Juan Bautista (Tupac Amaru) Tangasuca, Perú 1.747 + 1.827 Buenos Aires (y II)

Desterrado en Ceuta 35 años, solo por ser medio hermano y criado de José Gabriel Condoncarqui Nogares, Tupac Amaru II

Calle Sargento Coriat. / CEDIDA
Calle Sargento Coriat. / CEDIDA

En la primera parte del escrito dejamos a Juan Tupac Amaru en Cádiz, siendo enviado para su destierro a Ceuta, a donde llegó el 1 de junio de 1788.

Al llegar a Ceuta un platero le ofreció vivir en su casa, donde no tuvo un lugar para dormir, ni se acordaban de él si comía, sino se quedaba sin comer, llegado un día solicitó al ayudante que le permitiera vivir solo, cosa que le fue concedida, solo con la condición de presentarse dos días a la semana al jefe de la plaza.

La casa le fue asignada en el Callejón Don Simón, posteriormente conocido como el Callejón de las Sabanas y finalmente como Calle Sargento Coriat.

En el padrón de la Iglesia de los Remedios aparece ya en ese domicilio en el año 1812 y la última reseña suya en dicho padrón es de 1819.

En 1814 cuando ya llevaba 26 años desterrado en Ceuta y tras el regreso a España de Fernando VII, dirigió una carta al monarca.

Al margen D. Juan Bautista Túpac Amaru, privado de libertad y bienes desde 1782, y confinado en Ceuta desde 1788, solicita a V.M. el reintegro de la parte principal de sus derechos oprimidos arbitrariamente.

Carta de Juan Tupac Amaru a Fernando VII

Señor:

Por una orden del Ministro de Indias en el año de 1788, fui confinado en esta plaza, sin delito, sin condena, ni proceso, y por el tiempo de la voluntad del monarca que entonces reinaba. Para esta providencia, tomada sin precedente conocimiento de causa, el Ministerio de Indias, procedió arbitrariamente: y así como carecí de audiencia, y defensa, así también fui destinado a este presidio sin previa ni posterior noticia del motivo verdadero de esta pena, hasta que estimulado a romper mi legítimo silencio, hablé a las Cortes llamadas ordinarias por medio de un memorial que dirigí con fecha de 9 de enero del corriente, acompañado de una copia de la orden de mi destino, en la cual sin indicar siquiera la causa de este procedimiento, se me asignaron 6rr diarios para mis alimentos. Se disolvieron sin prever mi instancia, y esta omisión me obliga a molestar la soberana vigilancia de V.M. a cuyos reales pies expondré los mismos hechos que por conjetura dije a las Cortes pudieron influir en el abuso de poder que me arrancó de mi país en el año de 1782, y aún me retiene privado de todos mis derechos.

Por una capitulación solemne colmaron los disturbios que ocasionaron en el Cuzco los gobernantes de aquellas provincias en los años de 80 y 81 del siglo pasado. Ninguna parte tuve en ellos, pero la tuvo un hermano mío, que sin embargo de ser comprendido en el tratado, murió alevosamente por disposición de los Magistrados que allí estaban encargados de administrar la justicia. Murió también su mujer y un hijo de 16 años, que aun cuando hubiesen delinquido, estaban protegidos por la amnistía. Todos los demás capitulados quedaban enteramente inmunes y no sufrieron ningún perjuicio. Y mismo por la identidad de mi apellido fui arrestado cuando pereció mi hermano, pero no apreciando culpa alguna, fui puesto en libertad, hasta que por orden del Ministerio de Indias dispusieron aquellos mismos gobernantes que viniesen a España todos los de mí, apellido, sus familias y parientes.

