gabinete, es que los preliminares deben admitirse como lo mejor que puede obtenerse en las presentes circunstancias”

En la noche del 22 al 23 de este mismo mes, Juárez aprobó el Convenio. Posteriormente Inglaterra aprobaría el Convenio; España tendría reticencias y Francia lo desaprobaba.

En el mes de abril el general Prim presintió que las tropas francesas lo que realmente querían era la ocupación total del país, por tal motivo ordenó un rápido regreso de todas las tropas españolas, retirándose también los británicos.

Esto fue conocido como la “Segunda intervención francesa en México 1862-1867”.

El 10 de abril de 1864 Napoleón III nombró a Maximiliano de Austria como emperador de México con el nombre de Maximiliano I. Sería fusilado por los liberales mexicanos de Benito Juárez el 19 de mayo de 1867, lo que marcó el fin del Segundo Imperio mexicano.

En el mes de junio de 1862 don Carlos de Vargas había sido nombrado nuevamente segundo cabo de la capitanía general de Puerto Rico embarcando al mes siguiente a bordo del mercante transporte de ruedas “Pájaro del Océano”, en octubre de este año pasó con el mismo cargo a Santo Domingo (actual República Dominicana).

Estuvo en posesión del cargo de 2º cabo de Santo Domingo hasta el 04.10.1863

Durante el tiempo de 2º cabo, intervino en diversas operaciones en la isla, durante los alzamientos de Guayubin, Sabaneta y Montecristi. En estas fechas tuvo bajo su mando al brigadier don Manuel Buceta gobernador de Samaná. (Don Manuel Buceta había participado en la guerra de África, fue gobernador de Melilla entre 1854-1856 y 1858-1860).

El 14 de agosto de 1862 la Gaceta de Madrid público lo siguiente:

Atendiendo a los méritos y servicios del brigadier don Carlos de Vargas y Cerveto, vengo a promoverlo al empleo de mariscal de campo (actual general de división), con arreglo a mi real decreto de 13 de diciembre de 1858.

En 20 de junio de 1863 don Carlos de Vargas embarcó para La Habana. El teniente general don Pedro Santana le hizo un presente de un elegante sable damasquino, en señal de sincero aprecio y amistad, también fue obsequiado con una rica faja, para el uniforme de gala, obsequio del batallón de Bailen como jefe que compartió la expedición a México.

En La Gaceta oficial del 4 de octubre de 1863 salió publicado lo siguiente:

Relevo del cargo de gobernador y capitán de la Isla de Santo Domingo al teniente general don Felipe Rivero y Lemoyne, quedando S.M. satisfecho del celo y lealtad con que lo ha desempeñado, nombrando para dicho cargo al mariscal de campo Don Carlos de Vargas Cerveto, segundo cabo que lo es hoy de la capitanía general de dicha isla.

Para hacer frente a la guerra, desde Cuba se envió al general don Carlos de Vargas, con unos 20.000 soldados procedentes de Cuba, Puerto Rico y de la Península. Al poco, se reunieron en la isla un total de 35.000 soldados españoles apoyados por unos 5.000 dominicanos leales comandados por el general Santana, entre los que se encontraba el mulato Máximo Gómez, posterior héroe de la sublevación cubana. Entre los combatientes españoles se encontraba el joven oficial Valeriano Weyler, pasado el tiempo sería capitán general de Cuba. (Morir en Santo Domingo).

Para no alargar en demasía el escrito, pues nos faltarían gran cantidad de páginas, sacamos unas notas del interesante libro “Historia de la dominación y última guerra de España en Santo Domingo” de autor el entonces capitán de infantería don Ramón González Tablas, jefe de Operaciones en Santo Domingo en 1863, padre del laureado teniente coronel don Santiago González Tablas, fallecido en combate en la batalla de Tazarut, Marruecos el 13 de mayo de 1922, del que existe una estatua en el lateral de la parroquia de Nuestra Señora de África.

“Antes de que se supieran en Madrid las ocurrencias de Santo Domingo, estaba relevado el capitán general Rivero por el que poco antes era el brigadier y 2º cabo de la isla.

Escribe don Ramón González Tablas. Veamos cómo daba la noticia La Razón:

Como primer efecto de las reformas que hace tiempo se preparaban en el ministerio de Ultramar para el gobierno y administración de esta provincia, el excelentísimo señor general D. Carlos de Vargas ha sido nombrado gobernador y capitán general de Santo Domingo en reemplazo del general don Felipe Rivero.

