Anastasio Cejudo y Núñez de Aldana (Ceuta 1741-1808) Cartagena de Indias, Colombia (y II)
Gobernador y comandante general de Cartagena de Indias, el ceutí que pudo ser virrey de Nueva Granada

Dejamos la primera parte del escrito con la creación del Cuerpo de Milicias de Valledupar.
Don Anastasio Cejudo siguiendo órdenes del virrey don Pedro Mendinueta, organizó el Regimiento de Infantería y Dragones de Milicias Disciplinadas de Valledupar.
Constaba de 400 plazas y 4 compañías de infantería, y otras cuatro compañías de dragones de caballería, con una fuerza total de 600 plazas.
Las cuatro compañías de infantería tenían sus sedes en Valledupar, Badillo, Valencia de Jesús y San Juan Bautista.
Las cuatro compañías de dragones se asentaban en Valledupar, Badillo, San Juan Bautista y El Jobo.
Cada compañía constaba de un capitán, un teniente, un subteniente, cuatro sargentos, sus cabos y tambor.
Academia Militar. Director, el teniente coronel don Joseph Ramón de Leiva.
Tomamos lo siguiente de: A.G.N. Bogotá. Sección, colonias, fondo, cacique e indios. Cartagena a 4 de octubre de 1798, Señor Capitán General, Dese al Señor Asesor General.
Cartagena 5 de octubre de 1798.
Llegaron al Puerto de Sapote, el día 29 de septiembre dos piraguas de indios de la costa de Gandi solicitando, por mí para que los permitiese subir a este sitio, por él río arriba a expender algunos efectos que traían, como Cacao, Carey etc. manifestando deseaban tener aquí su comercio, y desviarse del trato de los ingleses, sin embargo del práctico conocimiento, que tengo de estos bárbaros y la desconfianza, que siempre se debe precaver de ellos, les permitía la entrada dejando sus armas en el Puerto de Sapote, y cuando ingresaron a este, vendieron sus efectos al público. El capitán que viene con ellos llamado Chol, me hace presente que quiere continuar este comercio, y le he expuesto que lo participaría a Vuestra Señoría como lo hago, y espero su Superior resolución para que se restituyan.
Solicitan llevar hachas, y machetes, y desde luego se lo he permitido, menos paletillas, ni clavos de flecha, que son prohibidos. Lo que participo a Vuestra Señoría, muchos, y felices años.
Lorica, 30 de septiembre de 1798
Bartolomé Camilo García.-
Señor Gobernador y Capitán General Don Anastasio Cejudo.
La Conspiración en Cartagena de Indias
Según una carta del Virrey de Santa Fe, Pedro Mendinueta, al Secretario de Estado Español Francisco Saavedra, los acontecimientos se desarrollaron de la siguiente manera:
En la ciudad de Cartagena, a las 6 de la tarde del lunes 1 de abril de 1799, se presentó Manuel Ituren, Cabo 1º de los voluntarios pardos, ante sus superiores, con una información que por lo importante, fue llevada inmediatamente ante don Anastasio Cejudo, gobernador y capitán general de Cartagena.
La importante información no era otra cosa que un plan que esclavos franceses con algunos criollos pensaban ejecutar la mañana siguiente, y consistía en abrir las puertas de la plaza, tomar el castillo de San Felipe de Barajas, el fuerte del Cerro de la Popa y otros puestos; con todo esto buscaban entrar en la plaza a matar a los blancos (entre ellos al propio Anastasio Cejudo) saqueando los caudales del Rey y de particulares.
En esta empresa, los conspiradores contaban con un sargento de artilleros morenos nombrado Jorge Guzmán que tenían de su parte y las armas que guardaban entre muros; la sublevación se desarrollaría el 2 de abril cuando se hicieran sonar las campanas como señal para comenzar el incendio de los bugíos del pie de la Popa.
Los conspiradores consideraban que tendrían éxito en el proyecto si conseguían convocar a los individuos del batallón de pardos, quienes —creían— los seguirían fácilmente por las conveniencias que traía a todos la libertad; para conseguirlo, un negro esclavo criollo abordó al cabo Manuel Ituren y le convidó participar en la conjura; ante esta noticia el cabo fraguó la estrategia que siguió exitosamente, la cual consistió en decir al negro esclavo que vería lo que podía hacer y luego con sumo cuidado informó a sus superiores y les llevó al esclavo para que fuese interrogado.