Entonces fui otra vez arrestado y conducido a Lima con mi mujer, mi madre que falleció en el tránsito, mi suegro y otros deudos. A los nueve meses de prisión y muchos padecimientos fuimos embarcados para Cádiz el 1º de abril de 1784, sin ninguno de los requisitos que para tales casos exigían las Leyes de Indias, y fueron tan maltratados en los once meses que duró el viaje que cuando arribaron al puerto de su destino, se habían disminuido el número por la muerte de varios. Mi mujer fue una de las víctimas de esta navegación, sin dejarme prole que partiese conmigo los trabajos. En el castillo de San Sebastián fueron encerrados los que sobrevivieron. Allí permanecí desde febrero de 1785 hasta el 1º de junio de 1788 que fui trasladado a esta plaza, sin haber sido oído ni interrogado ni acompañada de ninguna otra persona.

Desde entonces, ignorando el paradero de mis deudos y careciendo de toda comunicación y auxilio de mi tierra, que es el pueblo de Surimaná en la Provincia de Canas y Canchi, una de las del Perú he vivido amargamente en este presidio, especialmente después de la ausencia y cautiverio de V.M. porque menos suficientes fueron entonces los 6 rr diarios, aún con el aumento de 2 más que tuvieron por otra orden, cuya copia también remití a las Cortes, y por consiguiente redoblaron mi trabajo personal en una edad cuasi septuagenaria, sin esperanzas próximas a cobrar más de diez mil reales que me deben estas cajas por otros tantos que han dejado de contribuirme durante la cautividad de V.M.

Al cielo y a las virtudes de V.R.P. debemos principalmente la restauración al trono de sus mayores: y así como ella será el término de todos los males que han sufrido estos reinos, y los de ultramar; así también será el de mi injusto destierro, el único que se conocerá en todos vuestros dominios de tanta duración y de tanto exceso de arbitrariedad. Por la misma orden que lo impuso debió cesar desde que falleció el augusto abuelo de V.M. puesto que por su real voluntad era el punto de mi residencia en este presidio. Pero pues por falta de conocimiento, yo no pude representar entonces, y el paternal corazón de V.M., está curando las heridas de los tiempos pasados, yo espero mi entera libertad, como lo ruego y suplico rendidamente.

EN CEUTA a 17 de junio de 1814.

SEÑOR. A.L.R.P. de V.M.

JUAN TÚPAC AMARU

NOTA del Autor=Luis Miguel Glave. Este es un documento desconocido que encontré en una jornada de búsqueda al azar entre los papeles de la Sección Indiferente General del Archivo General de Indias en Sevilla.

En Ceuta entablo amistad con otro desterrado fray agustino Marcos Durán Martell.

El virrey Abascal envió a fray Marcos a la península para cumplir la condena. El 13 de octubre de 1812 se comunicó al Secretario de Estado y de Gracia y Justicia que en la fragata mercante San Miguel partieron del puerto del Callao los reos. El 15 de marzo de 1813 el Juez de arribadas de Cádiz informó de su llegada, en un oficio se señalaba el destino al Hospital de Ceuta, donde se comunicó que había llegado con asiento de desterrado.

Fray Marcos Duran Martell había tenido una decidida participación en la revolución doceañista de Huánuco.

También Martell escribió una carta a Fernando VII tras la liberación de este. Hay indicios que la carta de Juan Tupac Amaru fuera escrita por el mismo Fray Durán Martell. Si se comprueba en la sumaria contra Juan Tupac Amaru, se señala que no firmaba por no saber.

Los últimos desterrados americanos que regresaron a sus países.

Relación de los últimos individuos americanos comprendidos en la ley de amnistía que por la vía de Gibraltar deben remitirse al seno de sus familias.

Presb. D Antonio Herrera, Presb. D. José Ximenez, Presb. D. Marcos Durán Martell, Oficial. D. Mariano Zubieta. Paisano D. Juan Tupamaro, D. Manuel (ilegible)

En nota parte se señala. Tupac Amaru no está comprendido en la asignación de los amnistiados.

Agustín Arguelles fue otro de los personajes con quien estableció amistad Juan Tupac Amaru. .

