El fin de una época

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Ydigo el fin de una época, aunque algunos preferirían denominarlo como el fin de una era, pero las eras, no en las que se trilla el trigo, suelen durar millones de años.

La renuncia de Mohamed Alí a su escaño en la Asamblea de Ceuta, visualiza el principio del fin de una etapa en la política ceutí. No es la única señal, pero sí la más actual. A esta le acompañan con precedencia, las salidas de otras figuras políticas que durante años han protagonizado la vida pública en Ceuta, quedando pendiente para cerrar el ciclo, la despedida tantas veces autoanunciada del actual Presidente de la Ciudad. Con ella, se finiquitará una época que ha dado de todo, pero que en su conjunto ha sido equilibrada y productiva, si exceptuamos estos últimos años, en los que los vientos dominantes no han soplado a favor.

Es difícil hacer un juicio general sobre este ciclo. Porque si lo resumimos todo a la pregunta de si termina peor que empezó, podríamos caer en la injusticia del análisis somero, como si pretendiésemos juzgar la política de las últimas dos décadas en la isla de La Palma por el final, es decir: por el desastre que la irrupción de un volcán está suponiendo para esa querida isla. Y es que el impacto de la pandemia, sumado al cierre fronterizo y a los sucesos que provocaron la mayor crisis con Marruecos de nuestra historia reciente, han condicionado sobremanera el resultado final de esa etapa que parece finiquitarse. Vivas, consciente de que su legado puede desmoronarse en el último tramo, se está esforzando en recomponer la ciudad tejiendo alianzas a lo largo y ancho de toda España, pero el tiempo corre en contra de todos y, además, buena parte de las soluciones a los problemas emergentes no están en sus manos, mas bien en las de otros actores políticos y empresariales.

Pero quisiera centrar este pequeño relato en a figura de Mohamed Alí, porque creo que su trayectoria bien lo merece. Heredero de la primera senda marcada por el inolvidable MustafaMizziam, se hace un hueco en la escena política ceutí adaptando con celeridad su discurso a la realidad social de Ceuta. Su proclama y su reivindicación de igualdad para todas las comunidades que integran Ceuta, le impulsa a reconocer ya a defender a quienes no forman parte de la comunidad musulmana,pero que son también compatriotas que necesitan protección y defensa de su identidad básica. Y de esta guisaacabará proponiendoe impulsando una confluencia que defina una única identidad: la identidad ceutí, con su riqueza y pluralidad y su indestructible vínculo con la identidad española. Desde su primer proyecto se acaba construyendo Caballas, un río más caudaloso, que quiere nutrirse de otros más pequeños, una formación política de izquierda moderada que ha sabido ser útil sin perder su condición de voz reivindicativa. Lamentablemente las urnas no le dieron el respaldo necesario en las últimas elecciones a la Asamblea de Ceuta, tal vez lastrado al acabar salpicado por un escándalo mayúsculo, el de la supuesta venta ilegal de casas de Emvicesa, del que espero y deseo que salga indemne; pero también probablemente por que su electorado básico no supo entender que su lenguaje inclusivo era la mejor defensa de la continuidad de Ceuta como espacio social y político en el mundo que se nos viene encima, en el que los populismos y radicalismos amenazan con alumbrar un “nuevo orden”.

Le echaremos de menos, aunque espero que no sea mucho, porque eso sería un síntoma de que la deriva de la radicalidad se impone a la cordura que muchos hemos defendido durante años, y de esos muchos él, Mohamed Mohamed Alí, está entre los más destacados. No estaremos en la primera línea política, pero seguiremos viéndonos para analizar y debatir sobre cómo evolucionan las cosas.

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