Una vez se enteró el gobernador, entre las 6 de la tarde y las 9 de la noche del 1 de abril se realizaron las diligencias que condujeron a la aprehensión de ocho negros, entre los que se cuenta al artillero Jorge Guzmán.
Posteriormente, el 3 de abril del mismo año, dos negros esclavos que aparentemente participaron en la conspiración y estaban en fuga incendiaron una hacienda, pero como en el acontecimiento no tuvieron parte los negros destinados al servicio de la hacienda se continuó el proceso inquisitorial como venía realizándose sin dar lugar a más capturas. El 19 de mayo de 1799 el Virrey Pedro de Mendinueta concluyó que el hecho estaba superado, pues en los negros esclavos de la provincia no se evidenció apoyo alguno a los negros capturados ni se conocían indicios de una nueva conjuración.
Un acontecimiento de tal importancia no pasó desapercibido en la ciudad; una prueba de ello es la carta muy reservada que el 21 de junio de 1799 remitió Manuel de Guevara Vasconcelos como Capitán General de Venezuela (Nacido en Ceuta el 20 de julio de 1739) y Presidente de su Audiencia a José Antonio Caballero, Secretario de Estado, informándole sobre el intento de sublevación en Cartagena.
Nota: Batallón o Cuerpo de Castas o de Naturales, Pardos y Morenos de Infantería fue una unidad militar miliciana de España, tomando como base a milicias ya existentes. Estaba compuesto de compañías indígenas, Pardos (mulatos libres) y morenos (antiguos esclavos negros emancipados)
Continuando cronológicamente con la documentación, encontramos que avanzó la investigación con aparentes resultados importantes para el Virrey Mendinueta, que lo motivaron para dirigir al secretario de Estado Francisco de Saavedra una carta con la siguiente afirmación
Acabo de recibir una carta del Gobernador de Cartagena de Indias en la que me avisa, que el de Maracaibo le ha participado de la sublevación y saqueo proyectado allí por los negros y mulatos Franceses que llegaron a aquel puerto en calidad de corsarios, y estaban de acuerdo con los de la plaza de Cartagena y comprometidos en comunicarse acerca de sus mutuas depravadas intenciones, para lo que contaban con los indios Guajiros de Riohacha y preparaban embarcaciones, meditando también ocurrir a Curazao por más gente y pertrechos para llevar a efecto sus ideas según, dice, resulta del proceso que se ha actuado por el gobierno de Maracaibo, a quien el de Cartagena, dando las gracias por la oportunidad de estas noticias, ha pedido adelante la indagación acerca del modo y términos en que estaban de acuerdo unos con otros Negros; qué auxiliantes tenían en Curazao; y de qué medios se valieron para excitar a los Guajiros, con otros puntos importantes dirigidos todos a adquirir los conocimientos más ciertos y puntuales del origen y extensión de la sublevación proyectada. Y siendo este un nuevo incidente de bastante gravedad en el asunto de que tengo por mi parte. (Conspiración de Cartagena/Jean Paúl de Ángelo Ruíz Martínez).
El nombre de don Anastasio Cejudo se barajó como posible virrey de Nueva Granada, cargo que él mismo solicitó en 1802. Sin embargo, la Corona se equivocó totalmente al designar para el puesto a un viejo militar, de origen noble y con mucha más influencia que él; concretamente al despótico y, sobre todo, arbitrario aragonés Antonio Amar y Borbón que se mantuvo en el cargo hasta 1810. Este, con su política de represión brutal y desmedida, contribuyó a forjar la conciencia independentista de los criollos de su virreinato. (Tomado de: Sobre Anastasio Zejudo, Gobernador de Cartagena de Indias/ Esteban Mira Ceballos, a la vez tomado de Allan J. Kuethe)
En 1.804 don Anastasio Cejudo remitió al Excmo. Sr. D. José Antonio Caballero Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia, el siguiente oficio.
