Del teniente Ruiz al teniente general Pedro Sarsfield (Guerra de la Independencia Española 1808-1814) (I)

Teniente Don Jacinto Ruiz Mendoza

Defensa del Parque de Monteleón, obra de Manuel Castellano Siglo XIX. Museo Municipal. Madrid. / FOTO CEDIDA
Defensa del Parque de Monteleón, obra de Manuel Castellano Siglo XIX. Museo Municipal. Madrid. / FOTO CEDIDA

El comienzo de la Guerra de la Independencia o Guerra del Francés, tuvo inicio el 2 de mayo de 1808, cuando el pueblo madrileño se levantó contra el ejército francés, al pretender los soldados llevarse a la fuerza del palacio real al infante Francisco de Paula (hijo de Carlos IV), para Bayona. El pueblo se echó a la calle al grito de ¡Traición! ¡Nos han quitado a nuestro rey y quieren llevarse a todas las personas reales!¡Muerte a los franceses!

Un grupo de oficiales al mando de unos pocos artilleros y Voluntarios del Estado, no obedecieron las órdenes de las autoridades que estaban indecisas dando armas al pueblo, presentando batallas a los enemigos en el Parque de Artillería de Monteleón.

Allí se convertirían en héroes el teniente Jacinto Ruiz, así como los capitanes del cuartel Luis Daoíz y Pedro Velarde, que en su lucha contra los franceses murieron en su acción.

Jacinto Ruiz de Mendoza

Jacinto Ruiz nace en Ceuta un 16 de agosto de 1779, siendo bautizado el 18 del mismo mes y año en la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, eran sus padres don Antonio Ruiz, subteniente de infantería y doña Josefa Mendoza.

Creemos que es muy poco lo que queda por escribir del teniente Ruiz, pero lo hacemos para recordar algunos episodios de su corta vida militar.

Ingresa como cadete en el fijo de Ceuta en 1795. El 10 de julio de 1800 obtiene el ascenso a subteniente al año siguiente fue destinado al regimiento de Voluntarios del Estado en Madrid. En 1807 fue ascendido al grado de teniente, y destinado a la tercera compañía del segundo batallón de su regimiento.

En el Parque de Artillería de Monteleón se encontraba al mando como militar más antiguo, el Capitán Daoíz, destinado en el Parque como jefe, quien había recibido orden de no unirse al pueblo.

Daoíz desobedeciendo la orden recibida y junto al capitán Velarde dieron armas al pueblo y se hicieron fuerte en Monteleón, tras desarmar a 80 franceses que se hallaban en su interior de guarnición.

El 2 de mayo de 1808, el teniente Ruiz Mendoza se encontraba en su casa enfermo en cama con fiebre. Al escuchar los primeros disparos en la calle, decide partir corriendo a la Calle Ancha de San Bernardo, donde se encontraba su cuartel para ocupar su puesto en el combate.

La lucha que se desató fue claramente desigual, pero lo que no se imaginaron las tropas francesas era que se desataría un combate desesperado y a la vez heroico que duraría algo más de tres interminables horas.

El teniente Ruiz, que acababa de ser herido de bala en el brazo izquierdo, no dejaba de dar voces de fuego a los artilleros. Paro durante unos instantes para que le fuera vendado el brazo, regresando a continuación a su puesto que estaba siendo cañoneado desde la Calle Ancha

Tras este primer ataque aparece una columna cuyo jefe, el capitán de Voluntarios del Estado D. Melchor Álvarez, expresa a Daoíz la indignación del Gobierno para la revuelta que encabezaba contra los franceses.

El momento fue aprovechado por los franceses para por sorpresa aproximarse a las tropas españolas con intención de atacarles.

Dándose cuenta de las intenciones del enemigo, el teniente Ruiz ordena el fuego de su pieza, abriendo una brecha en las filas francesas, iniciándose una lucha cuerpo a cuerpo los franceses a la bayoneta y el pueblo contraatacando como puede.

