La presencia de perros salvajes en el Hacho, un problema que no desaparece

SANIDAD

A pesar de las distintas licitaciones que el Ejecutivo local ha adjudicado para la recogida de los animales abandonados, estos siguen vagando por la zona del monte del Hacho. Los vecinos de la zona denuncian la pasividad de la administración y piden que se actúe ya antes de que se vuelvan a repetir ataques y que las jaurías se conviertan en focos de rabia

CEDIDA
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Han pasado varios años, pandemia de por medio, desde el último incidente con los perros salvajes y abandonados que viven por todo el monte Hacho. Aun así, los vecinos de San Antonio, el Sarchal y otras barriadas del monte y los usuarios de los paseos y pistas del Hacho no han dejado de lidiar con este problema. Deportistas y senderistas advierten que últimamente la presencia de estos canes, de sobra conocida desde hace tiempo, se hace notar más y que cada vez están perdiendo más el miedo a acercarse a las personas movidos, muchas veces, por la necesidad de buscar comida.

Distintos vecinos de la zona y senderistas que se han puesto en contacto con este periódico para denunciar la situación avisan de que los perros ya no se están quedando escondidos en sus hábitats lejos de las zonas de paso de los humanos, sino que cada vez se van adentrando más en los núcleos urbanos llegando a bajar hasta las barriadas más próximas a las faldas del monte Hacho.

Al parecer, bien entrada la noche bajan por Cortadura del Valle, por el Brull hasta la zona de Real 90 y plaza Azcárate a rebuscar en los contenedores que están llenos antes de que Tragsa pase a recoger la basura. También se alimentan de restos tirados por la gente, pienso de otras mascotas o incluso de animales de granja.

El resto del tiempo, durante el día, suelen estar en los polvorines del Hacho, en la zona baja de la fortaleza del Hacho donde se ubica el Grupo de Artillería Antiárea (GAAL-VI). En esta zona controlada por el personal militar y con el paso restringido a los civiles, están todos los cachorros que la hembras, sin esterilizar como tampoco lo están la mayoría de machos, han criado tras ser abandonadas en el monte. Los perros entran y salen por varias roturas en las alambradas, que utilizan como escape en caso de tener que refugiarse y como salidas para la búsqueda de comida.

De momento, los avistamientos que se han dado, según ha podido saber EL PUEBLO, han sido de perros en solitario o tres perros a la vez como mucho. Pero no jaurías que sí se pueden escuchar ladrar y aullar cada noche por encima de los graznidos de las gaviotas. Se estima que hay alrededor de 50 o 65 perros salvajes por el monte Hacho.

CEDIDA
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Las quejas de los vecinos se basan principalmente en la pasividad de la administración que no hace nada con este problema que “podría tener fácil solución, si la administración competente fuera responsable y pusiera realmente sus servicios públicos al interés general”.

La protesta no viene tanto por la presencia de estos canes, que no hacen más que responder a sus instintos animales más básicos de supervivencia y que al no estar domesticados tienen el impulso de proteger su territorio más desarrollado. Sino por las situaciones de peligro que pueden crearse, como ya ocurrió entre septiembre y noviembre de 2019, y antes en 2017, por falta de control sobre esta población de canes silvestres.

Desde aquellos sucesivos ataques a varios animales de compañía que paseaban por las zonas donde ellos se sienten protegidos, es menos habitual ver perros paseando con sus dueños por los senderos del monte, ni siquiera dando la vuelta al Hacho por la carretera.

Más allá de los puntuales ataques a otros canes que se han dado en los últimos años, la presencia de estos animales sueltos, bien abandonados o fruto de la cría en libertad, también preocupa por el aspecto sanitario ya que aumentan el riesgo de otro posible brote de rabia.

Los perros del Hacho deambulan a sus anchas por toda la zona de monte, no llevan ningún tipo de control sanitario por lo que pueden contraer la enfermedad en cualquier momento y contagiar al resto de la jauría. Como casi ocurrió en octubre de 2021, cuando Sanidad detectó un caso de rabia del que no se pudo averiguar su origen.

CEDIDA
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También advierten de que la presencia de la colonia de gatos no favorece la solución de este problema, sino que agrava la situación. No por la presencia de los felinos en sí misma, sino porque los perros abandonados en el Hacho aprovechan y se alimentan de la comida que los voluntarios depositan para los gatos. Según explican, los perros se quedan a la espera de que lleguen los miembros de Comunidad Gatuna, para cuando echan el pienso para los gatos de la zona comérselo ellos mismos.

Todos los paseantes que se paran y les echan de comer o que les tiran cualquier cosa que llevan encima, también acostumbran involuntariamente a que los perros salgan a las carreteras a buscar comida. Por ello, los vecinos piden que dejen de hacerlo. Así solo se consigue que los animales se acostumbren a salir a las vías principales cada vez más porque han aprendido que ahí reciben comida.

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