Antonio Ribeiro Pereira de Mendoza (Ceuta 1650-1711 Ceuta) Adalid de la Caballería y Alférez Mayor de Ceuta
Antonio Ribeiro de Mendoza, fue bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de África el 29 de septiembre de 1650, eran sus padres D. Luis Ribeiro Pereira, Hidalgo de la Casa Real, Caballero Profeso y Comendador de la Orden de Cristo y doña Jerónima Pimentel, fue su padrino D. Pedro de Brito Coutinho, Caballero de Calatrava y doña Caterina de Veiras

Casó con doña Mariana da Costa Pita, tuvieron por hijos a: María Francisca en 1679; Francisca Jerónima en 1684; Luis Francisco en 1687; Francisco en 1690; Jerónima en 1694 y Antonia en 1697.
Luis Francisco uno de sus hijos fue procurador de Ceuta en 1714 y almotacén en 1718. Casado en 1715 con Mariana Correa de Franca.
María Francisca su primera hija, casada con don Alonso Guevara Vasconcelos, eran para él las segundas nupcias. Don Alonso Guevara sería gobernador de Melilla entre 1719 y 1730. Sobre don Alonso de Guevara Vasconcelos en nuestro escrito en este diario de fecha 25.02.2019
Antonio Ribeiro fue adalid de la caballería de Ceuta (1694), maestre de campo de infantería graduado en (1698), alférez mayor de la ciudad, escribano de almojarife de las provisiones y del almacén de obras de Ceuta, caballero profeso de la Orden de Cristo, hermano de la Cofradía del Santísimo Sacramento desde (1670), procurador de la ciudad (1708) y proveedor de la Santa Casa de la Misericordia. (Familias portuguesas de Ceuta, José Forjaz).
Algunos datos de la época en Ceuta:
La monarquía intentó casi siempre mantener un gobernador de origen portugués en Ceuta hasta bien entrado el reinado de Carlos II (reinado 1661-1700) tanto como signo de respeto a la ciudad como por recompensar al gran número de portugueses que se mantuvieron fieles a Felipe IV (reinado 1700-1746) durante la Guerra de Restauración y tras la Paz de Lisboa. Junto con la conservación de las instituciones ceutíes y sus costumbres, la Corona respetó el idioma portugués, lo que en ocasiones supuso una traba para las relaciones con la península. A pesar de su origen, la mayoría de los gobernadores escribían sus cartas en castellano, y solo el conde de Castel Mendo escribía en portugués. (AGS, Secretarias provinciales, legajo 2644, carta del conde de Castell Mendo, Ceuta 11.10.1663)
Entre 1640 y 1738 se pierde la lengua portuguesa en Ceuta. La castellanización es total. Probablemente, los 28 años de guerra y aislamiento respecto a Portugal precipitaron los acontecimientos, más que la mera presencia castellana en Ceuta. Los propios portugueses pierden su lengua.
Sobre don Joaquín de Mendoza Pacheco en nuestro escrito en este diario de fecha 05.07.2017.
Damos algunos datos del Antonio Ribeiro a través de escritos de diferentes gobernadores de Ceuta.
Gobierno de Ceuta de Don Juan Arias Pacheco Davila-Bobadilla- Téllez Girón de Mendoza, conde de Puñoenrostro (1679-1681)
El señor conde de Puñoenrostro, siendo gobernador y capitán general de la plaza de Ceuta, en carta para S.M. de seis de febrero del año de mil seiscientos y ochenta y uno, habiendo tomado campo para que hiciese forraje la caballería, salieron los enemigos de una emboscada, trayendo cargada la caballería e infantería, había puesto D. Antonio Ribeiro en aquella ocasión en gran riesgo su vida, para librar a los soldados que quedaban atrás, metiendo mano a su espada, con que dio muchas cuchilladas, y libro a mucha parte de la infantería, por lo cual dice se hallaba obligado a representarlo, y que le juzgaba digno de las honras y mercedes que S.M. fuere servido hacerles por sus honrados servicios, méritos y valor con que siempre se ha portado. *
Gobierno de Ceuta de Don Francisco Bernardo Baraona. Caballero de la orden de Santiago, gobernador y capitán general de Ceuta (1689-1692).
