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CULTURA
Empezando por el final y desmontando una entrevista en estilo directo, así son ellos, cuatro personas diferentes a los que les une una pasión, la esencial en el teatro y en la vida: despertar emociones. Madrileña, aunque ha viajado por el mundo, nuestra ciudad le está gustando, y aunque parezca extraño, venía sin prejuicio alguno; ella es Amanda Aguilera y ha ‘mamado’ el teatro desde que tiene uso de razón, porque su familia viene del mundo que utiliza la actuación para despertar sentimientos, y las tablas, aunque estudió Educación Social, son lo suyo. Adrián Zamora nació hace 36 años en La Mancha, aunque lleva a Granada en el corazón, tiene una voz que inunda el Teatro Auditorio del Revellín o la playa del Chorrillo, porque “La Mancha es llana, para hablar tienes que alzar la voz, sino no hay manera”, y es químico. Ha cambiado las probetas por las miradas del público, aunque se va en breves a hacer un anuncio para Domino’s Pizza, la versatilidad y “un fiera”, aunque su “veneno” es la actuación, provocar reacciones y conseguir su papel en la vida: “no bajarse del carro en este mundo que a veces es tan voluble”.
Zambrano: “Si eres buena persona y tratas bien a los demás no ofendes a nadie”
Jean y Guillermo son una dupla, al menos aquí y ahora. Empezaron con “microteatros en todos lados, hasta en chiringuitos de playas nudistas”, y aunque confiesan que ellos iban vestidos, la vida los unió desde el 2013, también en Granada. De este dúo no es la primera vez en Ceuta, Guillermo es de Los Rosales, y Jean “ha estado en varias casetas de la feria”, pero vienen más nerviosos que con su anterior obra ‘Gumersindo y Apolonio’, para el director, Guillermo Ríos, “verlo sentado me inquieta más”. Si algo no falta en este ‘combo’ es la formación, dedicación y ganas de comer el mundo. Jean considera bien, “soy actor, me gusta este camino y sigo aquí cueste lo que me cueste”. Guillermo, aunque se llame igual que Shakespeare, confiesa que “hice bachillerato científico, pero convencí a mis padres de probar la actuación un año, aunque se han convertido en nueve”.
¿Qué se puede esperar un ceutí de Otelo?
El director de esta obra de teatro que ha versionado al dramaturgo inglés, Guillermo Ríos, reconoce que cualquier persona que vea Otelo va a “pasar un rato divertido, por encima de todo, una de nuestras metas siempre es divertir al espectador”. Esta “piña” trabaja la comedia porque “lo que más nos interesa es divertir al público. Eso sí, sin dejar de lado tratar temas como el machismo y el racismo, que son temas sobre los que gira esta obra”. Ríos: “Históricamente son temas universales y siguen vigentes, nuestro objetivo es hacer reflexionar, reír, pasar un rato agradable y que cada uno se pueda sentir identificado. Hemos quitado personajes, hemos dejado solo nueve, pero se van a identificar con todos. Son distintos, con acentos y nacionalidades distintas, desde un valenciano o catalán hasta un argentino, diferentes como nosotros”. Como explica el caballa de la barriada de Los Rosales, la esencia de este grupo, y de Otelo, es un poco esa diversidad, “esa apertura a todo”.
Una sociedad que avanza lento, una adaptación de Otelo que reivindica, a su manera
Si algo es cierto, es que siguen existiendo muchos estereotipos, conductas machistas, racismo, homofobia, y demás enfermedades sociales. Estos artistas llegan, en primer lugar, para exponer la esencia de Otelo: el racismo. Sin spoiler alert, Ríos cuenta que “nada más empezar la obra, hay un monólogo inicial en el que nos reímos de eso, pero no nos hace gracia, pretende hacer reír y reflexionar. Usamos a Otelo como pretexto para reírnos del racismo y hablamos sobre cómo en las cabalgatas se pinta un blanco de negro. Conforme avanza la obra –del machismo nos reímos menos- jugamos con los dos temas, se unen para ser solo uno, pero con uno te ríes y con otro no”. El machismo también es utilizado en Otelo y hacen énfasis en él, porque a pesar de que la obra es muy distinta a la original, “inevitablemente, el ser humano está destinado hacer cosas que no debería”.
El fino hilo que separa el humor de la ofensa
Que si es necesario introducir el humor para abordar estos temas, es un sí rotundo en estos actores, Aguilera reconoce que “no lo hemos calibrado y no podemos manejar si alguien se ofende, pero es a partir de nosotros mismos, de nuestra esencia y ese trabajo en grupo, que tocamos estos temas”. Lo mismo apunta Zambrano: “viene de nuestra forma de ser, la mejor forma de tratar eso es siendo tú y viendo cómo eres tú como ser humano, si eres buena persona y tratas bien a los demás no ofendes a nadie”. La actriz madrileña expresa que el humor es menos “dogmático que algo que no esté tratado con humor, porque te sugiere algo, ahí está la reacción del espectador”. El director de Otelo apostilla que el humor te “relaja y hace que disfrutes de otra manera distinta”.