Ventajosamente conocido en este país, como en todos los demás de América en que ha residido, por la dignidad de su carácter, su rectitud y energía, vemos en el nombramiento del señor general Vargas una muestra más del buen deseo que en todo lo que se refiere a la suerte política de los dominicanos ha animado siempre al gobierno de S.M.

Para tan acertada y plausible elección se ha tenido en cuenta, sin duda, a la par que las altas prendas y el reconocimiento de mérito de S.E. las numerosas simpatías que durante su anterior permanencia en Santo Domingo como segundo cabo de la provincia, se granjeó entre sus habitantes, y que recibió inequívocos testimonios de todas las clases sociales de nuestra sociedad a su despedida.

El mismo día que don Carlos de Vargas tomaba posesión de su cargo, dirigió dos proclamas una al pueblo y otra al ejército.

D. CARLOS DE VARGAS Y CERVETO, MARISCAL DE CAMPO DE LOS REALES EJÉRCITOS, GOBERNADOR Y CAPITÁN GENERAL DE LA PARTE ESPAÑOLA DE SANTO DOMINGO:

SANTO DOMINGO, 23 DE OCTUBRE DE 1863

DOMINICANOS:

Cuando S.M. la Reina (q.D.g) se dignó confiarme el mando superior civil y militar de esta isla, oí de sus augustos labios sentidas frases, encaminada a vuestro sosiego y bienestar. Considerad, pues, cuán profunda herida abrirá en su magnánimo corazón la noticia de la inmotivada y escandalosa rebelión a que alguno de vosotros se ha dejado insensatamente arrastrar por falaces sugestiones de un corto número de ambiciosos, y mal avenidos con el sistema de orden y de prudente y racional libertad que se iba desenvolviendo en este país, hondamente trabajado hasta ahora, por repetidas discordias intestinas.

Hombres desautorizados, falso intérpretes de la opinión pública, sin razón y sin derecho, y esgrimiendo las armas de impostura y perfidia, han convertido en teatro de crímenes horrorosos y cubierto de ruinas y cenizas algunas de las más fértiles y ricas comarcas de esta, hasta ahora, infortunada Antilla, olvidando que nuestra Reina, sin pararse en sacrificios, ni en consideraciones interesadas, abrió sus brazos de madre al pueblo dominicano, cuando este en un momento supremo, pidió su reincorporación a la corona de Castilla, que desde entonces ha prodigado sus tesoros para abril las cegadas fuentes de la riqueza dominicana, y sus valientes hijos para tener a raya a los enemigos de su reposo y propiedad.

Pero vosotros, dominicanos leales, que sois los más y mejores, tener confianza en la pureza y la justicia de nuestra magnánima nación, cuyas armas no pueden quedar deslucidas en una lucha con enemigos débiles en número y en recursos. Sí, muy en breve será restablecida la tranquilidad, para lo cual cuento con vuestra cooperación como los más interesados que sois en que cese cuanto antes el estado de las cosas que no pueden convenir sino a los que se alimentan del desorden público.

Dominicanos, oíd la voz de quien no pretende engañaros y que, como el que más se interesa por la prosperidad de esta hermosa tierra; los que os hablan de que sea posible restablecer con ella la esclavitud, mienten a sabiendas, pues que ya una vez S.M. (q.D.g) declaró abolido para siempre este sistema en esta provincia; y mienten también los que de cualquiera otro modo os infunden temores con respecto a las buenas intensiones de nuestro gobierno.

Los hombres honrados y pacíficos que se han mantenido fieles, y los que deponiendo las armas inmediatamente vuelven tranquilos a sus hogares, pueden contar con la protección del gobierno; pero los que perseveren en ser pérfidos designios desconociendo la legítima autoridad de la Reina, sufrirán el castigo que merece la deslealtad.

Desde hoy quedo encargado del gobierno superior de esta provincia y me desvelaré por restablecer en toda ella la tranquilidad y hacerla marchar de nuevo por la senda de la prosperidad y del progreso; así lo he ofrecido a S.M., y así lo ofrezco a los leales habitantes de Santo Domingo. ¡Viva la Reina! CARLOS DE VARGAS.

CARLOS DE VARGAS Y CERVETO, MARISCAL DE CAMPO DE LOS REALES EJÉRCITOS, GOBERNADOR Y CAPITÁN GENERAL DE LA PARTE ESPAÑOLA DE LA ISLA DE SANTO DOMINGO, Y GENERAL EN JEFE DE LOS EJÉRCITOS DE LA MISMA.