Por fe de oficio que presento el veedor de la Plaza de Ceuta, y de los Oficiales Reales de ella, consta haber servido a S.M. en ella desde el cinco de enero de mil seiscientos y sesenta y seis, hasta el quince de octubre del año próximo pasado de mil seiscientos y noventa y siete, que son treinta y un años, nueve meses y diez días.
El 24 de octubre de 1692 nombró a don Antonio Ribeiro como caballero con lanza y con un criado a su costa, y gobernador de la caballería y adalid de la plaza de Ceuta, por estar enfermo e impedido en España don Manuel de Mendoza; y de capitán de Caballos Corazas de dicha plaza, con el mismo sueldo y honores que D. Manuel de Mendoza, alternado con los demás capitanes de Caballos, que pasaron al sitio, en virtud de patente del señor marqués de Valparaíso, de diez y ocho de marzo de mil seiscientos noventa y cuatro, y en veinte y dos de mayo de mil seiscientos noventa y cinco, hasta el veintidós de abril de mil seiscientos noventa y seis, que vino el dicho D. Manuel Mendoza.
El señor D. Francisco Bernardo Baraona, capitán general de la plaza de Ceuta en otra carta para S.M. del cinco de diciembre de mil seiscientos noventa y dos, dice que el dicho D. Antonio Ribero de Mendoza había traído a la plaza muchas presas de enemigos, así como enemigos de la Corona: y particularmente habiendo tomado campo para hacer forraje la caballería, hallándose dicho D. Antonio de adalid y gobernador de la caballería, salieron los enemigos, con los que estaba el gobernador de Tetuán con más de mil caballos y tres mil infantes, y llegaron muchas partes de sus tropas a darle a la carga, en que hirieron cinco hombres, manteniendo su puesto con la honra que esperaba de sus obligaciones, y sangre, habiendo peleado más de tres horas, hasta que se la mando retirar, por cuya razón le consideraba muy digno de las honras y mercedes que S.M. le hiciere, por lo bien que en esta y otras ocasiones se portó, siendo el primero que se ha señalado en todas las ocasiones que ha habido en su tiempo. *
Durante el gobierno de don Francisco Bernardo Baraona ocurrió el naufragio de los buques de guerra franceses Le Sage y L´Assuré (18 de abril de 1692), adjuntamos literalmente los datos aportados por Correa de Franca de dicho naufragio.
El conde de Estré, general de la corona de Francia, por el mes de abril de 1691 (1692), pasaba a poniente con escuadra de veinte y ocho navíos de guerra (16) y anocheció en medio del Estrecho con viento nordeste, que soplava con floxedad, pero, las olas gruesas y enfurecidas, tirando de marea de sueste, se comunicaron a las diez de la noche con las señas acostumbradas para no embestirse y fracasar. Vistos de Ceuta los faroles y oídos el disparo de cañones, mandó nuestro general se hiciesen luminarias en la Almina y ciudad para que les sirbiesen de norte y libertarlos baracen en plaias de los moros y que estos comunes enemigos no se aprovechasen de la artillería y esclavitud de los Christianos que pudiesen naufragar.
Apenas termino la horrorosa noche, quando se divisaron la mayor parte de los navíos, rebasado el cabo o punta de la Almina, otros, con la capitana, ensenado en este puerto, los que, afloxando algo el temporal, pudieron salir al mar afuera: vno de sesenta y cuatro piezas de cañón, entero y barado sobre los escondidos escollos del Sousiño, otro, del mismo porte, cuasi desecho entre las peñas ahogadas de los isleos de Santa Cathalina. Del primero se recogió toda la gente, artillería y equipaje, del segundo se ahogo la maior parte de la tripulación y la poca que se salvó fue a diligencia de las lanchas de la plaza, provenidas con anticipación por el desvelo vigilante de nuestro gobernador. Estos prisioneros se condujeron a Cathaluña y fueron cangeados. La artillería sumergida se buzeó y puso en tierra.**Pag 284-285 Nº 636-637.
