Y rompimos las cadenas

Javier Chellarám
Dos años después de la Pandemia, el Estado de Alarma, el confinamiento y los más de cien mil muertos en todo el territorio nacional no podía dejar de pasar que tuvieron que pasar cuarenta años, más o menos la edad que tengo, para poder ver el traslado de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado Medinaceli.
Poder participar sin agobios ni molestias de mi fe cristiana y católica, disfrutar plenamente de mi Semana Santa, vivir el traslado desde su casa en la iglesia de San Ildefonso, en la populosa barriada de El Príncipe Alfonso, formaron parte de atardeceres memorables.
Ceuta entera te acompañaba, Señor de Ceuta, con su Virgen de Los Dolores. Cogíamos autobuses, en peregrinación sentimental y patriótica, subíamos a los rincones caballas que tenía perdidos en el olvido.
Cinco mil personas, un gran despliegue de seguridad logística y operativa, perros detectores de explosivos, infrarrojos, escoltas y policías .
Máxima seguridad, un gentío impresionante, nuestros convecinos de aquellas latitudes, mirando impresionados cómo Ceuta cristiana subía a estos rincones de Dios a acompañar, en momentos de devoción y fe, a Jesús de Medinaceli.
Y volvimos a encontrarnos Cristianos y Musulmanes dos años después de haber sufrido Ceuta nuestra tierra el abordaje del Covid y el adiós de tantos amigos y conocidos sin haber podido despedirse de sus seres queridos,
Compartimos a la Salida de nuestros Sagrados Titulares el mes Sagrado Ramadán, uno de los cinco pilares del Islam. En este noveno mes del calendario Islámico los musulmanes ayunan desde el alba hasta el ocaso como una manera de purificar el cuerpo. Es un mes para la Adoración, el Perdón y la Misericordia.
La llegada del mes de ramadán trae consigo uno de los acontecimientos más importantes y especiales, tanto real como simbólicamente, para un musulmán: Lailat ul-Qader, la noche del Decreto. Es la noche en la cual Mahoma recibió la primera revelación del Corán, y así comenzó su misión como profeta y mensajero de Alá. Por sí solo, este hecho es causa de gran regocijo para los musulmanes.
Aquí llevo mi cultura y mi religión dando suspiros entre rezos y pasiones y de saetas desgarradas.
Atrás quedaron los lamentos, porque todos hemos tenido que luchar codo con codo estos dos años con las restricciones sanitarias el no poder celebrar nuestras tradiciones y nuestras costumbres porque aunque a muchos les pese , somos vecinos y casi hermanos de toda la vida.
Hoy por ti mañana por mí. A fin de cuentas estábamos acompañando a Dios por nuestras calles de Ceuta. Así que hoy recuerdo con añoranza que el Cautivo en el Traslado nos había rescatado.