En un tercer asalto comandado por el propio general Lefranc, el daño causado a los defensores fue decisivo, Velarde muere en dicho ataque a consecuencia de un disparo a quemarropa que le entró por la espalda y le salió por el pecho. El capitán Daoíz, pese a ser alcanzado en una pierna, logró enfrentarse al propio general francés, para morir ensartado por las bayonetas enemigas. El teniente Ruiz pasó a liderar la defensa, pero fue herido de gravedad por un proyectil que le dio en el pecho. En ese momento acaba la lucha debido a que el capitán Goicoechea se entregó entrando el enemigo en el Parque de Artillería.

Parte del Combate en el Parque de Artillería de Monteleón del Capitán General de Castilla la Nueva, Francisco Javier Negrete, al Mariscal de Francia, Joaquín Murat, tratando de exculpar al Cuerpo de Artillería de los combates en Monteleón.

Con objeto de ilustrar a Vuestra Alteza Imperial acerca del desgraciado suceso del Parque de Artillería de esta Plaza, de manifestar que no ha habido incoherencia ni contradicción alguna en las órdenes comunicadas a las diversas autoridades militares, y de sincerar a un Cuerpo que, bajo de todos los aspectos de ciencia, honor y subordinación, tiene adquiridos los más justos derechos a los elogios y gratitud de la Nación, me permitirá V. A. le expresé que, según los partes que se me han dado, el comandante de Artillería había prevenido al capitán del propio Cuerpo don Luis Daoíz se mantuviese sobre las armas en el cuartel y procurase contener al Pueblo, a cuyo fin dio efectivamente las correspondientes disposiciones, y que el capitán, también de artillería, don Pedro Velarde, que se hallaba en el Arsenal, queriendo por su parte evitar que la presencia de la Guardia francesa excitase mayor conmoción en la multitud, pidió a su comandante se retirase, bien que no habiendo sido suficiente la poca tropa española que quedó para contener el ímpetu del Pueblo, forzó este la primera puerta de la Armería, obligó a que se le abriese la segunda, y enseguida se apoderó de algunas armas.

Los esfuerzos de los oficiales para contenerlos fueron inútiles; y a este tiempo se presentó un cuerpo de tropas francesas que empezó a hacer fuego contra el paisanaje que había salido con armas a la calle. Repitieron sus esfuerzos los capitanes de Artillería Daoíz y Velarde a fin de apaciguarlos, en ocasión de que aquella tropa hizo una descarga a los apandillados.

Pero Daoíz, creyendo equivocadamente que los franceses, no ciñéndose solo a sujetar al Pueblo, tenían también por objeto el obrar hostilmente contra la tropa española y la ciudad, dio la orden de defenderse, apoyado también en las subversivas relaciones que circulaban, y cuyo origen se ignora, de que todo estaba en desorden.

Se sacaron los cañones y empezó la defensa, en la cual falleció el capitán Velarde. A las dos de la tarde se presentó un nuevo cuerpo de tropas francesas, y habiendo huido el paisanaje acaeció también la muerte del capitán Daoíz. La tropa francesa se apoderó de la Artillería, Almacenes, Museo Militar y Caja de Caudales, que todo se puso a su disposición.

El Comandante de Artillería expone, además, que con la mayor frecuencia tenía repetido a todos sus oficiales subalternos, que en cualquiera ocurrencia de la expresada clase, no tuviesen otro objeto que el de sosegar y contener al Pueblo, habiéndoselo repetido en la mañana del día dos, y dado al citado Daoíz la copia de la orden que se había comunicado por la Plaza, y acababa de recibir, en la que se prevenía lo mismo. Y que así, lejos de contribuir la generalidad de los oficiales de Artillería al hecho ocurrido, ha sido para todos un motivo del mayor disgusto el que los capitanes Daoíz y Velarde hayan obrado contra los constantemente prevenidos.

De todo resulta, Serenísimo Señor, que el hecho ni tuvo Plan ni premeditación anterior; y que el móvil de este proceder tuvo su origen en las voces equivocadas, siniestras y que la malignidad hizo circular, relativas a que se habían atropellado todas las Autoridades.

Los dos jóvenes citados prestaron oídos a los que se suponían excitados por un género de espíritu público, y cediendo a los votos de la multitud, se vieron como forzados a encargarse de la defensa del Arsenal.