Sobre este naufragio ya hemos escrito en este diario con fecha 29.11.2020.
Gobierno de Ceuta de D. Sebastián González de Andia; marqués de Valparaíso y Vizconde de Santa Clara (1692-1695)
Vista el 14 de octubre de 1693 una muy abultada saetía, nuestro general previno nuestra galeota, escoltada por ciento cincuenta hombres en tres barcos, mandados por don Antonio Ribeiro de Mendoza con don José Cabral de Franca y don Juan de Liñán con cincuenta hombres, cada uno a las órdenes de don Diego de Mendoza. Juntos salieron a reconocerla, y luego que de la saetía vieron venían en su demanda, manifestando las medias lunas en sus rojas banderas, se dispusieron a la defensa. Las nuestras al remo se fueron acercando y a las cinco de la tarde comenzaron a batirse. La pelea duró y pudo continuarse con la luna hasta las diez de la noche que, con gran dificultad, por lo muy erguido del buque, le entraron, ya muy desmantelada y muerta la mitad de sus sesenta hombres, marineros, iaches y otros pasajeros que la defendían, y los demás heridos casi todos. Traía para su resguardo seis piezas de cañón y doce pedreros; y de carga cantidad de azulejos, cajones de colgaduras de seda, otros de ceñidores y gran porción de banderas coloradas, que el iache Brajén, capitán de un navío de Salé, que murió de balazo, llevaba de Argel para su rey Muley Ismail, con quien venían recomendadas tres iachas que volvían de peregrinación a La Meca.
Nosotros tuvimos más de ciento cincuenta hombres heridos, los más por golpes de azulejos; y muertos el alférez Rafael de la Huerta y Antonio Acosta.
En esa época eran en la plaza de Ceuta oficiales de guerra: D. Lorenzo de Ripalda, D. Antonio Ribeiro, adalid; D. Pedro de Guevara Vasconcelos, sargento mayor; capitanes de las compañías de la ciudad: D. Mateo Gil de Argulló y D. Alonso Guevara Vasconcelos. De las cuatro compañías castellanas de la dotación de la plaza: D. Antonio Vargas Machuca, D. Juan Muñoz, D. Juan Caballero y D. Juan Escaris. De las agregadas: D. Marcelo de Robles, D. Pedro Ximénez, D. Gaspar de la Quinta, D. Francisco de Arce y D. Juan Negrete; D. Gregorio Bobadilla y D. Isidro Cisnero. ** pag, 308-309 Nº 674.
El señor marqués de Valparaíso en carta para S.M., de doce de febrero de mil seiscientos y noventa y seis, dice, que en el tiempo en que fue gobernador y capitán general de la plaza de Ceuta siempre vio servir a D. Antonio Ribero de Mendoza con una igual satisfacción, correspondiente a su sangre, y que había cogido diferentes presas en su tiempo, y en especial una saetía de los turcos, habiendo sido su barco el que abordó primero, habiendo durado el combate nueve horas, habiéndole herido y muerto más de cuarenta hombres. Tomo la resolución el dicho D. Antonio de abordarla, y entrar en su interior, y a su imitación hicieron lo mismo los demás soldados: Y habiéndola apresado, y traído a la plaza, se sirvió S.M. mandarle dar las gracias a dicho señor D. Antonio, como lo ejecutó, y en ese tiempo puso los enemigos sitio a la plaza, hallándose a los veinte días de sitio muy confusos, por no saber los designios que traían estos, mandó a D. Antonio buscase un intérprete para lengua, y en tres embarcaciones, a riesgo de su vida, salto a la cala del Negrón con treinta hombres y tuvo la fortuna de coger uno que venía de la campaña en busca de bastimentos, y lo trajo a la plaza, y