Agustín de Arguelle había sido desterrado a Ceuta por Fernando VII.

Al regreso a España Fernando VII tras ser liberado en Francia una vez acabada la guerra de la independencia, las Cortes le solicitaron firmara la Constitución de 1812 a lo que se negó, posteriormente mandaría destierro a diferentes lugares a varios de los comisionados. Arguelles fue desterrado al fijo de Ceuta ocho años, aunque solo permanecería un año en esta plaza.

Copiamos lo siguiente de las memorias de Juan Bautista “Tupac Amaru”.

Ya no nos quedaba sino un arbitrio y era para nosotros el más violento, y del que generalmente se nos presagiaba un mal suceso, era el de hacer una representación a la superioridad; la hice por las invitaciones de mi compañero, y por el recuerdo de las promesas que había recibido de Don Agustín Argüelles estando este preso en Ceuta conmigo, y la dirigí por el conducto del gobernador de esta, y por el de aquel caballero. La contestación de este fue mandarme la licencia de mi libertad y una carta de atención al correo inmediato.

Gracias a Arguelles termino su presidio en Ceuta regresando a América..

Juan Tupac Amaru fue liberado en 1822 embarcando en agosto de este año, llegando a Buenos Aires el 15 de octubre del mismo. Allí fue recibido por un ex compañero de cautiverio: Juan Bautista Azopardo, un senegalés, (Maltes) se conocieron en Ceuta y se hicieron amigos. Azopardo, quien había sido liberado a inicios de 1820, fue el primero que intercedió ante Bernardino Rivadavia, entonces secretario de Gobierno del gobernador Martín Rodríguez, para que se le diera protección. A los siete días de su arribo, el anciano inca presentó un pedido al gobierno para que le diera alojamiento y medios de vida hasta tanto pudiera regresar al Perú.

Dándole asilo el gobierno, también le asigno una pensión por el respeto reverente y admiración de los patriotas argentinos por la revolución de Tupac Amaru. También le asignaron una pensión de 30 pesos mensuales, para que Juan Bautista escribiera las memorias de su cautiverio.

NOTA:Juan Bautista Azopardo había sido hecho preso a principio de 1811, siendo trasladado a Montevideo y el 9 de abril fue enviado a España como reo de Estado a bordo de la fragata “Efigenia” En el documento señala Túpac Amaru que Azopardo era senegalés, pero su nacimiento tuvo lugar en Senglea, Malta.

Manuel Belgrano propuso en el primer Congreso de Tucumán, nombrar un rey Inca- ungir a Juan Bautista, sin citarlo- del nuevo gobierno que se llamaría Las Provincias Unidas de América, con su capital en Cuzco, al fin de reivindicar el ideario y trono incásico (El regreso del último inca).

Después de que se estableció el primer Congreso de Tucumán, Belgrano hizo el uso de la palabra sugiriendo la necesidad de que no había que preocuparse de traer un Rey ni un Príncipe de España, puesto que ya había un Rey en el Perú, textualmente dijo:” Es preferible traer un gobernante de la casa que tiene América”, porque los gobernantes salían de las diferentes casas que eran los reinados.

Entonces Belgrano propuso que el Rey de América fuera un descendiente Incaico. Inmediatamente hubo una reacción contra Belgrano, la burguesía comercial especialmente, los dueños de las grandes haciendas se opusieron, dijeron ¿Cómo vamos a tener un Rey con pata en el suelo? ¿Cómo vamos a tener un Rey ojotas? ¿Cómo vamos a tener un Rey con cabecita negra? (Literal) (Juan Luis Ayala-historiado).

El Congreso de Tucumán se trasladó a Buenos Aires y ya sin Belgrano, la burguesía rechazó a un indio como jefe supremo.