El temor de los cuerpos franceses que acudieron hizo huir y dispersó a la Plebe; y los dos capitanes, Daoíz y Velarde, con un cierto número de soldados, creyeron, viéndose en presencia de otros militares, que su honor exigía sostuviesen con las armas su primer empeño. Y acalorada por grados su imaginación, se desviaron de los senderos de la prudencia y del deber, y dirigidos por el triste destino que los guiaba, expiaron con una temprana muerte, lo que hubo de poco meditado en su conducta.

Tenga, pues, a bien Vuestra Alteza Imperial, el querer reconciliarse con la memoria de estos oficiales, y haciendo uso del fino discernimiento que le es característico, sírvase V. A. no hacer trascendental a la Artillería en general las desventajosas ideas que, tal vez en un primer momento, pueda V. A haber formado de un Cuerpo instruido, benemérito del Estado, y que en todas ocasiones ha sabido acreditarse pugnando siempre por la Gloria y el Honor. N. S. Guarde la vida de V. A. I, ms. As. Madrid, 8 de mayo de 1808. Serenísimo Señor.

NOTA: Francisco Javier Negrete en el presente documento capitán general de Castilla la Nueva, participó en el cerco de Ceuta de Mulay al-Yazid (1790-1791) con el empleo de coronel, en la salida del 30 de octubre de 1791 estuvo al mando de la primera compañía de granaderos de Valencia con seis fusileros y 150 trabajadores.

Recogido el teniente Ruiz y Mendoza entre los cadáveres, con un hálito de vida, permaneció en Madrid todo el mes de mayo de 1808, y hasta el día 12 de junio no se pudo intentar sacarlo de la corte, ni entonces salió bien la tentativa, porque la vigilancia francesa atajó el paso al cuasi fúnebre cortejo que transportaba la camilla en la que iba el teniente herido.

Un mes justo más tarde se realizó aquel frustrado proyecto de fuga, y aunque con tristeza de ver disuelto el cuerpo de Voluntarios del Estado, dirigiéndose a Extremadura su ayudante mayor D. Julián Romero; el capitán graduado D. José de Luna; el teniente D. Jacinto Ruiz y el subteniente D. Francisco de Arcos, quienes pidieron plaza al general D. Antonio de Arce, que mandaba la vanguardia de este ejército en formación, presentándole instancias desde Navas del Moral.

Al teniente Ruiz

No nos consta que se llevase a efecto la incorporación consiguiente a esta orden.

“”… Badajoz D. Antonio (sic) Ruiz de Mendoza Teniente de voluntarios del Estado, ha llegado a esta Plaza; le acompañan el Ayudante Mayor D. Julián Romero, el Teniente de Granaderos, Graduado de Capitán D. José de Luna y el Subteniente D. Francisco de Arcos, todos del mismo Regimiento. D. Jacinto Ruiz fue uno de los tres oficiales que el 2 de Mayo hicieron en Madrid prodigioso valor, y una carnizería horrorosa de los Franceses, hasta que después de haber rendido una columna de trescientos enemigos, cayeron agobiados por la muchedumbre que cargó sobre ellos, pero sin querer rendirse, Daoíz y Velarde murieron al pie de los cañones y con el sable en la mano. Y Ruiz, con balazo en el brazo y otro en la espalda que le salió por el pecho y cayó, y los enemigos lo tuvieron por muerto. Aún tiene abierta la llaga de la espalda, pero no pudiendo entretenerse por más tiempo, no pudiendo tampoco contener a sus amigos y compañeros, que se habían comprometido a no abandonarle, han burlado la vigilancia de los Franceses y, huyendo de Madrid, han venido todos quatro a alistarse entre los defensores de la Patria…” (Literal) (Diario de Badajoz, del 26 de julio de 1808)

Ruiz fue asignado a Voluntarios de Cataluña.

