La marinera de Jerónimo fue alma de por vida
Javier Chellarám
Cuando se ha cumplido un año ya del adiós del barbateño de las coplas, el coplero gaditano de la playa del Carmen hoy quiero sentarme a dedicarte Jeromín unas letras en unas cuartillas.
Fue por el año 1984 cuando te vi por primera vez sacar tu genio y figura en la entrega de premios cuando defendías a los niños que fueran titulares y portada del futuro del carnaval, aquello me dejó en mi esas Añoranzas del Ayer.
Mira por donde por las cosas del querer fui a tu tierra a Barbate a sentir el embrujo de tu pueblo a bañarme en sus aguas y recorrer contigo desde el Chorro a la Breña todo lo que suspirabas mientras el abuelo Momo me enseñaba lo que era el atún a la plancha.
Dos años después ya estabas echando raíces por Ceuta la que te acogió para hacer la mili y el corazón cupido te lo atravesó para dejarnos ese veneno con Recuerdos de Papel.
Otros dos años después tras la locura de aquellas noches mirando chiquilla esta foto, mi hija Barbara se vestía de tu comparsa por aquella Noche de Grecia.
Tanto carnaval y siendo ya el enemigo a batir un año después te quedabas a Media Risa y si ya Barbate enjuagaba tus lágrimas desde el fondo de los mares con un plomo y una caracola se fueron marchando el abuelo Momo y la vuela Lola.
No podía existir mejor homenaje aunque la abuela lo pidiera que sacaste La Marinera.
Nunca pude imaginar donde nos llevaría el carnaval por aquellas cenas y comilonas, aquellas meriendas donde el café tenía el azucarillo en forma de veneno, el veneno inmortal de aquellas conversaciones y sabidurías que se llamaba Carnaval.
Los secretos de bambalinas, las máscaras traicioneras, las puñaladas perdidas entre serpentinas y golpe a golpe verso a verso entre nudillos marcando el compás como si fuera un viejo mostrador siempre pensabas por y para el carnaval fueras ganador o perdedor.
La conversación que me traigo en estas letras conmigo mismo es donde acabó el genio y comenzó el delirio de ser inmortal porque Jerónimo con su sola presencia era puro carnaval.
Jamás en aquellos tiempos se le pudo superar en escena no por ganarle con algún primer premio sino que su presencia asomando la cabeza por una actuación para el grupo que estaba allí era una bendición así como un privilegio que Jerónimo en esta primer época de los ochenta y los noventa te aceptase una copa y un cigarrillo.
Pude beber la esencia gaditana de boca de Jerónimo el barbateño y ser presentado como el indio carnavalero al mismísimo Antonio Martín, de discutir por presentar una noche bajando el cuarto traste en una noche del Parque y contarme los secretos de invitar a una convida a un coplero gaditano.
Me quedo con la esencia que me dejaste , con aquellos sentimientos de Barbate reflejados en tu mirada , con la risa las noches de Navidad tan contagiosas o cuando me caí rodando escaleras dando el veredicto del Jurado en el Siete Colinas, más risas más que rodaba yo escalones.
Gracias Jerónimo Romero, el comparsista que aguantaba la mirada mientras cantaba y el coplero de un par de cojones. Jeromín tu que aún eres inmortal yo sé que Barbate era La Marinera la que acogió tu cuerpo pero Ceuta fue tu Alma de por Vida.