En 1.824 Juan Bautista Tupac Amaru entregó el escrito de sus memorias (20 páginas) durante su cautiverio. Por falta de espacio solo reproducimos una pequeña parte de ellas, correspondiente a 1820, dos años antes de su partida para América.

El año 1820 (tras el pronunciamiento de Riego) las Cortes decretaron que todos los americanos presos por opiniones políticas fueren puestos en libertad, se les diesen 10 reales de vellón diarios hasta ser conducidos a sus provincias en los buques del Estado y a costa de él. Todos los americanos aprovechando esta efervescencia lograron su libertad; mi compañero (fray Marcos Durán Martell) renuncio a ella porque yo la consiguiera; me hizo solicitarla, y se me negó por el auditor Antonio García, bajo el pretexto de que yo estaba puesto en el Consejo de Indias, y sin considerar que las Cortes habían hecho una ley superior a la autoridad del Consejo; más aquí solo obraba la animosidad contra los americanos. Mi compañero conociendo este motivo procuró eludir su influencia, me hizo solicitar trasportarme por enfermo a Algeciras para que si de allí no conseguía mi libertad pudiese asilarme a Gibraltar de donde no me sería difícil el viaje a América.

Al tiempo de conducirme ya para el muelle con todo dispuesto para embarcarme a Algeciras, concedida la licencia y nombrado por apoderado Don Francisco Irnardi para el cobro de mis sueldos, me sucede la desgracia más aflictiva que podía venirme; caigo por once escalones bien elevados, me rompo un brazo y quedo con todo el cuerpo lleno de contusiones.

Con nuevos males se aumentaron los de mi miseria, fue preciso ir al hospital, sufrir mucho de esta guerra en que se ponía conmigo todo español en cualquiera ocasión; y yo hubiera perecido en esta circunstancia si el esmero de mi compañero me abandona; él mismo me traía la comida, esta era hecha de sus manos, y él consiguió por medio de su celo poder tener como darme estos socorros, porque el hospital los daba a la miseria tan mal, que era mejor renunciarlos, sin hacerlo a otras pequeñeces que eran las únicas porque me mantenía allí, y estuve 20 días; en ellos jamás este humano compañero permitió que muriera en mí la esperanza de mi libertad ni la de ver la América.

Luego que me vio con alguna resistencia volvimos a emprender la navegación a Algeciras con mejor suceso que antes. Allí fui presentado al general Don Demetrio O’Dali, americano, y por eso su recibo no fue tan acre como generalmente había sido para mí todo el que me hacían las autoridades de España; además, me permitió andar libremente; esto y la hospitalidad humana y generosa de Don José Gonzalo, (¿?) y la facilidad con que el vicario eclesiástico le permitió a mi compañero decir misa, mejoró mucho nuestra posición; al favor de ella estuve sano del brazo a los 4 meses.

Ya no nos quedaba sino un arbitrio y era para nosotros el más violento, y del que generalmente se nos presagiaba un mal suceso, era el de hacer una representación a la superioridad; la hice por las invitaciones de mi compañero, y por el recuerdo de las promesas que había recibido de Don Agustín Argüelles estando este preso en Ceuta conmigo, y la dirigí por el conducto del gobernador de esta, y por el de aquel caballero. La contestación de este fue mandarme la licencia de mi libertad y una carta de atención al correo inmediato.

Pudimos de esta manera encaminarnos a Cádiz sin embarazos. Allí el juez de arribadas mandó el cumplimiento del decreto de las Cortes que señalaba 10 reales diarios a los americanos que tenían mis circunstancias, en su virtud se me dio la cantidad de cinco meses, y nos mandó aguardar en Algeciras todos los demás socorros para nuestra conducción a América, y se nos dijo que no pudiendo ir ningún buque nacional estaba encargado el cónsul español para proporcionar uno inglés.

NOTA: Algunos de los personajes nombrados por Juan Tupac Amaru en su memoria.