dio noticias que traía el enemigo tres minas, de lo que estaban muy ajenos, y fue llevado a la plaza de armas con el general de batalla D. Lorenzo Ripalda; y el dicho D. Antonio, y en presencia de ambos dijo el sujeto, por los tres parajes que venían las minas; y con esta noticia, se contraminó al instante por los dichos parajes, y se encontraron, y se ganaron parte de ellas, y se volaron, cuyo aviso había sido de muy real servicio, pues si no fuera por él estaba muy arriesgada la plaza de armas, y lograba el enemigo su intento, y en dos salidas que dispuso para desbaratar los ataques de los enemigos, fue el dicho D. Antonio mandando más de doscientos hombres de la caballería desmontada en la plaza de armas, y muchos soldados, en que se portó con gran valor y experiencia, correspondiente a las obligaciones de su sangre, debiéndosele a dicho D. Antonio mucha parte de los sucesos que tuvieron en las dos salidas referidas, y que en los dos avances consecutivos del día diez y once de julio del año pasado de mil seiscientos noventa y cinco, se halló el dicho D. Antonio con su caballería desmontada en la plaza de armas en la cortina del fogaril, en que mantuvo su puesto de todos los avances que dio el enemigo, de que S.M. se sirvió mandar se le diesen las gracias, por lo bien que obro este caballero, como dice lo ejecutó el señor marqués, y que por los servicios tan honrados y particulares, le hallaba digno de cualquier honra y empleo, que S.M. fuere servido hacerle, pues todo dará una igual satisfacción. *
Gobierno de Ceuta de D. Melchor de Avellaneda Sandoval y Rojas, marqués de Valdecañas (1695-1698)
D, Melchor de Avellaneda gobernador y capitán general de la plaza de Ceuta, en carta del once de octubre del año pasado de mil y seiscientos y noventa y siete, dice, que el maestre de campo D. Antonio Ribero de Mendoza, había servido más de treinta y un año a esta parte, con una cabal satisfacción de sus superiores, y que se ha hallado en diferentes ocasiones, obrando en todas con mucho valor y crédito, correspondiendo enteramente con las obligaciones de su sangre, y que constándole de lo bien que había obrado en el curso de dos años que le conocía en esa plaza, asistiendo muy puntualmente, así en las guardias, como a los demás que ha ofrecido, y que hallándose en la estacadilla de San Pedro, el día quince de enero fue herido en un muslo, tenía por de su obligación representar a S.M. que por sus largos y honrados servicios de este caballero, y el gran celo, y puntualidad con que lo había continuado, merecía que S.M. le tuviese presente para honrarle, y favorecerle en las ocasiones que se ofreciesen de sus ascensos y conveniencias.
Por decreto del señor D. Melchor de Avellaneda, gobernador y capitán general de la plaza de Ceuta, en que mandó a D. Andrés Viegas, escribano de presas, de certificación a D. Antonio Ribero de Mendoza de las presas que ha traído a la plaza, habiendo ido de capitán y cabo principal, que hizo de órdenes de sus generales.
Por certificación de Andrés Viegas, escribano de presas, de seis de octubre de mil seiscientos noventa y siete, dice y certifica, que en diferentes salidas que hizo por orden de sus generales, trajo el dicho D. Antonio a la plaza de Ceuta trescientos enemigos cautivos, y treinta y siete presas de estos, y corsarios, enemigos de la Corona, habiendo ido por capitán.
