Melchor de Aymerich y Villajuana Ceuta 1754-1836 La Habana (Cuba) (II)
Último presidente de la Real Audiencia de Quito, cargo que había establecido el conquistador español Sebastián de Benalcázar en 1534

Habíamos dejado la primera parte del escrito con un oficio de Aymerich a Ramón Zambrano, jefe de las Milicias de Pasto.
Oficio de Aymerich a Calzada (coronel Sebastián de la Calzada) de fecha 6 de septiembre de 1819.
El oficio de Usía del doce del mes que acaba, me deja penetrado del más vivo sentimiento por los funestos acontecimientos de la capital del Reino que en él me describe. El amor y celo que me animan de la causa del Rey, nuestro Señor, me hace suspirar por la venganza que no omitiré arbitrio alguno que esté a mi alcance para coayudar a este interesante designio, prestando a Usía los auxilios necesarios que anuncia en la asequible. Pues en razón de pólvora y municiones le proporcionaré la cantidad posible y en estos próximos días le remitiré diez barriles con las balas y papel correspondientes para que allí se formen los cartuchos, pues que, yendo de aquí hechos, se deshacen en los cajones al movimiento de las bestias, y sucesivamente cuidaré de ir remitiendo por partidas sin detención, debiendo también al mismo tiempo consultar mi seguridad y refuerzos en los puntos de mi mando a que principalmente debo aplicar mi atención para no quedar expuesto a igual desastre, con cuyo respecto no me es posible auxiliar a Usía con tropas armadas, pues que aquí se carece de ellas teniendo apenas la que forma esta guarnición.-De todo se halla instruido el teniente coronel don Víctor Sierra destinado por Usía con este objeto y quien me ha informado el pormenor de las circunstancias. Con él he acordado todas las medidas y recursos de defensa.
No he recibido la copia que Usía anuncia acompañarme de la orden que el Excelentísimo Señor Virrey del Reino le ha comunicado al tiempo de su emigración a Cartagena, concediéndole a Usía todo el lleno de sus facultades. Por lo que adjunto a Usía se impondrá, cómo Su Majestad en semejantes casos defiere el Gobierno a mi graduación. Mi ánimo no es de entrar en competencias ruidosas en una crisis peligrosa en que todos debemos concurrir unánimes a la defensa de la justa causa, y me parece más acertado que en este punto proceda Usía con arreglo a aquella soberana disposición, reconociendo en mí la superioridad y el mando. Pues no puedo prostituir una alta regalía concedida por Su Majestad ni menos puedo reconocerla en Usía, siendo como es de grado inferior al mío, en que se invierte el orden jerárquico con manifiesta transgresión de dicha ley. Así lo espero en Usía en obsequio del mejor servicio a Su Majestad, con lo que satisfago el citado oficio de Usía. Dios, guarde a Usía muchos años. Quito y septiembre seis de mil ochocientos diez y nueve. MELCHOR AYMERICH.-
Señor coronel Don Sebastián de la Calzada-Posdata- El número de balas de fusil que remito a Usía se compone de treinta y cuatro mil, y el de papel sellado para cartuchos es de diez y seis remas, dos mil piedras de chispas y cincuenta pistolas, lo que servirá a Usía de Gobierno.
Es copia (Firma AYMERICH-rúbrica-)
El mismo día 6 de septiembre de 1819 puso oficio Aymerich al secretario de la guerra
Como presidente de Quito y electo de Cuzco da cuenta con documentos de la ocupación de la capital de este Reino, Santafé, por el ejército comandando por el caudillo insurgente Simón Bolívar, como de la ausencia del Virrey Don Juan de Sámano a Cartagena, providencia que ha tomado en la sucesión de su mando y gobierno auxilios que le ha prestado.
Excelentísimo Señor.
Por los partes que en copia acompaño a Vuestra Excelencia se impondrá su superioridad de la ocupación de la capital del nuevo Reino de Granada, Santafé, por las tropas enemigas insurgentes comandadas por el infame caudillo Simón Bolívar, consiguiente a las acciones militares que se sostuvieron. Y aunque en las primeras, la victoria estuvo de nuestra parte, vino al final a decidirse en contra por la inferioridad de las fuerzas, no habiendo sido posible resistir a las superiores con que atacó el enemigo.
