Ayuso “le perdona la vida” a Casado

El programa de la Convención Nacional del Partido Popular se celebró en Santiago de Compostela, Valladolid, Madrid, Sevilla, Cartagena y Valencia del 27 de septiembre al 3 de octubre, para intentar fortalecer la imagen de un líder de partido ninguneado, amedrentado y sin ideas en una gira nacional de aplausos y peloteo; las imágenes son importantes, lo dice su colega Pedro Sánchez. Sin embargo, ha habido errores de organización imperdonables y propios de la mediocridad que abunda en el partido azul. El primero, el grandilocuente eslogan: “Creemos”, con él parece que han intentado imitar ese marketing populista del PSOE, ya podrían haberla bautizado como “Unidas Creemos”, sin disimulo, y si cuela, cuela. El segundo, que elijan a Madrid, como parte de la gira (en medio para restarle importancia), sin que esté presente la Presidenta de la Comunidad, evitando que el baño de masas preparado para Casado y el reconocimiento de los populares se centren en la persona que ha salvado el partido, Ayuso (y dejarla sin foto que es lo importante). Y la más grave, y se les volverá en contra, es haber invitado a Nicolas Sarkozy a Madrid, condenado por financiación ilegal y con más causas abiertas. Parece increíble que haya alguien con vida inteligente en la organización de un partido que no es capaz de valorar esto y por otro lado, de integrar a millones de votantes que se han ido a VOX o desconfían desde que Génova ha dado la espalda a una valiosa Cayetana. Quizás, hubiera sido más inteligente intentar darle a Álvarez de Toledo su espacio en esta forzada convención.
Muchos opinan, que la culpa de toda la división y los males del PP derivan de Teodoro García Egea, ese hombre sin empatía que negocia en cuevas con los socialistas (recordemos su reuniones con Zapatero para negociar el poder judicial) y al que todos los barones temen. El mismo que para demostrar su poderío le cortó la cabeza a la más valiosa portavoz que se recuerda en la derecha, Cayetana Álvarez de Toledo, fiel a Casado y diputada en la compleja Barcelona. Pero creo, que la última decisión y la responsabilidad absoluta del partido sólo dependen de Pablo Casado. Y a éste le conviene tener a un “poli malo”, porque en definitiva, “Ábalos” hay muchos y se pueden sustituir para no desgastar su imagen de “profident” en enfrentamientos internos. Casado tenía medido en este camino hacia el liderato el apartar a Ayuso de su recorrido para que no le hiciera sombra. Para la valiente madrileña su “jefe” tenía preparada otra estrategia clásica “socialista”, la de igualar a la baja, como en educación, si hay una persona con capacidad, pues se rebaja el nivel de enseñanza y se pasa al resto de suspensos de curso, para que no sobresalga. Esa fue la jugada para sentar a la Presidenta de Madrid, premiada internacionalmente por su gestión, con todos los presidentes de comunidades que la habían atacado por sus decisiones en la pandemia, en la llamada mesa “Los Gobiernos por la libertad”, parece una broma. Una mesa de todos contra Ayuso (comunismo o libertad), los progres, los nacionalistas, los pro-marroquíes, los colocados por Teodoro y los que negocian con imputados, igualando a los mediocres a la persona que plantó cara al comunismo y la corrupción de Sánchez, aclamada en España como Presidenta.
Pablo Casado no va a dar respiro a la que arrasó en las elecciones madrileñas, echó a Pablo Iglesias de la política y a la que teme Pedro Sánchez (que comparte obsesión con Casado). El líder azul sienta a Ayuso a tragar con el nacionalista Feijóo, que la atacó e intentó imponer el pasaporte COVID; con el progre Mañueco que insultó a los madrileños (bomba vírica) e indirectamente a su presidenta (a la que persigue); con el pro-marroquí y palmero de Pedro Sánchez, Juan José Vivas, que cada minuto pierde a votantes del PP en Ceuta; con López Miras que tras lo ocurrido en la moción de censura inconcebiblemente sigue en Murcia; y con Juanma Moreno que intentó atacar a Ayuso para seguir las órdenes de Teodoro, pero “in situ” pelotea a la presidenta como nadie. Sin embargo, ningún montaje de Génova puede ensombrecer el liderazgo de Isabel Díaz Ayuso, valiente y coherente y que da la batalla de las ideas sin arrugarse, sin complejos. Esta situación es la que los barones de Casado han promovido para asegurarse su sillón y que no cambie nada en la política española. Desde hace tiempo, entrevemos, que el objetivo de Génova no es echar a Sánchez de Moncloa, sino acercarse cada vez más a sus ideas para sustituir a Podemos (en descomposición) en el pacto del gobierno, ni una bandera de España en los escenarios elegidos. Toda una puesta en escena para ampliar la base, ensancharla, así lo denomina Casado en su gira para captar los votos de los socialistas. Asemejando a un líder sin rumbo que asume el discurso socialista (abandonando a los suyos) y se adueña sin escrúpulos de las víctimas de ETA apelando a la desolación de sus simpatizantes. Y la sospecha de que si ganase unas elecciones su primera opción para negociar sería el PSOE de Sánchez, lo contrario que ha hecho vencer a Ayuso.
Está claro que Casado está más preocupado por su imagen que por el partido en Madrid, resistencia del ataque sanchista en España. La comunidad madrileña hace 4 años que no tiene elecciones para elegir a la presidenta del partido en la capital de España. Es la única comunidad popular en la que gobierna una mujer y no es presidente del partido la persona que gobierna, sino que está en manos de una gestora sin gestión con personas a las órdenes de Génova. Es inaudito que Isabel Díaz Ayuso sea boicoteada desde su propio partido, y de escuchar estas verdades es de lo que tenían miedo el sábado el líder de los azules y sus pitufos. La imagen de todos los populares en pie, aplaudiendo a la meritoria Ayuso, menos la primera fila, es el resumen de la realidad del PP. Casado pone el brazo e impide que alguien se levente a aplaudir y toda la fila obedece, su mujer ni gesticula, no mira nunca Ayuso a la cara. Ni Casado ni Almeida se levantan, es el lenguaje más claro, el de los gestos. En tres segundos Pablo Casado perdía todo el esfuerzo y el trabajo de la semana de convención, Ayuso gana y sin ni siquiera hablar, sólo con su presencia. Incómoda ante los abrazos de Casado y la frialdad de su mujer, y emocionada cuando le decía que quería que fuera presidente de España clavándole la mirada. Sin embargo, las palabras no podían ocultar el mensaje que todos interpretábamos: te dejo para no destrozar el partido, pero tu traición no la olvido. Esta ha sido la manera elegante y con sello personal en la que la Presidenta de Madrid le ha “perdonado la vida” a Pablo Casado y su séquito. Se olvidaron de recordar cómo machacó a Sánchez, error.