Guillermo Ríos: “Me parece muy bien que te enfades mientras te provoque algo”
Esta “piña” la conforman cuatro, aunque son una familia todos, también los técnicos o José María García, el músico que ha adaptado la música, “toda original, un pelotazo”. Porque han tenido esa suerte, la de congeniar y llevarse “genial” desde el principio, Adrián Zamora cuenta que “no hemos tenido problema ninguno y como nos reíamos tanto con los ensayos, ha aflorado el humor entre nosotros”. Zambrano cree que en los procesos artísticos con grupos más pequeños es mucho más “fácil” el trabajo. Aunque Guillermo y Jean ya se conocían, con Amanda y Adrián ha ido todo bien, “conoces otras personalidades, otras formas de trabajar y te nutre a tú y al espectáculo. Ellos vienen de hacer otras cosas, cuando se meten en lo absurdo… o te gusta mucho, o nada, tenemos un lenguaje propio”, apunta Zambrano. Ríos reconoce que todos están incluidos en el espectáculo, desde el encargado de la iluminación y sonido, Lucas Fuentes, la fotografía y diseño de Laura Pereña, el vídeo de Juan Ruz, el vestuario de Javier Arteta, hasta la escenografía a cargo de Miguel García. Adrián es llano como La Mancha: “Que se sepa reír de nuestra estupidez y le guste pasarlo bien”, es lo esencial para disfrutar de Otelo.
¿Cómo se conoce el equipo que representa Otelo este jueves en el ‘Revellín’?
Guillermo y Jean estudiaron juntos en Granada, en la Escuela de Teatro Remiendo, luego “nos unimos para formar piña y hacer cosas juntos”. Ríos: “Nos planteamos hacer otro espectáculo, primero queríamos hacer una adaptación de Hamlet, pero a Jean se le ocurrió Otelo, porque dijo: ¡soy negro! No hay tantas obras con actores negros, hace muchos años, en Sevilla, montaron Otelo con un actor blanco”. El director y adaptador de esta versión dijo: “Vamos a reírnos”. Fue el ceutí el que se encargó de la dramaturgia, de hecho, tardó casi un año en escribirlo, pero a dos o tres meses de acabarlo hicieron un castin en Granada. De las “veintipico” personas que se presentaron, salieron el químico y la educadora social, y “salió bien la jugada”. Adrián agrega que “los clásicos como Shakespeare aglutinan todas las miserias del ser humano, todos los pecados capitales, envidia, ambición…”, y en Otelo se ve esto, mezclado con juegos de palabras con los que te puedes reír, situaciones no convencionales.
Un texto adaptado a los eruditos y no eruditos, un texto que invita a la reflexión
Esta peculiar versión de Otelo que continúa su camino en Ceuta, ya ha pasado por Granada y Almería. El objetivo es retomar la gira en septiembre, aunque este grupo no para, ahora mismo se han presentado a un festival en Madrid ClasicOFF, de la Nave 73, porque “nos presentamos a todo lo que hay”. Zamora comenta que con esta adaptación se intentó buscar la “incomodidad”. Adrián Zamora: “Puedes estar pasando un buen rato, pero ves lo que le ocurre a Desdémona en Otelo y no. Ha pasado algo horroroso, te hace reflexionar, mira qué bonito y después no. Llegamos a una cosa bastante fuerte, hemos buscado la incomodidad”.
El director de Otelo explica que “jugamos mucho con los silencios, buscamos que el público no esté tan relajado en la butaca, que haya movilidad interna, que diga que están pasando cosas que le provocan algo. Me parece bien que te enfades, mientras te provoque algo, no buscamos enfadar a la gente, pero hay gente que cuanto más quiere entender, menos disfruta. Entender todo a veces no es necesario”. Esta obra de teatro la puede ver cualquiera, Guillermo confiesa que “un adolescente a partir de los 15 o 16 años lo puede ver y disfrutar, tenga el nivel cultural que tenga y sea de donde sea, puede no saber quién es Shakespeare y entender la obra”. Amanda cree que este hecho es también por los personajes, “que son muy poco realistas, son bastante extra cotidianos y te comunica más, para niños incluso, hasta al hijo de Jean le gusta”.
Sentimientos y emociones, en definitiva, reacciones
En Granada no tuvieron coloquio, pero salieron a la puerta y “tuvimos sensaciones”, explica Ríos. Porque esa es la esencia de la actuación, el teatro y el arte, provocar sentimientos en el público, que lleven a una crítica, a una reflexión, que pueda hacer ‘clic’ en unas mentes que a veces están inmersas en la rutina y olvidan la realidad que existe. Una sociedad machista, homófoba, racista e incluso gordófoba, una sociedad a la que Otelo planta cara con un humor desgarrador. Ríos: “Hemos recibido de todo. En el momento más incómodo de la obra, como es un humor muy loco hay gente que se cabrea, le incomoda… y ahí decimos que hemos conseguido el objetivo. Diversas opiniones, hay gente de todo, pero todo es respetable”. Guillermo finaliza muy ‘a punto’ este coloquio en el que se preguntaba si habían visitado Ceuta, “la gente que genera los prejuicios de Ceuta es la que no ha venido, la ciudad es bonita, la afean ciertas personas”.
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