Entre los cuidados que con particular preferencia han llamado mi atención desde mi ingreso a este Gobierno, ha sido siempre el de la conservación de la salud pública, valiéndome de ello de cuantos medios he podido imaginar, tanto en la asistencia a los enfermos del Real Hospital Militar, cuyo establecimiento facilitó con las mayores ventajas a la Real Hacienda, como en todo lo demás relativo a su mejor servicio y utilidad; pero habiendo observado, con sumo dolor, que la mayor parte de los individuos de las Provincias altas del Reino, que bajan a esta plaza en clase de reclutas para servir en el Regimiento Fijo, y de los europeos que se remiten, de la Península con el mismo destino, igualmente que las tripulaciones de los correos marítimos de S.M. y de otros buques procedentes de aquellas que se dirigen a este puerto, perecían en el Hospital a los pocos días de entrar en él, de resultas de las calenturas pútridas o pestilenciales, conocidas con el nombre de fiebre amarilla, que tanto estrago a causado en España y América; procuré con el mayor desvelo adquirir cuantas noticias y conocimientos fueses capaces de extinguir las causas de semejante epidemia, valiéndome de facultativos y personas más inteligentes y acreditadas: hasta que habiendo visto en uno de los muchos papeles públicos, que la curiosidad difunde por todas partes, que se recomendase la utilidad de frotar frecuentemente a los contagiados con aceite común de aceitunas, hice llamar inmediatamente Protomédico de la ciudad, encargado como primero de la asistencia del mismo Hospital Real; y consultándole la inocencia del remedio, se puso desde luego en práctica con el feliz suceso que acredita la información jurídica que hoce actuar, y reverentemente acompaño a V.E. a fin de que se digne recurrir a los R.P. de S.M. para su soberana inteligencia, y que en beneficio de la humanidad y conservación de sus amados vasallos; en el concepto de que se continúa experimentando la utilidad de tan precioso descubrimiento, del que doy noticias con el propio objeto a los jefes de los puertos inmediatos a este Continente, y a V.E., en esta primera oportunidad con respecto a la importancia.
Dios. Guarde a V.E. muchos años= Cartagena de Indias 25 de abril de 1804, el Señor D. Anastasio Cejudo, Caballero de la Orden de Santiago, mariscal de campo de los Reales Ejércitos, gobernador y comandante general de ella y su provincia y subinspector general de las tropas del Reino por S.M. Dixo: Que con motivo de haber leído uno de los papeles públicos el buen efecto que causaban las frotaciones con aceyte común en los que se hallaban cometidos de fiebre amarilla, cuya enfermedad así en América como en Europa ocasiona terribles estragos, que son notorios; y deseoso de remediarlos y precaverlos en esta plaza, llamo de intento enseguida al Proto-Médico de ella, Licenciado D. Juan Arias, médico del Real Hospital Militar de esta misma plaza, y enterándose de la noticia, lo previno que si no hallaba en su inteligencia algún irremediable inconveniente, usase desde luego el remedio que en ella constaba, y que estos vieran ó fueran acometidos de dicha fiebre, dando oportuno aviso de las resultas a este Gobierno; y siendo pasado quatro meses desde que se puso en execución y surtido el apetecido beneficio que se deseaba, según los partes del referido Prot-Médico; para acreditarlo en debida forma, y dar los avisos correspondientes á la superioridad, y demás que convenga en bien de la humanidad, manda su Señoría se pase este auto al precitado Proto-Médico, para que enseguida ponga sobre el particular su informe circunstanciado, precediendo después el presente escribano, en virtud de la comisión que se le confiere, á recibir declaraciones juradas sobre lo mismo á los empleados de dicho Hospital que les conste; y lo firmo por ante mí, de que doy fe=Anastasio Cejudo-Por mandato de su Señoría=Agustín Joseph Gallardo=Escribano de Guerra.- (Relación de las calenturas biliosas, remitentes amarilla-V-II. (Literal)
(Relación de las calenturas biliosas, remitente amarilla- Volumen II= Benjamín Rush-Imprenta Real-, de Madrid).
En 1807 un año antes de fallecer Anastasio Cejudo el escultor Hermenegildo José de Ayala, labró el camarín y el retablo del Cristo de la Expiración en la iglesia de Santo Domingo de Cartagena de Indias.