El Virrey Don Juan Sámano emigró a Cartagena para sostenerla, proviniendo su invasión, y las reliquias de nuestro ejército han replegado a Popayán bajo el mando del coronel Don Sebastián de la Calzada, para rehacerse y volver sobre el enemigo. Me ha destinado de comisario al teniente coronel Don Víctor Sierra para realizar los recursos de pólvora y municiones que tiene solicitados de mí.
Yo, penetrado del más intenso dolor por la funesta desgracia y animado de los nobles sentimientos de amor, decisión y fidelidad a Su Majestad que hacen mi principal carácter, me he interesado eficazmente a este empeño, coayudando con los medios y auxilios que están a mi alcance, y por lo pronto he destinado diez barriles de pólvora con las balas y el papel correspondiente, quedando en verificar iguales remesas sucesivamente, consultando siempre la defensa y seguridad de los puntos de mi mando para prevenir cualquier tentativa o novedad.
Con este motivo, el coronel graduado, comandante de la ciudad de Pasto, ha solicitado igualmente estos recursos con el numerario, manifestando hallarse enteramente exhausto de ellos, sin la menor provisión o repuesto en los almacenes, cuyo descuido ha sido a la verdad notable, por –no- haberlo con anticipación remediado. Yo, atendiendo a la urgencia y a la indispensable necesidad de que se organicen sus tropas para engrosar la división del coronel Calzada y se fortifique dicha ciudad, como la que ha sido desde las primeras convulsiones políticas.-la que- ha sostenido con valor y fidelidad la defensa de la sagrada causa de Su Majestad, no he parado un punto de prestarle también los auxilios solicitados. De modo que he tenido que auxiliar en un tiempo a dos provincias y cuidar de las de mi mando, sin haber omitido el pasar los avisos correspondientes a los gobiernos limítrofes de Guayaquil y Lima, como también al de Panamá para que estén en prevención.
Últimamente, el citado coronel Don Sebastián de la Calzada me expresa en su referido oficio haber el Virrey Don Juan Sámano concediéndole, cuando su precipitada salida a Cartagena, todo el lleno de sus facultades. Yo le he hecho ver, acompañándole copia de la real orden de 23 de octubre de 1806, que en este caso recae en mí todo el gobierno superior, atendida mi graduación de mariscal de campo, no debiendo, por lo tanto, quedar reconocido en un coronel, bajo cuyo concepto he tratado de sostener esta alta regalía por el mejor servicio de Su Majestad.
Esta ciudad y sus pueblos permanecen en tranquilidad no obstante, haberse esparcido en ella la noticia de la pérdida de Santafé, y me han protestado sus nobles vecinos que en prueba de su decisión a Su Majestad, harán los últimos esfuerzos para oponerse a las tentativas insidiosas de Bolívar.
Todo lo que pongo en noticia de Su Excelencia para que se sirva elevarlo a la Soberanía de Su Majestad, para las providencias que tuviese a bien dictar sobre estas ocurrencias y le puedan merecer su real agrado mis oportunos servicios y resolución tomada acerca de la sucesión en el gobierno político y militar del Reino por la ausencia del Virrey referido y la obstrucción de la correspondencia.
Excelentísimo Señor. (Firma) Melchor Aymerich
Guayaquil proclamó su independencia el 9 de octubre de 1820, a la que se sumaron otras ciudades del litoral, Samborondón, el 10 de octubre, Daule el 11 de octubre, Baba el 12 de octubre, Jipijapa y Naranjal el 15 de octubre, Portoviejo el 16 del mismo mes y por último Montecristi el 23 de octubre,
El 9 de noviembre de 1820 tuvo lugar la batalla de Camino Real y el día 10 las tropas independentistas bolivarianas tomaron Guaranda,
El 22 de noviembre de 1822, se inició una tenaz persecución a los conspiradores contra la Causa Real, con fecha del 30 el Presidente Melchor Aymerich, se dirigía al alcalde Pantaleón Cevallos, encargado del corregimiento por fuga de Ignacio Arteta, en los siguientes términos.