No pasó Ruiz a Voluntarios de Cataluña, que fue el destino primeramente acordado para él, porque la Junta modificó el acuerdo, bien cediendo a instancias del interesado, bien teniendo consideración a sus argumentos que, el día 28 de julio y desde el , hizo el brigadier D. Francisco de Trias, Comandante del 2º Batallón de dicho Cuerpo que no se otorgase el pase a aquel Regimiento a muchos oficiales que lo solicitasen>>, para no perjudicar los ascensos de oficiales del mismo, y porque, aun no siendo este facultativo, era arma muy distinta a las de Infantería y Caballería. (Archivo, revista mensual de ciencias, arte e historia. Año II Nº 14 3.03.1909) (De la revista técnica de Infantería y Caballería).

El 6 de agosto del mismo, en Badajoz el coronel D. Antonio Hernando le propone para primer teniente de la 3ª compañía, batallón 2º del regimiento de infantería “Segundo de Mallorca•”.

El Barón de Bárre le propone también en Badajoz el 21 de septiembre de 1808 para primer teniente de la 4ª compañía del batallón RR.GG. Walonas que el organiza.

(Extremadura Militar: 202 aniversarios de la muerte del Teniente Ruiz)

Es muy probable que por su estado no llegara a incorporarse al servicio activo en ninguna unidad y que acompañando al ejército de Extremadura en su marcha hacia Madrid en octubre, permaneciendo en Trujillo, en casa de unos parientes.

El 4 de octubre de 1808 Jacinto Ruiz, dirige la siguiente carta, que pasamos literalmente:

Excmo Señor, Presidente y demás Vocales de la Junta Suprema.

D.n. Jacinto Ruiz de Mendoza, 1.er ten.e del R.t Cuerpo de Gua, Walon.s con el respeto debido hace presente: Que á su llegada á esta Plaza desde la de Madrid donde se hallaba, en la curación de sus heridas q.e recivió el 2 de mayo, en la defensa del Parque de Artillería, no hizo presente á V.E. ni su corto mérito en aquella acción, ni los deseos q.e le asistían de llebar el distintibo q.e lo autorisare á la vista del Público. Por el Gefe del Estado Mayor se le pasó un aviso p.a. así él, como todos los Oficiales y Soldados de su Cuerpo q.e. llegaron al mismo tiempo, pudiesen llebar el Escudo concedido a los prófugos de Portugal.

No solicita el exponente ser preferido á nadie ni hacer ostentación de un Serv.o q.e cualquiera otro Oficial huviera hecho en igual.s circunstancias, ni tampoco manifestar q.e. la grave herida q.e. aún abierta, fue efecto de otras cosa que de las vicisitudes de la suerte Militar; pero si desearía q.e. V.E. como tan recto, justo y generoso, (y á quien tantos motivos tiene p.a. vivirle agradecido), se dignase mandar q.e. se le habilite de una orden, Certificación, ó qualquiera otro documento, p.a autorizarle á llebar aquel distintibo, ó qualquiera otro q.e. V.E. quisiera señalarle en consideración á su corto merecim.to, pudiendo estar V.E. bien persuadido á q.e. nada anhela con más interés que buscar ocasión donde acreditar el deseo de sacrificarse por la Nación, el Rey, la Religión y esta Provincia.

Quartel Gen.l de Badajoz, 4 de Oct.e de 1808-Exmo S.or =Jacinto Ruiz de Mendoza.

Contestación:

Líbrese la certificación el primer Teniente de R.s. Guardias Walonas, D.n. Jacnto Ruiz y Mendoza diciendo se la ha concedido, por esta Suprema Junta el mismo Escudo de distinción, señalado a todo Militar, fugado de Portugal, hallándose Prisionero de los Franceses, por el Amor y Patriotismo, con que huió a Madrid, luego que las grabes heridas que recivió tan gloriosam.te, el día dos de Mayo en aquella Corte, le permitieron dejar la cama; con las quales abiertas aún se presentó a alistarse entre los defensores de esta Prov.a, por cuio motivo, y el distinguido Mérito q.e contrajo en la defensa del Parque de Artillería, le señala la misma Suprema Junta otro nuebo Escudo de distinción como premio al valor, del qual deberá usar antes de aquel, ese Escudo será una Corona de Laurel y en la circunferencia dirá: Por Fern.o 7º y la defensa del Parque de Art.a el día dos de Mayo de 1808. (Literal)

Badajoz, 4 de Octubre de 1808=Josef Galluzo.