Auditor Antonio García, se trata de: Antonio García Veas, en 1820 actuaba ya como auditor, fue responsable de negar la libertad a Juan Bautista Túpac Amaru.

Francisco Isnardi, en 1812 había sido detenido en La Guaira, Venezuela, por orden de Domingo Monteverde, fue trasladado a España con varios independentistas entre ellos Juan Germán Roscio y José Cortes Madariaga, estuvo preso en Cádiz y más tarde en Ceuta, en 1820 tras el pronunciamiento de Riego fue liberado, marchando a América

General Demetrio O´ Dali. Demetrio O´Dali, Túpac Amaru lo nombra como americano, se trata de Demetrio O´Dali, nacido en San Juan de Puerto Rico de ascendencia irlandesa al servicio de España, entre sus cargos el de comandante general del campo de Gibraltar y vicepresidente de las Cortes 1820.1821.

Agustín Argüelles, había sido presidente del Congreso de los Diputados, tutor de la reina Isabel II, y uno de los principales miembros de la comisión que redactó la Constitución de Cádiz de 1812. Con el regreso de Fernando VII y la restauración absolutista Argüelles fue enviado como presidiario a Ceuta en 1814. En esas fechas conoció a Juan Bautista Túpac Amaru.

Juan Tupac Amaru el 15 de mayo de 1825 ya muy anciano, escribió una carta a Simón Bolívar.

CARTA DE JUAN TUPAC AMARU A SIMÓN BOLÍVAR. 15 DE MAYO 1825

Buenos Aires.

Al Excmo. Señor Don Simón Bolívar, Libertador del Perú.

Señor: Si ha sido un deber de los amigos de la Patria de los Incas, cuya memoria me es la más tierna y respetuosa, felicitar al Héroe de Colombia y Libertador de los vastos países de la América del Sur, a mí me obliga un doble motivo a manifestar mi corazón lleno del más alto júbilo, cuando he sido conservado hasta la edad de ochenta y seis años, en medio de los mayores trabajos y peligros de perder mi existencia, para ver consumada la obra grande y siempre justa que nos pondría en el goce de nuestros derechos y nuestra libertad; a ella propendió don José Gabriel Tupamaro, mi tierno y venerado hermano, mártir del Imperio peruano, cuya sangre fue el riego que había preparado aquella tierra para fructificar los mejores frutos que el Gran Bolívar había de recoger con su mano valerosa y llena de la mayor generosidad; a ella propendí yo también y aunque no tuve la gloria de derramar la sangre que de mis Incas padres corre por mis venas, cuarenta años de prisiones y destierros han sido el fruto de los justos deseos y esfuerzos que hice por volver a la libertad y posesión de los derechos que los tiranos usurparon con tanta crueldad; yo por mí y a nombre de sus Manes sagrados, felicito al Genio del Siglo de América, y no teniendo otras ofrendas que presentar en las aras del conocimiento, lleno de bendiciones al hijo que ha sabido ser la gloria de sus padres. Dios es justísimo, Dios propicio sea con todas las empresas del inmortal Don Simón Bolívar, y corone sus fatigas con laureles de inmortal gloria.

“Yo, señor, al considerar la serie de mis trabajos, y que aún conservo. Aliento en mi pecho la esperanza lisonjera de respirar el aire de mi patria…, no obstante de estar favorecido de este gobierno de Buenos Aires desde que pisé sus playas, y de cuantos han considerado mis desgracias y trabajos incalculables, que tendría en nada, si antes de cerrar mis ojos viera a mi Libertador, y con este consuelo bajara al sepulcro”. Juan Tupamaro.

Hoy se sabe que Juan Bautista Condorcanqui Monjarrán, Tupac Amaru, descendiente en séptima generación de los reyes incas, murió en Buenos Aires el 2 de setiembre de 1827. Sus restos fueron encontrados en el 2006 en el cementerio de Recoleta. En las actas de entierro figura claramente su nombre.

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