Dicho camarín y retablo tiene una leyenda que dice:
“A mayor honra y gloria de Dios se hizo este camarín a devoción del señor DON ANASTASIO ZEJUDO NUÑEZ, dado caballero de la orden de San Thiago, mariscal de campo de los reales exércitos, gobernador y capitán general de esta plaza y provincia a su costa acabose año de 1807, por Hermenegildo de Ayala, natural de esta ciudad.
Un año más tarde el 25 de febrero de 1808 a las doce de la noche falleció en la Ciudad de Cartagena de Indias Anastasio Cejudo, después de una grave enfermedad. Gobernó dicha plaza durante 12 años, y sus servicios militares desde que llegó de España, fueron en los empleos de sargento mayor, teniente coronel en jefe, hasta el grado de mariscal en que espiró. Su carácter fue enteramente militar, sus modales muy políticos, y su muerte un buen concepto de piedad, falleció a los 67 años de edad.
A su muerte sería sustituido por el coronel Blas de Soria, (natural de Orán y casado por poderes en la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de Ceuta, con doña Juana Rodríguez natural de esta última ciudad).
Su mando, obviamente, no se limitó a Cartagena de Indias, sino que se extendía por toda la región de Riohacha, Santa Fe y, en general, a prácticamente todo el virreinato de Nueva Granada
Desgraciadamente, desapareció prematuramente en 1808, cuando se comenzaba a vislumbrar las primeras evidencias de una insurgencia criolla terminó por independizar a la fuerza Iberoamérica. En cualquier caso, está claro que fue un militar de carrera y sirvió honesta y fielmente con los cometidos que se le encomendaron. (Allan J. Kuethe)
Existe unanimidad entre los historiadores a la hora de destacar la gran labor que desempeñó don Anastasio Cejudo en la gobernación de Cartagena de Indias. Máximo tratándose de una época difícil, donde se estaban dando los primeros síntomas de una secesión que terminaría con la independencia de Hispanoamérica. Él se ganó siempre el apoyo de la tropa, compuesta mayoritariamente por Morenos y Pardos. Con ellos consiguió disuadir durante bastante tiempo las insurgencias criollas. Pero tenía capacidad de derrotar a sus oponentes sin infligirles más daño que el necesario. También hizo frente a un levantamiento de esclavos negros que pretendían imitar el comportamiento de los rebeldes de Santo Domingo.
Ahora bien, ante todo, fue un leal servidor de los intereses de España. En palabras de Allan J. Kuethe, Cejudo fue uno de los más hábiles servidores del virrey de Nueva Granada, durante los últimos años del setecientos. Se caracterizó por sofocar las insurgencias de todos los enemigos de la Corona, bien fueran ingleses, indios rebeldes o insurgentes criollos, pero compatibilizando inteligentemente el uso de la fuerza con los acuerdos políticos.
Leyendas de Cartagena de Indias
La leyenda dice que cuando el gobernador Anastasio Zejudo Núñez rindió información sobre por qué la construcción de las murallas de Cartagena le había costado una fortuna al entonces rey de España Carlos VI, el rey trató de ver a través de un cristal espía la magnitud de una obra tan costosa. Como esto era imposible, decidió disfrazarse de dama y viajar hasta Cartagena para mirar más de cerca las murallas. Se quedó en una de las casas de esta calle, obviamente llegaron de incógnito y como nadie podía identificarlos, los vecinos imaginaron cualquier teoría que se les ocurriera. Al final no pudieron establecer las identidades de las damas que regresaron a España después de unos días. Desde entonces este es el nombre de la calle, Calle de las Damas.
Don Anastasio Cejudo y Núñez de Aldana, natural de Ceuta, que en el año 1788 obtuvo Certificación de su Limpieza de Sangre, para ingresar en la Orden Militar de Santiago, siendo confirmado por la Real Chancillería de Valladolid, en el año 1789.
Con fecha de 03. 09.2017 y 19.08.2019 ya hemos escrito de don Anastasio Cejudo, en este diario, ahora lo ampliamos con nuevos datos.
Algunas fotos utilizadas en diversos escritos son tomadas de Internet, tratamos siempre de citar las fuentes y sin ánimo de lucro, solo intentamos dar a conocer destacados personajes ceutíes, algunos poco conocidos y otros olvidados a los que debemos de recordar.