SANTO DOMINGO, 23 DE OCTUBRE DE 1863

SOLDADOS DEL EJÉRCITO Y RESERVAS DOMINICANAS:

La escandalosa rebelión que viene perturbando gravemente la tranquilidad de esta preciosa isla os ha proporcionado una ocasión más de patentizar al mundo entero vuestras relevantes cualidades. La abnegación y el sufrimiento, la subordinación y el valor que habéis demostrado en aquel periodo, justifican vuestras virtudes militares y el merecido renombre que en todo tiempo y países obtuvo siempre el soldado que defiende el pabellón de Castilla. Yo me complazco en poder compartir con vosotros las glorias que os reserve el funesto estado en que unos cuantos revoltosos han puesto a esta desgraciada Antilla, digna de mejor suerte.

Ingratos a los beneficios que recibieron de la mejor de las reinas, apelaron al incendio, al robo, al asesinato y a la devastación más espantosa para reconquistar una libertad que tenían asegurada. En su ciego frenesí han tratado de mancillar nuestra honra y de llenar de ignominia nuestra gloriosa enseña. ¡No comprenden que nuestro honor ofendido reclama la más cumplida satisfacción de tanto ultraje!.

Soldados del ejército y las reservas dominicanas:

Esta satisfacción está próxima y yo bendigo a la Providencia que me ha reservado el honor de proporcionárosla. Que se distinga vuestro comportamiento como se ha distinguido constantemente por la más estricta subordinación y disciplina, por la más ciega obediencia a vuestros jefes, y que esto se señalará, no puedo dudarlo, teniendo a su frente al digno teniente general don Pedro Santana y al bizarro general Gándara, cuya prudencia, valor y exactitud en el cumplimiento de las órdenes superiores, así como de los demás jefes, son la mejor garantía de un triunfo seguro…

Soldados del ejército de las reservas, protección y amparo al hombre pacífico y honrado, al que vuelva inmediatamente tranquilo a sus hogares: ninguna contemplación a los rebeldes que hostilicen con armas a cooperar de otra manera a fomentar y mantener la rebelión, y cuando el pendón inmarcesible de Castilla vuelve a ondear en los mismos puntos en que la traición y la sorpresa lograron profanarla, vosotros, soldados del ejército y de las reservas dominicanas, unos y otros cubiertos de laureles, entonaréis himnos de victoria al grito entusiasta de ¡Viva la Reina!.

CARLOS DE VARGAS:

Estas dos proclamas tienen importancia porque reflejan lo alarmante de la situación

A primeros de 1864 Don Carlos de Vargas solicita el cese de su cargo en Santo Domingo.

Real Decreto del 21 de febrero de 1864:

En atención a las razones expuestas por el mariscal de campo D. Carlos de Vargas y Cerveto, y de acordado con lo propuesto en su consecuencia por mi Consejo de Ministros, vengo en relevarle de su cargo de gobernador y capitán general de la isla de Santo Domingo, quedando satisfecha del celo y lealtad con que lo había desempeñado.

Dado en Palacio a veintiuno de febrero de 1864- Está rubricado de la Real mano.

De acuerdo con el parecer de mi Consejo de Ministros, vengo a nombrar para dicho cargo al general D. José de la Gándara y Navarro.

D. Carlos Vargas sabía que la anexión de Santo Domingo llegaba a su fin, por el número de víctimas y el enorme gasto de mantenimiento. Fue por lo que solicitó su cese.

A su regreso don Carlos de Vargas permaneció de cuartel en Madrid hasta octubre de 1867 en que fue nombrado capitán general de las provincias Vascongadas y Navarra.

Al salir de España la reina Isabel II, por motivos de la revolución de septiembre de 1868 volvió Vargas a emigrar, presentándose en París al pretendiente al trono de España Carlos María de Borbón y Austria-Este, Carlos VII, (tercera guerra carlista 1872-1876), quien le nombró presidente del Centro Militar carlista de Madrid, que dirigía los trabajos de organización militar, sus achaques debido a la edad le privaron de entrar en campaña. (Historia del Tradicionalismo Español, tomo IV).

Al proclamar rey de España en 1871 a un extranjero (Amadeo de Saboya), de nuevo muchos oficiales y mandos del ejército isabelino se pasaron al lado carlista.

En un documento sobre oficiales y jefes carlistas en la tercera guerra, aparece don Carlos de Vargas con la graduación de teniente general. Tenía 69 años de edad.

D. Carlos de Vargas Machuca Cerveto falleció en la Corte el 10 de octubre de 1879 a los 76 años de edad. Fue presidido el duelo por don José Gutiérrez de la Concha, teniente general y ex capitán general de Cuba.

Aunque ya hemos escrito sobre don Carlos de Vargas en otras ocasiones ahora lo ampliamos con nuevos documentos.

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