Los maestres de campo. D. Juan Antonio Zabala, D. Pedro de Mascareñas, D. Gaspar de Ossio, D. Jorge de Villalonga, D. Francisco Díaz Pimienta y D. Francisco de Espinola, que estaba de guarnición en aquella plaza, certifican haber visto servir a este caballero en ella, con gran aprobación, y que en el día treinta y uno de julio de mil seiscientos noventa y cinco, que entraron los enemigos en la plaza de armas, y se apoderó de las fortificaciones exteriores, se portó el capitán de caballos D. Antonio Ribero de Mendoza, con un igual valor, siendo de los primeros que se hallaron a desalojar a los asaltantes de la dicha plaza de armas, y ganando el ángulo de San Pablo, a riesgo de su vida, mantuvo la brecha con parte de su caballería desmontada de todos los avances que el enemigo dio, habiendo muerto aquel día a dos moros en el guardainfante, y aquella misma noche ayudó con su caballería a apagar el fuego que los moros pusieron en dicho ángulo, hasta el otro día que vino la gente armada de Gibraltar, que le mudaron, le consideraban muy digno de cualquier honra y mercedes que S.M. fuere servido hacerle, pues en esta, y en todas las demás operaciones que se han ofrecido se ha portado este caballero con las obligaciones correspondientes a su sangre, siendo de los primeros que asistieron en la plaza de armas a cualquier operación que se ha ofrecido
D. Francisco de Vargas y Ledesma veedor general que fue de la plaza de Ceuta, en carta para S.M. de diez de septiembre de mil seiscientos y noventa y seis, pondera los servicios y méritos de este caballero, y dice, que en el tiempo que sirvió de tal veedor, le vio servir con gracejo y actividad asistiendo de día y noche a la plaza de armas, con el valor que corresponde a las obligaciones de su sangre, y que era de su obligación representarlo así a S.M. para que le atendiese, para ejemplo de los demás.
El sargento general de batallas. D, Juan Francisco Manrique de Arana, cabo subalterno de la plaza de Ceuta, en certificación del diez y ocho de septiembre de mil y seiscientos noventa y seis, certifica que este caballero lo vio todos los días y noches en la plaza de armas, y fortificaciones exteriores de la plaza, haciendo grandes fajinas con su caballería, y demás operaciones, que por mar se ofrecían de ir a reconocer el campo del enemigo, y lo que traían en sus embarcaciones, portándose con gran valor, correspondiendo enteramente con las obligaciones de su sangre, y que el día diez y seis de septiembre de mil seiscientos noventa y cinco, cuando se volaron al enemigo dos hornillos, sobreviniendo las ruinas contra los nuestros, desbaratando un pedazo de estacada en el paraje de mayor riesgo donde estuvo pronta su persona a reforzar aquel puesto, y se mantuvo a su reparo, por cuya razón lo hallaba digno de todas las honras y mercedes que S.M. fuere servido hacerle al capitán de caballos coraza D. Antonio Ribero de Mendoza.
El sargento general de batalla y cabo subalterno de la plaza D. Antonio de Portugal en certificación de cuatro de octubre de mil seiscientos noventa y siete, certifica lo bien que se ha portado este caballero, asistiendo de día y noche a las fortificaciones exteriores de la plaza, y que salió herido en un muslo en la farsa braga de San Pedro, a su vista, y que es digno de todas las honras que S.M. fuere servido hacerle, pues se ha portado en todas las ocasiones que ha habido en su tiempo, con gran valor y celo, correspondiendo a sus obligaciones. *
Gobierno de Ceuta de D. Antonio de Zuñiga. (1702, interino)
Declarada la guerra por el emperador y sus aliados a los reyes de España y Francia, y teniendo los ingleses muchas embarcaciones de comercio y crecidos intereses en Levante (de que hicieron los franceses, ricas presas en este Estrecho) y no logrando el marqués en su plaza embarcaciones de fuerza, se ingenió lo mejor que fue posible, buscando las que menos podían defenderse; y el 19 de mayo de 1702 D. Manuel de Mendoza, con el capitán Bernardo Gutiérrez, del Tercio de Murcia y el ayudante de la plaza D. Nicolás de Villa, apresaron un navichuelo inglés con diversos géneros, y al día siguiente el maestre de campo D. Antonio Ribeiro, con los capitanes D. Alonso de Guevara, D. Manuel Viera Lozano, del Tercio de Burgos, D. Teodomiro de la Cueva, del de Valladolid, apresaron otro, ambos en el Estrecho.** pag 334 Nº 728
Antonio Ribero de Mendoza falleció en Ceuta, el 15 de abril de 1711.
Tanto D. Antonio Ribero, como su señora Mariana da Costa Pita, están sepultados en Nuestra Señora de África.
Recopilación de datos de la vida de D. Antonio Ribeiro Pereira de Mendoza tomados de:
* Memorias
** Historia de Ceuta de don Alejandro Correa de Franca.
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