“Es en mi poder la representación que me dirige sin fecha, acompañándome un certificado del Teniente Coronel Antonio Fominaya, ofreciéndome por él convencerme no haber la mayor parte de este pueblo recurrido a la agresión de la causa del Rey, que ultrajaron y sorprendieron en el cuartel de ese asiento, dando muerte a los hombres Sargento Miguel Morales y Cabo José Sorzoza por la oposición que hicieron de comprometerse en las inicuas miras de ese tormentoso vecindario. No hay ejemplo de que se organice una conmoción sin primero trasladarse en el pueblo, cuando no en todo en parte de él y así es que no debiendo usted ignorar quien fue el autor o autores de tan criminal atentado, debió como Juez comunicar a este Gobierno para haber procedido a cortar el fuego que ha incendiado a la Provincia, haciéndose transcendental una infernal opinión que contradice en todo el verdadero vasallaje del Rey Nuestro Señor… Las armas que se hallaban en ese cuartel han sido perdidas, los gastos que el fondo público ha emprendido para el sostenimiento de la columna conquistadora han sido muchos; y, es indispensable que entretanto no descubra a los cabecillas o seductores de la revolución, los moradores han de satisfacer lo referido, y las tropas del Rey vivirán sobre los terrenos que pisen…”
Este mismo día 22 de noviembre de 1820 tuvo lugar el combate de Huachi.
Sabiendo que los independentistas se preparaban para el combate Aymerich envió un contingente de 5.000 hombres al mando del coronel Francisco González, para que marchara directamente al encuentro de las fuerzas enemigas que habían tomado posiciones en la llanura de Huachi, al sur de Ambato.
Fue una importante victoria de las tropas realistas, se encuadra en las batallas de la independencia de Guayaquil. Tras esta derrota los independentistas republicanos se dieron cuenta de que por ellos solos no podrían mantener la independencia.
Tras la batalla de Huachi las tropas realistas pudieron ocupar de nuevo Guayaquil, pero, avanzaron sobre Cuenca con la idea de mantener libre el camino entre Pasto y Perú.
Las tropas independentistas comandadas por Manuel Chica y Ramos decidieron hacerse fuerte en la playa de Nazón, siendo reforzados con fuerzas procedentes de Cañar y Azogues por lo que contaban con unos 1.000 hombres, más o menos que las mismas que el coronel realista Francisco González. Enfrentándose en la batalla de Verdeloma el 20 de diciembre de 1820, con victoria realista.
De nuevo el 3 de enero de 1821 se enfrentan las tropas realistas a los independentistas en la batalla de Tanizahua, en Guaranda, consiguiendo una nueva victoria las tropas del Rey, huyendo los derrotados.
Tras de las derrotas sufridas por estos en Huachi, Verdeloma y Tanizagua las ciudades de Cuenca Riobamba, Ambato y Latacunga volvieron a manos realistas, quedando a los mandos del comandante Puyol y del capitán Agustín Agualongo.
A primeros de 1821 Bolívar había enviado a Guayaquil 1.000 fusiles, 50.000 cartuchos, 8.000 piedras de chispas, 300 sables y 100 pares de pistolas además de la orden de que el general Mores y los edecanes Pombo y Morán efectuaran acciones para liberar Quito.
Bolívar logró que la junta guayaquileña aceptara su ayuda, mandando al general Sucre, que llegó el 6 de mayo de 1821.
Sucre consiguió que la junta le nombrara jefe supremo del ejército. Las fuerzas de Sucre eran aproximadamente de 1.700 hombres.
Aymerich llegó a Riobamba con 2.000 soldados estableciéndose en esta ciudad, en ella recibe a Nicolás López, que se le había pasado al que asciende a coronel, ingresando a los 200 amotinados que acompañaban a López.
Aymerich consciente de la situación divide sus fuerzas para atacar por dos frentes, el primero a su mando que recorrería la ruta Riobamba, Guaranda, Balzapamba, Babahoyo, la otra división al mando del coronel González partiría por la vía Cuenca- Tambo- Suscal- Boliche –Yaguachi Vieja- Babahoyo, para reunirse en Babahoyo el 20 de agosto de 1821
Sucre con una fuerza inferior decide atacar al coronel González en las proximidades de Yaguachi, ordena el avance de la vanguardia dirigida por el general Mires y programa la marcha de sus efectivos el 17 de agosto.
Al amanecer del día 19 las milicias independentistas salen Yaguachi ocupando las posiciones elegidas por el teniente coronel Cestáris.
