Recuerda que todavía tienes el cerco

Javier Chellarám
Decían los guionistas y cineastas de la Saga de James Bond, que cuando Albert Broccoli les presentó a Sean Connery para el papel del agente 007, que había que pulirlo y educarlo... y la conclusión fue que hasta durmiera con el traje y la corbata puesta.
Digo esto porque también tiene más años que el hilo negro, la famosa frase que aunque la mona se vista de seda... mona se queda.
En muchas reuniones, quedadas y sobre todo las bodas de última moda, uno observa en las puertas de Parroquias, Ermitas y Palacios, el rango, el tronío, el terno y la hechura de quien tuvo retuvo o va reluciendo, sea hombre o mujer... pero no hay que olvidar que los que tienen un cartillón, se compran las camisas de cien euros, o los trajes de emporio y ellas enfajetadas, para decir, por los bajinis anda que le sienta como un tiro, y que cosa mas fea por Dios.
El tontódromo fué la generación de los ochenta, la Plaza de Africa y sus barandas verdes, el lugar clásico de reunión por excelencia, de ahí partíamos a la Mazmorra, al Caballa, al Moonlight o a los jardines del Muralla, dependiendo del grado de complicidad y si te dejaban hacer manitas...
De esa Plaza se fueron culminando las caras conocidas, las confidencias y los amoríos y las amistades a sangre y fuego, y desde esa Gran Vía por construir y esos rincones caballas inolvidables, cada cual fue tomando los caminos inescrutables, pero siempre con el recuerdo mirando para atrás... que nos conocíamos del tontódromo.
Pero claro también sabíamos quien tenía un billete verde en el bolsillo, quien era más agarrado que un chotis, que si la hermandad del puño, o quien verdaderamente estaba más tieso que una mojama, y cada uno pagaba la coca cola de turno, o el cartucho de pipas.
Hay saludos de peloteo e interés, que aunque vayas por la acera de enfrente, te hacen un siseo y te dicen adiós... luego están las redes sociales para agregarte o pasar de ti y eso es de las modas si estás en candelero estás de moda o no les interesa pegarte a ti.
Para gestos y cortes tuve amigos y compañeros que tenían un arte y una guasa en soltar unas frases del carajo y empezaba yo a escuchar eso de “ el charra “ creo que eso era un barrio o un lugar de vecindario donde el water común era una realidad o ni siquiera eso, parecería aquello un blocao en medio del desierto, y siempre tenía yo gente que están más cerca de los sesenta años que me decían, tu ves a fulano, con mucho traje y mucha corbata, y más estirado que un muñeco de un futbolín... pues tiene el cerco en el culo de haber cagado en un cubo, en el charra.
Mi padre y mi abuelo me enseñaron a comportarme y a tener principios, así como de paso a brillar con luz propia, mi padre siempre que me veía que tenía unos duros de más me decía anda hijo compra una prenda, un jersey, una camisa o un pantalón, la categoría, la dignidad y los principios eso va en el molde, el que le moldearon a uno con el principio de los tiempos, los que me tocaron vivir.