Jacinto Ruiz Mendoza dicto testamento

Fue otorgado en Trujillo el día 11 de marzo de 1809, dos días antes de su fallecimiento por heridas de batalla, ante el presbítero don Manuel Salvador Carmona, y en presencia del Teniente Coronel don Juan Cevollino y del Lcdo. Don Francisco Ortiz y Flores. Fue enterrado en la iglesia parroquial de San Martín de la citada ciudad extremeña, según consta en el libro de defunciones, fol. 171:

Jacinto Ruiz Mendoza (teniente Ruiz) falleció en Trujillo el 13 de marzo de 1809, siendo enterrado en la iglesia de San Martín, tenía 29 años de edad.

El fallecimiento del teniente Ruiz, está registrado en el folio ciento setenta y uno del Libro de Defunciones de la Iglesia Parroquial de San Martín de Trujillo, que señala literalmente “En catorce días del mes de marzo del año de mil ochocientos nueve, se dio sepultura eclesiástica en esta Parroquia de San Martín de Truxillo, el cuerpo de, D. Jacinto Ruiz Mendoza, Teniente Coronel de Guardias Walonas, fallecido el día anterior, el que para morir recibió los Santos Sacramentos de la Extremaunción; se le dijeron por su alma las misas de cuerpo presente, novena y cabo de año. Y para que conste lo firmo en la fecha y plazo “Ut Supra”, J. Rigueros, Rubricado.

Cuando se dice el empleo de subteniente no se corresponde con el actual inserto en el cuerpo. Escala de suboficiales. Traído a España por el rey Felipe V al inicio de su reinado, durante todo el siglo XVIII y primera mitad del XIX, constituía el primer peldaño del Cuerpo de Oficiales del Ejército.

El “grado” de Teniente Coronel otorgado a Jacinto Ruiz Mendoza por su heroísmo en la defensa del Parque de Artillería de Madrid puede inducirnos a error. El “Dualismo” en el Ejército, por el que un mismo Oficial podía conciliar su empleo efectivo con uno o más grados superiores, fue origen de una muy mala controversia con cierta repercusión negativa en las filas militares. El “empleo” efectivo de Ruiz Mendoza fue el de Primer Teniente (o simplemente Teniente), y como tal ha figurado durante casi un siglo a la cabeza del Escalafón de los Tenientes del Arma de Infantería. Con el “Dualismo” acabó la Reina Regente doña María Cristina, al sancionar con su Regía firma la “Ley Adicional a la Constitutiva del Ejército” de 19 de julio de 1889, en cuyo artículo 8º se prohibía a todo militar “el poder aunar en su persona ningún “grado” que no correspondiese con el empleo efectivo que ostentase”

(Asasve & Sargentería/Semblanza Heroica del Teniente de Infantería D. Jacinto Ruiz Mendoza.)

Tomamos lo siguiente de la Gaceta de Madrid, Vol 1: (1815)

Enterado el Rey nuestro Señor del acreditado valor, entusiasmo y particular mérito que contraxo en la defensa del Parque de Artillería de esta heroica Villa contra las armas francesas el memorable 2 de mayo de 1808, al lado de los inmortales Daoíz y Velarde. D. Jacinto Ruiz Mendoza, siendo Teniente del Regimiento de Infantería Voluntarios del Estado, de cuya acción salió gravemente herido, muriendo de resultas posteriormente en Truxillos, según se acredita de documentos oficiales, se ha servido S.M. recompensar sus servicios en su hermano D. Antonio, Cadete del Regimiento Infantería Fixo de Ceuta, ascendiéndole a subteniente del mismo Cuerpo, y mandando se tenga presente a su hermana Doña Salvadora para la viudedad correspondiente á su difunta madre quando lo permitan las circunstancias del Erario: publicándolo en la Gaceta para satisfacción de esta familia. (Literal).

Continuará en una segunda parte con el teniente general don Pedro Sarsfield Waters.

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