Esta batalla conocida como de Cone o Yaguachi fue una victoria independentista, teniendo Aymerich que regresar a Riobamba para replantear una nueva estrategia de batalla
Segunda Batalla de Huachi: El 12 de septiembre de 1821 luego del triunfo obtenido en la batalla de Cone el 19 de agosto de 1821. El general Antonio José de Sucre preparó un nuevo avance hacia la ciudad de Quito; pero Aymerich, que ya conocía sus movimientos, avanzó desde Riobamba para situarse en los campos de Huachi, donde esperó la llegada del ejército enemigo.
El 12 de septiembre las dos fuerzas se avistaron en el mismo lugar del año anterior en que los independentistas habían sido derrotados.
Los españoles, conocedores mejor del terreno en el que se iba a luchar, habían tomado posiciones muy ventajosas; contaban además con una poderosa fuerza de infantería que superaba casi el doble a la de los patriotas, y una lucida y bien entrenada caballería, muy adecuada para el punto donde se iba a luchar.
Obedeciendo a una estrategia bien planificada, ante la primera embestida de los enemigos los españoles se retiraron haciéndoles creer que se sentían vencidos.
Entonces el General More cometió la imprudencia de permitir que los batallones Albión (Albión batallón inglés de Bolívar) y Guayaquil se dispersaran con el propósito de perseguir a los realistas. Aunque Sucre volara a remediar el mal poniéndose a la cabeza del batallón Santander, no pudo conseguir que se estableciera la formación. Introducido el desorden, aparecieron en línea la infantería y caballería realista. Los independentistas no pudieron resistir el ataque simultáneo. Todos sus cuerpos son envueltos, y destruidos o prisioneros en tres horas que se defendieron valerosamente. El General Sucre pudo escapar con dos fuertes contusiones, y apenas se salvaron cien hombres con el comandante Cestáris y pocos oficiales.
Todo cuanto traía la división republicana fue cogido por los realistas. Tomaron cuarenta oficiales prisioneros, entre ellos el General Mires y cuatrocientos soldados. Tuvieron los independentistas trescientos muertos y heridos.
El 2 de noviembre de 1821 Bolívar escribió a Melchor de Aymerich exponiéndole la situación de los prisioneros después de la batalla de Carabobo proponiéndole un canje.
El 19 de noviembre de 1821 se produjo el armisticio de Babahoyo:
Aymerich, creyendo que las tropas de Sucre, después de la total derrota sufrida en Huachi, no estarían en condiciones de defender Guayaquil, tan pronto pudo reorganizar sus fuerzas, envió un contingente de 2.500 hombres al mando del coronel Tolrá en dirección Guaranda-Babahoyo-Guayaquil, pero al llegar a Sabaneta se detuvieron debido a que el paso de Babahoyo estaba ya cerrado por los enemigos.
Inesperadamente, Tolrá sugirió un armisticio a Sucre. Con este propósito se reunieron en Babahoyo el 19 de noviembre de 1821 y firmaron un acuerdo de suspensión de las hostilidades por 90 días, tiempo en el cual las provincias de Quito y Cuenca quedarían bajo el control realista y Guayaquil de los independentistas. Cualquiera de los adversarios para reiniciar las operaciones, debería comunicar su decisión al otro con 14 días de anticipación. Aymerich para ratificar el convenio puso la condición de que los independentistas no prestaran ningún auxilio a Panamá que se había declarado independiente el 28.11.1821, esta condición no fue aceptada por Sucre, a lo cual se advinieron los realistas. Ratificado el convenio, Tolrá retorno con sus tropas a la sierra antes de que entrara el invierno.
NOTA: La independencia de Panamá fue proclamada por el coronel José de Fábrega, hijo del ceutí Carlos de Fábrega y de Garzón (Ceuta un 6 de octubre de 1724).
Inicio del oficio enviado por José de Fábrega a Simón Bolívar el 29.12.1821.
Excelentísimo Señor:
Tengo la alta complacencia de comunicar a V.E la plausible nueva de haberse decidido el Istmo por la independencia del dominio español. La Villa de los Santos, de la comprehensión de esta Provincia, fue el primer pueblo que pronunció con entusiasmo el sagrado nombre de la libertad… José de Fábrega.
El armisticio de Babahoyo está compuesto de 11 artículos, que no adjuntamos por su largo contenido.
El 27 de marzo de 1822 Melchor de Aymerich crea y elabora el reglamento provisional de policía
Batalla de Bomboná 7 de abril de 1822
El 7 de abril de 1822 hacia las tres de la tarde dio comienzo la batalla de Bomboná, la más sangrienta de todas las libradas en la época de la independencia.
Bolívar dirigió la batalla desde lejos, situándose a prudente distancia, cerca de la actual Piedra de Bolívar y aun sabiendo que la posición era formidable dijo “no debemos permanecer aquí, no podemos retroceder. Tenemos que vencer y venceremos”, ordenando a sus tropas, descender hacia el puente del terraplén sobre el río Cariaco para atacar a las fuerzas Pastusas, Bolívar, al ver como sus tropas entraban al zajón dijo “¡Qué bien, que bien entra mi gente!” y un oficial que estaba a su lado le replicó con un deje de pesimismo: “Si mi General ¡pero no salen!”. Y ese oficial tenía razón, porque en los 30 primeros minutos de combate, los batallones Bogotá, Vargas y escuadrones de Guía, al mando del general Pedro León Torres, fueron masacrados y reducidos a la mitad bajo el fuego de metralla de los realistas que desde posiciones tan ventajosas disparaban sobre seguro y los cañones, “Causaron el destrozo más sangriento, que los sensibles se desmayaban al ver los cadáveres unos sobre otros” Todos los oficiales fueron saliendo del combate, heridos o muertos y los de menos graduación ocuparon sus puestos.
Mientras tanto, el batallón Rifle al mando del general Manuel Valdés atacó el flanco derecho realista localizado a mayor altura en la Loma de Paja, para luego trepar por la Loma de Piquiurno, atravesar la Montaña la Leonera y pasar la quebrada a la altura de Jusepe, para descender por el costado y la retaguardia de las trincheras que defendían en Catambuquillo tres compañías del batallón Aragón, venciendo a dos avanzadas que estaban en territorio de Bomboná, logrando su objetivo y al atardecer habían tomado posesión del ala derecha realista. Por este hecho histórico, este campo recibió el nombre de rifles de Bomboná. Viendo Bolívar esto arengó al batallón Vencedores diciéndoles
“Vuestro nombre solo basta para la victoria, corred y asegurad el triunfo”.
En la noche, Bolívar estaba confundido y apesadumbrado, porque no sabía a ciencia cierta que había sucedido con el batallón Rifles, solamente era consciente que había perdido en pocas horas la mitad de sus hombres, se calcula, según los diarios de campo, que más de 1.000 la mayoría muertos, mientras que las perdidas realistas fueron unos 250. Por eso se destruyó el armamento sobrante y los muertos fueron incinerados en el mismo campo. Se hicieron “Siete montones de cadáveres formidables que se reunieron para quemar (…). Otro mayor montón de un batallón que hizo fuego a la altura de un derrumbe, han sido arrojados los cadáveres a la quebrada, y también otros que murieron cerca de esta misma en distintas partes”.
Las puertas de Pasto siguieron cerradas para Bolívar, quien tuvo que dar marcha atrás hasta la población El Trapiche (Hoyo Bolívar), en el departamento de Cauca, dejando a sus espaldas casi 300 heridos que con gran gallardía caridad, fueron atendidos por los realistas en el hospital de sangre de Consacá y a medida que se recuperaban tenían libertad de regresar o no a su ejército. El general venezolano Pedro León Torres, gravemente herido en la batalla, fue cuidado hasta su muerte en la población de Yacuanquer, por la familia del Dr. D. Tomás Santracruz Caycedo, quien era el propietario de la hacienda Bomboná en esa época. Como el mismo general afirmó. “Todo valiente es humano y generoso”.
Bolívar estimaba que la dominación de Pasto era el punto más difícil de la Campaña del Sur, por ello en una carta a Santander escribió “La libertad del Sur entero vale más que el motivo que inspiró aquello del hijo primogénito de la Gloria. Se entiende -aclara Bolívar- por lo que respecta a Pasto, que era lo terrible y difícil de esta campaña. No puede Usted imaginarse lo que es este país y lo que eran estos hombres; todos estamos aturdidos con ellos. Creo que si hubieran tenido jefes numantinos. Pasto habría sido otra Numancia”.
Continúa en una tercera y última parte.